Si insistimos en cerrar la vía electoral, si Estados Unidos no intervendrá militarmente, si los Grupos de Lima y de Contacto no están dispuestos a ir más allá de la redacción de acuerdos y si los gobiernos democráticos del continente están todos en pico e’ zamuro, ¿qué opción nos queda para superar la crisis en Venezuela?
Es una pregunta seria que me hago todos los días y a la que aún no consigo respuestas. Estamos cada vez más entrampados. Actuamos como el perro mordiéndose la cola. Nos movemos en círculos sin encontrar la salida, y lo peor es que seguimos pensando en pajaritos preñados esperando que otros nos solucionen el problema. Pues les tengo malas noticias: América está prendida en llamas y todos, absolutamente todos los gobiernos están ocupados en apagar sus propios incendios.
O corremos o nos encaramamos porque los deseos solos no preñan. No basta con querer salir de una vez por todas de Nicolás Maduro y su combo, para que eso suceda se deben diseñar tácticas y estrategias sostenidas y viables en su aplicación para lograrlo. Más pragmatismo y cabeza fría y menos radicalismo, quejas y divisiones. Es momento de poner en blanco y negro dónde estamos, qué hemos logrado con cada decisión, qué herramientas tenemos a mano para avanzar y actuar en bloque. Pongámonos serios y dejemos el guabineo. Quitémonos las caretas que ya Halloween pasó.
Si los líderes del G4 (AD, PJ, UNT y VP) quieren seguir liderando la ruta de cambio en el país deben comenzar a poner orden a lo interno: reglas claras, discurso único, tolerancia cero a la corrupción, sinceración de la lista de perseguidos políticos y limpieza del entorno presidencial. De igual manera, si Vente Venezuela y las organizaciones pequeñas quieren contribuir de verdad a la restitución de la democracia deben ponerle freno a sus ansias enfermizas de implosionar la poca o mucha unidad política que se ha conformado hasta ahora y que tiene todo el aval internacional.
Los mánagers de tribuna que viven en el exterior también deben agarrar mínimo en este proceso. Sé que no es fácil pero sería un gran aporte a la causa. Una cosa es hacer sugerencias y planteamientos y otra muy distinta es querer dar órdenes de qué, cómo, cuándo y dónde nosotros, los que seguimos aquí poniendo el pellejo y soportando a diario las calamidades de un país en ruinas, debemos actuar. Todos somos víctimas de esta profunda crisis y por eso todos somos importantes para superarla, de allí la necesidad de respetar nuestras realidades, nuestros miedos, nuestras angustias.
Sobre quienes quedamos aquí recae la mayor responsabilidad. Y no porque seamos más venezolanos que los que se fueron ni mucho menos, sino porque nos toca la titánica tarea de sobrevivir cada día entre un rosario de calamidades sin dejarnos arrastrar por la desesperanza y el desánimo. No tenemos más opción que seguir de pie. Libramos una pelea muy desigual, plagada de vicios, amenazas y chantajes por parte de quienes hoy ocupan los distintos niveles de gobierno, lo que reclama de nosotros más inteligencia y menos fuerza física, más política y menos recovecos legales y jurídicos, más pragmatismo y menos sentimentalismos. En definitiva, la lucha hoy nos exige unidad clara, coherente y definitiva en torno al objetivo superior. Insisto, quitémonos las caretas que ya Halloween pasó.
Gladys Socorro
@gladyssocorro