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Granés – Héctor Abad, herido en Ucrania: De escritores y misiles

«Cada vez que la cultura se cruza en el camino de la guerra o del despotismo, sale mal parada, lleva todas las de perder»

Héctor Abad Faciolince, herido en Ucrania ABC

 

Cada vez que la cultura se cruza en el camino de la guerra o del despotismo, sale mal parada, lleva todas las de perder. El destino de las artistas o de los creadores disidentes o inconformes ha sido la muerte, la cárcel o la humillación pública, por una sencilla razón: la palabra y la imagen, los símbolos, poco pueden contra el poder político o el poder militar. Así es, al menos, en la distancia corta. Puede que con la perspectiva del tiempo, cuando se abre la lente de la historia, esos proscritos y esas desterradas se conviertan en ejemplo de dignidad, pero en el presente, su presente, la partida la tienen perdida. Perdiendo, sin embargo, y esa es la paradoja, a la larga ganan.

El pasado martes, 27 de junio, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince se cruzó con la guerra y estuvo a punto de morir por un misil ruso que destruyó la pizzería de Kramatorsk donde cenaba. Lo acompañaban su colega ucraniana, Victoria Amelina, que se llevó la peor parte -su diagnóstico es aún reservado-, la periodista Catalina Gómez y el excomisionado de paz Sergio Jaramillo, ellos dos también colombianos y afortunadamente sanos y a salvo. Estaban allí para participar en la Feria del Libro de Kiev y presentar la campaña ¡Aguanta Ucrania!, un gesto simple y modesto, voces de destacados escritores latinoamericanos apoyando la resistencia ucraniana, que sin embargo tenía un valor moral importante.

Compensaba la ambivalencia con la que muchos líderes latinoamericanos, desde el derechista Bukele al izquierdista Lula, se han referido a la agresión rusa en Ucrania. Si la política fallaba, bienvenida la cultura. El cálculo mezquino y las taras ideológicas de los políticos debían ser compensados con la claridad de los escritores. Era poco, pero era algo. Al menos dejaba constancia de que hubo intelectuales que, ‘à la Camus’, dijeron «no». Un «no» a las patrañas de Putin por el que Héctor y los demás casi pierden la vida, pero que evitará la vergüenza total de una región siempre dispuesta a denunciar el imperialismo, pero incapaz de verlo cuando deja de ser un espejismo y se convierte en realidad.

 

 

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