Guerra en Ucrania, ¿oportunidad para Cuba?
Los cubanos no tienen grandes empresas en Rusia; lo que sí tienen, cultivada durante más de una década, es una inmensa red de contactos. ¿Cómo podrían aprovecharla?
Entre losefectos nocivos que la invasión a Ucrania traerá para la economía cubana, los más significativos son la interrupción absoluta del turismo ruso y la subida histórica de los precios de combustibles, alimentos y materias primas. Todo ello, afectará la capacidad importadora del Gobierno cubano, de la cual depende el 70% de los alimentos que consume el pueblo, solo por mencionar lo más trascendente.
Una disminución de la oferta de comida, algo a lo que las familias cubanas dedican más de la mitad de sus ingresos, repercutirá inmediatamente enla inflación, que también se verá exacerbada por el déficit fiscal, debido al incontrolable gasto gubernamental principalmente en la muy subsidiada y ahora encarecida oferta de energía eléctrica, de la cual depende la estabilidad política del castrismo.
Mal favor le está haciendo Putin a sus aliados caribeños. Pero, ¿y si en medio de esta tragedia hay una oportunidad?
Hasta ahora, uno de los resultados más importantes del conflicto es la depreciación del rublo. La moneda del país agresor perdió inicialmente cerca del 40% de su valor con respeto al dólar y, aunque se ha revalorizado gracias a los controles de capitales impuestos por el Gobierno ruso, así como a su probablemente temporal conversión en oro, teniendo en cuenta la situación de base de la economía rusa, lo más probable es que el tipo de cambio se estabilice a la baja y, como consecuencia, sea más barato comprar en Rusia.
Normalmente, una devaluación pronunciada sería aprovechada por el resto de actores internacionales para adquirir productos rusos; no obstante, los condicionamientos políticos han forzado la salida de muchas grandes empresas extranjeras de ese país, impidiendo tal efecto.
Los cubanos no tienen grandes empresas en Rusia; lo que sí tienen, cultivada durante más de una década de experiencia, es una inmensa red de contactos, know-how e infraestructura, todo informal, para llevar productos a Cuba desde el país eslavo usando «mulas».
Pero, contrario a lo que podría esperarse, que sea muchísimo más barato importar desde Rusia no significa que automáticamente bajarán los precios en Cuba. Es una idea muy extendida —incluso entre economistas— creer que los costes determinan los precios, pero la realidad es que los precios —y los costes no son más que precios intermedios— dependen de la demanda final, es decir, de la valoración de los consumidores.
Por lo tanto, los primeros que viajen a Rusia obtendrán ganancias extraordinarias, pues con la misma cantidad de dólares que antes podrán ahora adquirir mucha más y mejor mercancía para vender a los precios actuales en Cuba, que están por las nubes.
Esas ganancias extraordinarias harán de efecto llamada para que muchos más cubanos que habitualmente van a Panamá, México o Miami, elijan Moscú como destino de su inversión, y esos mismos, cuando regresen desde el país eslavo, competirán por vender su mercadería rápidamente para poder reiniciar el ciclo. Es ahí, en esa competencia por vender, donde comenzarán a bajar los precios, rebajas que incluso desbancarán a quienes estén importando desde otros orígenes ahora encarecidos con respecto a Rusia.
Si tenemos en cuenta la importancia y extensión del mercado negro en Cuba, y que, exceptuando las carísimas tiendas MLC estatales, es donde único puede adquirirse ropa, electrodomésticos, piezas de automóviles, artículos de ferretería y hasta medicinas vitales, no es descartable que una dinamización de las importaciones desde una Rusia sedienta de dólares le dé un buen respiro al asfixiado bolsillo del pueblo, aunque con el probable y paradójico efecto de acelerar la devaluación de la moneda nacional.
Claro, nada de esto comenzará hasta que los vuelos se restauren, lo que puede tardar tanto como la guerra misma, y llevar a creer que, cuando se acallen los cañones, el valor del rublo se recuperará rápidamente esfumándose la oportunidad.
Pero, aunque con la paz es esperable una recuperación del rublo debido a un efecto rebote por los habituales «excesos del tipo de cambio», es muy improbable que se revalorice a niveles prebélicos. La experiencia similar más próxima está en 2014, cuando Putin se robó la península de Crimea. Entonces, el rublo se desplomó más del 25% y jamás recuperó su valor anterior, de hecho, aunque más lentamente, continuó su caída. Por lo tanto, la oportunidad para Cuba existirá sin importar cuánto tarde en restablecerse el puente Habana-Moscú.
La única variable imprevista en toda esta ecuación es cómo reaccionará el Gobierno castrista cuando se percate de que los cubanos pueden mejorar, aunque sea mínimamente; pues en Cuba también hay una guerra, la del castrismo contra la prosperidad del pueblo.