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Gustavo Petro, ¿el presidente narco?

El presidente colombiano sostuvo que había que “acabar con la guerra contra las drogas” y que las muertes por drogas en el mundo son “mínimas”

Gustavo Petro, Colombia, elecciones

LA HABANA, Cuba.- Menos de dos meses lleva Gustavo Petro como presidente de Colombia y ya alarman algunas de sus medidas y expresiones públicas. Ha restablecido relaciones con el régimen de Venezuela, pese a que existen indicios de la vinculación de Maduro con las guerrillas colombianas, y anunció la reanudación de las negociaciones de paz en Cuba entre su gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Aunque en 2016 el expresidente Juan Manuel Santos firmó un acuerdo de paz -que el pueblo colombiano rechazó en referendo-, se considera fallido y favoreció la impunidad de líderes guerrilleros, dándoles, además, puestos en el gobierno. María Werlau, directora del Archivo Cuba, en su libro titulado “La intervención de Cuba en Venezuela: una ocupación estratégica con implicaciones globales”, expone cómo los guerrilleros, entre ellos Jesús Santrich, violaron el acuerdo pues continuaron con el narcotráfico. Para resolver este conflicto Petro recurre, una vez más, a La Habana, un viejo socio de la guerrilla colombiana; también en el anterior proceso de negociación medió el régimen de Venezuela.

Además, el militante de izquierdas y ex guerrillero ha manifestado simpatías con el dictador cubano Fidel Castro y alabado el pésimo sistema de salud cubano.

Por si fuera poco, su reciente intervención ante la 77° Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido aterradora. Veamos algunas de las ideas que sostuvo en este discurso, las cuales Cubadebate definió como “contundente, poético, estelar y necesario”:

El presidente colombiano sostuvo que había que “acabar con la guerra contra las drogas” y que las muertes por drogas en el mundo son “mínimas”. No obstante, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), solamente en Estados Unidos murieron más de 100 mil personas en 2021, fundamentalmente jóvenes, por sobredosis.

El informe reveló que “alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26% respecto a la década anterior. Las personas jóvenes están consumiendo más drogas y los niveles de consumo actuales en muchos países son más altos que los de la generación anterior. En África y América Latina, las personas menores de 35 años representan la mayoría de quienes reciben tratamiento por trastornos relacionados con el consumo de drogas. El Informe estima que, a nivel global, 11.2 millones de personas se inyectan drogas. Alrededor de la mitad vive con hepatitis C; 1.4 millones con VIH y 1.2 millones, con ambos”.

Estos son algunos de los daños que Petro estima como “mínimos”.De igual forma, su discurso se basó en advertir sobre las consecuencias del “cambio climático” y cómo la “guerra contra las drogas”, es decir, contra el narcotráfico, es “irracional” y “está destruyendo el Amazonas”, pues la coca “es una planta sagrada”.

En su apología a las drogas, obvió Petro otro dato importante: el cultivo de coca también tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente. Según el informe de la ONU anteriormente citado, un impacto ambiental asociado al cultivo ilícito de coca son “la considerable deforestación (…); los residuos generados durante la fabricación de drogas sintéticas, que pueden llegar a ser de 5 a 30 veces el volumen del producto final y el vertido de residuos, que puede afectar directamente el suelo, el agua y el aire, así como indirectamente a los organismos, los animales y la cadena alimentaria”.

Las guerrillas narcotraficantes en Colombia, responsables de gran parte de la violencia en el país (asesinatos y secuestros), lideran el cultivo de coca y se esconden, precisamente, en el Amazonas. En cambio, Petro propone detener la lucha contra estos “cultivadores”, así como su encarcelamiento y extraditación para ser enjuiciados por sus crímenes.

No satisfecho, Petro aseguró también que el petróleo y el carbón “son más dañinos que las drogas”. Obvia que son estos combustibles fósiles necesarios para generar energías y parte importante de la industrialización de la sociedad actual; las drogas solo benefician a los narcotraficantes, esos que él apunta como víctimas, y sus usos médicos no justifican esta criminalidad.

Para rematar, Petro señaló que las personas emigran al norte “en busca de agua”, ignorando, de esta forma, el hecho de que los emigrantes huyan de la violencia, miseria y de sistemas dictatoriales.

Casi veinte minutos de intervención ante el principal organismo internacional y se dedicó básicamente, con un discurso que pretendía ser poético, a apoyar el cultivo y comercialización de las drogas, causantes de tantas muertes en el mundo y de tanta criminalidad en su país. ¿Qué pretende con esto Petro?

En algo tuvo razón: la guerra contra las drogas ha fracasado. Pero la solución de Petro parece ser legalizarlas, imponiendo el crimen organizado y el tráfico internacional. Quizás aspire él, como presidente del país considerado el mayor productor de coca en el mundo, liderar ese negocio.

Ya un presidente, Manuel Noriega, en Panamá, intentó conformar un Estado narco; con este también La Habana estuvo vinculado en el negocio del narcotráfico, el que Fidel Castro intentó zanjar con el fusilamiento de Arnaldo Ochoa y varios de sus cómplices en 1989.

Lo que menos necesita Colombia es un presidente narco.

 

 

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