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¿Hasta dónde llegará la adulonería castrista a Xi Jinping?

La Escuela Superior de Cuadros del Estado y del Gobierno, en La Habana, efectuó un seminario sobre el pensamiento del mandatario chino.

Xi Jinping.
Xi Jinping. AFP

 

 

En el transcurso de sureciente gira por cuatro naciones de tres continentes, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel fue pródigo en halagos para los mandatarios de esas naciones. Hasta cierto punto es lógico que así fuera. Es lo que correspondía a alguien que iba a solicitar ayuda urgente, casi una limosna,  para un país a punto de naufragar.

Sin embargo, no son pocos los que consideran que la cima de los elogios se apreció en Beijing ante el hombre fuerte de China, Xi Jinpig. Allí Díaz-Canel valoró «los aportes teóricos y prácticos del líder chino al frente del Partido Comunista de su país»; le transmitió a Xi el criterio de Fidel Castro, «quien destacó la capacidad y firmeza de usted como líder revolucionario»; así como también alabó «la enorme sensibilidad en la dirección china, y en particular en el presidente Xi Jinping».

Si fuéramos a buscar las causas de semejante guataquería sería preciso indagar en la situación que presenta la economía cubana con cada una de las naciones visitadas. Por supuesto que la Isla tiene deudas con Rusia, Turquía, Argelia y China. Sin embargo, lo que les debe a las tres primeras no se acerca a la deuda que mantiene con el gigante asiático. De ahí la dulzura con que el heredero de los Castro pretendió «entrarle» al presidente chino.

Aunque no se dijo públicamente el monto de la deudade La Habana con Beijing, si analizamos el déficit comercial de Cuba con China podemos llevarnos una idea que nos acerque a esa cifra. De acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba 2021, durante el sexenio 2016-2021, Cuba exportó a China bienes y mercancías por un total de 2.310.131.000 dólares. Mientras tanto, sus importaciones desde ese país alcanzaron los 8.695.857.000 dólares, lo que arroja un déficit comercial ascendente a 6.385.726.000 dólares.

Los déficits comerciales con las otras naciones fueron de 2.419.105.000 dólares con Rusia, 1.540.184.000 dólares con Argelia, y 300.409.000 dólares con Turquía.

Al mandatario cubano no le quedó más remedio que reconocer el incumplimiento de la Isla con el pago de la deuda contraída con China, aunque, como siempre, adujo factores ajenos a la gestión de su Gobierno, como el «bloqueo» de EEUU, los efectos de la pandemia del coronavirus, los fenómenos meteorológicos, y los accidentes acaecidos en este 2022.

Díaz-Canel le tributó un rosario de juramentos al mandatario chino acerca de la manera en que se usaría la nueva ayuda de Beijing a la Isla. «Cómo haremos bien las cosas, cómo aprovecharemos las oportunidades, cómo seremos eficientes, cómo no malgastaremos los recursos, y cómo lograremos que las inversiones tengan un adecuado rendimiento.»

Y no conformes con los halagos y promesas que el jefe de Estado le dijo cara a cara al mandamás asiático, los jerarcas del castrismo han insistido en la adulonería a Xi Jinping. Hace poco trascendió que, organizado por la parte cubana por la Escuela Superior de Cuadros del Estado y del Gobierno, se efectuó un seminario cubano sobre el pensamiento de Xi Jinping, en torno al socialismo con características chinas.

Habría que decirles a los organizadores de ese evento que los cubanos estaríamos muy interesados en otro seminario, sobre otra destacada personalidad de la China contemporánea. Se trata de la figura de Deng Xiaoping, el autor de las reformas promercado que sacaron a China del atraso y el inmovilismo, y la llevaron a los primeros planos de la economía internacional.

La gira de Díaz-Canel puso de manifiesto una vez más que Cuba solo tiene la incondicionalidad política —con la consiguiente merma de su soberanía— para pagar sus deudas, sobre todo las contraídas con Rusia y China. A la primera, con el apoyo a la invasión a Ucrania; y al gigante asiático, con la adulonería a su máximo dirigente. Un dirigente que, al paso que va, pronto construirá un culto a la personalidad en torno a su figura. Más o menos al estilo de Mao Tse Tung.

 

 

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