No ha pasado un año desde su apertura y ya las tiendas que venden alimentos y productos de aseo en divisas atraviesan una crisis. Poco suministro y larguísimas colas marcan las jornadas en los comercios más criticados del país, los únicos, sin embargo, que todavía tienen más de una decena de productos en sus estanterías.
«No vale la pena venir, entre los revendedores y el desabastecimiento ya esto parece una bodega» del mercado racionado, comenta a 14ymedio un cliente que este lunes aguardaba a las afueras del mercado en moneda libremente convertible (MLC) de la calle San Rafael, en La Habana. «Llegué a las 5:15 de la madrugada y la cola daba la vuelta. ¿De dónde salió tanta gente si el toque de queda es hasta las cinco?».
Los mercados en MLC se han convertido en el nuevo modus vivendi de miles de cubanos que tienen una tarjeta magnética con moneda extranjera. Compran granos, productos cárnicos, lácteos y conservas que luego revenden en el mercado informal. Los ansiosos clientes pagan por no hacer largas filas, para evitar el contagio por covid-19 y también por no tener acceso a la divisa.
«Hace unos años yo no hacía esta cola ni por carne de res pero ahora hasta para cuadritos de sopa hay que hacerla»
«Están desabastecidas, pero si las comparas con las tiendas en pesos cubanos, parecen de lujo», reflexiona a las afueras del mercado de Boyeros y Camagüey una cliente. «Todo el que ha salido hoy lo único que lleva es chícharos y malta, pero yo estoy aquí porque necesito comprar yogur y harina», asegura. «Hace unos años yo no hacía esta cola ni por carne de res pero ahora hasta para cuadritos de sopa hay que hacerla».
Los revendedores no utilizan la tasa de cambio oficial para el dólar, fijada en 1 por 24, sino que se guían por el precio de los fulas en el mercado informal. «La gente se queja de que está cara la mercancía pero esta lata grande de puré de tomate concentrado la estoy vendiendo en 800 pesos porque me cuesta unos 18 dólares, más una madrugada. Yo pongo el dólar a 47 CUP así que casi que estoy regalando la mercancía».
Las tiendas en divisas han provocado un hondo malestar entre amplios sectores sociales. Ante la avalancha de quejas populares por las diferencias sociales que ahondan estos mercados, el ministro de economía, Alejandro Gil, intentó calmar los ánimos en diciembre pasado y aseguró que la apertura de tiendas en divisas para la venta de alimentos y productos de aseo era «una decisión de justicia social y de socialismo».
«Un mercado desabastecido no capta divisas«, explicó entonces el ministro para referirse a lo que muchos cubanos han catalogado como un «apartheid monetario» que divide a la sociedad entre quienes tienen dólares para adquirir productos en estos comercios y los que deben conformarse con la red de locales en moneda nacional.
No obstante, en la misma medida en que una gran parte de la sociedad cubana critica la apertura de estos comercios, otros han visto crecer sus recursos sirviendo como puente entre las mercancías en dólares y los ansiosos clientes que no encuentran estos productos en las tiendas en pesos cubanos o convertibles.
«Llámame para más detalles sobre lo que voy a tener mañana. Mercancía de primera y de las tiendas en dólares«, reza un anuncio. «Déjame la cola a mí y evita salir de casa, del mercado a tu mesa», añade el clasificado. «No te preocupes que yo me ocupo», precisa el breve texto que invita a seguir «las ofertas por WhatsApp».