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Héctor Quintero Montiel: La democracia en 2024, entre guerras y comicios, zigzaguea

 

La democracia a prueba. Este año que recién se inicia, 2024, será eminentemente electoral. Al menos 74 países –algunos de ellos de gran relevancia por su tamaño o su influencia geopolítica– se acercarán a las urnas para elegir jefes de Estado y de Gobierno, diputados o representantes regionales y locales. que en conjunto reúnen más de la mitad de la población mundial, entre ellos podemos mencionar Estados Unidos, Rusia, India, México, Venezuela, Taiwán y los de la Unión Europea, tienen una cita con las urnas este nuevo año. En total, unos 4.000 millones de personas estarán llamados a votar, lo que representa casi el 51% de la población mundial.

Esta paradoja refleja el hecho de que la democracia es algo más que votar.  Sin embargo, la paradoja de este gran año de votaciones públicas es que tiene lugar en medio de una «recesión democrática», un retroceso de casi dos décadas, en general, en las libertades políticas. Las elecciones abiertas y competitivas que permiten a los ciudadanos elegir quién los gobierna son una condición esencial de una sociedad libre. Pero no es la única condición. 

Los resultados definirán la manera en que se gobernará el mundo en las próximas décadas. Al mismo tiempo, las falsas narrativas y las teorías de la conspiración se han convertido en una amenaza cada vez más global. Las acusaciones infundadas de fraude electoral han minado la confianza en la democracia. Las campañas de influencia extranjera por lo general van dirigidas a problemas nacionales polarizadores. La inteligencia artificial ha potenciado las labores de desinformación y ha distorsionado la percepción de la realidad. Todo esto mientras las principales empresas de redes sociales han flexibilizado sus salvaguardas y reducido sus equipos electorales. “Casi todas las democracias están bajo estrés, sin tomar en cuenta la tecnología”, dijo Darrell West, investigador sénior del Instituto Brookings, un laboratorio de ideas. “Cuando a eso le sumas la desinformación, simplemente se crean muchas oportunidades para causar problemas”. Según West, es una “tormenta perfecta de desinformación”.

La democracia, que se extendió por todo el mundo después de que terminó la Guerra Fría, enfrenta desafíos cada vez mayores a nivel internacional: desde migraciones masivas hasta alteraciones climáticas, desde desigualdades económicas hasta guerras. En muchos países, la lucha por responder de manera adecuada a estos desafíos ha erosionado la confianza en las sociedades liberales y pluralistas y les ha abierto la puerta a los llamados de populistas y líderes autoritarios.

Los países autocráticos, con Rusia y China al frente, han aprovechado las corrientes de descontento político para impulsar narrativas que socavan la gestión y el liderazgo democrático, a menudo respaldando campañas de desinformación. Si esas iniciativas tienen éxito, las elecciones podrían acelerar el ascenso inminente de líderes de mentalidad autoritaria. Entre las mayores fuentes de desinformación en las campañas electorales están los gobiernos autocráticos que tratan de desacreditar la democracia como modelo global de gobernanza.

Fyodor Lukyanov, analista que dirige el Consejo de Política Exterior y de Defensa, un centro de investigaciones alineado con el Kremlin en Moscú afirmó hace poco que 2024 “podría ser el año en que las élites liberales de Occidente pierdan el control del orden mundial”. Según Katie Harbath, fundadora de la empresa de política tecnológica Anchor Change y exdirectora de política pública de Facebook para gestionar las elecciones, expresó que la clase política tradicional de muchos países, así como organizaciones intergubernamentales como el Grupo de los 20, parecen estar a punto de sufrir una conmoción. La desinformación —difundida por medio de las redes sociales, pero también de la prensa, la radio, la televisión y de boca en boca— corre el riesgo de desestabilizar el proceso político.  “Llegaremos a 2025 y el mundo tendrá un aspecto muy distinto”, dijo Harbath.

Taiwán, tratando de protegerse de las campañas de desinformación chinas, el pasado 13 de enero logró realizar sus elecciones, eligiendo, a pesar de los ataques continentales, a un nuevo presidente, enfrentó una votación presidencial crucial, marcada por las ambiciones anexionistas del régimen de Pekín. La incertidumbre reina, ya que, aunque el candidato del independentista Partido Democrático Progresista gano los comicios, sin embargo, la amenaza china se hace sentir con intimidaciones, violaciones del espacio aéreo y operaciones de desinformación. El resultado determinará las relaciones entre la democracia taiwanesa y la dictadura china, así como el futuro de este pequeño país, vital en la producción de semiconductores para la era digital.

Solo en enero hay al menos siete elecciones. Pakistán e Indonesia —los países musulmanes más poblados, que han luchado por equilibrar la libertad de expresión con los esfuerzos por combatir la desinformación— celebrarán elecciones con una semana de diferencia en febrero. El Movimiento por la Justicia de Pakistán apoya al primer ministro Imran Khan. 

El 17 de marzo se celebrarán en Rusia las primeras elecciones a nivel federal desde el inicio de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, con el actual jefe del Kremlin, Vladímir Putin, de 71 años, como candidato a la reelección por quinta vez desde el año 2000 y con una victoria casi segura. Ucrania es precisamente uno de los países donde, según el calendario electoral, correspondería elegir un nuevo gobernante en 2024, pero no es todavía seguro que se convoquen elecciones. El mandato del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, vence el próximo 31 de marzo, pero mientras esté en vigor la ley marcial por la guerra con Rusia no se puede llamar a las urnas.

Dos países europeos, Portugal y Bélgica, renovarán sus Parlamentos en 2024: el primero el 10 de marzo y por adelantado, a consecuencia de la dimisión del primer ministro, el socialista António Costa, debido a una investigación por corrupción, y el segundo el 9 de junio y en coincidencia con las elecciones al Parlamento Europeo.

En la llamada «mayor democracia del mundo», la India, el país más poblado (1.428 millones de habitantes) y la tercer mayor economía del mundo, también se celebrarán elecciones en la primavera del 2024 (abril y mayo) y el primer ministro, Narendra Modi, cuenta con grandes posibilidades de lograr un tercer mandato consecutivo; sin embargo, se plantean interrogantes sobre la envergadura de la victoria del BJP, liderado por Modi. Este líder, con una popularidad enorme y un autoritarismo excluyente hacia los musulmanes, representa una incógnita para la estabilidad regional y global. La democracia india se ve desafiada por la concentración de poder y la creciente devaluación del pluralismo. El primer ministro ha advertido sobre contenido engañoso generado por la IA.

Entre las citas electorales del 2024 están las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán los días 6, 7, 8 y 9 de junio en los 27 países de la UE y que determinarán el rumbo de la política comunitaria. Aunque aún falta celebrar las primarias, los candidatos para las elecciones presidenciales en Estados Unidos podrían ser los mismos que en las de 2020: el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump, que representan modelos antagónicos de país.

Con el telón de fondo de dos conflictos armados que desangran a Ucrania y Gaza, la llegada del año 2024 se presenta sombría y desalentadora. Ambas guerras, una con casi dos años y tres meses de duración y la otra sin visos de tregua o negociación significativa, han exacerbado los bombardeos sobre poblaciones civiles, sumiendo a estas regiones en un final trágico que ha dejado a su paso «enorme sufrimiento, violencia y caos climático», según el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

La situación en Gaza se ha tornado paradójica, se ha solicitado un alto al fuego definitivo en lugar de las pausas humanitarias intermitentes. La contingencia exige la entrega de suministros, asistencia sanitaria y garantías de refugio, agua y alimentos para los 2,1 millones de gazatíes, quienes viven bajo reclusión y han sido desplazados en un 85% debido a los bombardeos y amagos del ejército israelí. El llamamiento a la paz y la justicia resuena más fuerte que nunca. 

De nuevo, las tensiones entre Ruanda y la República Democrática del Congo parecen estar aumentando, marcadas por un aumento de los enfrentamientos mortales entre las dos partes. El más reciente ocurrió cuando un soldado congoleño murió después de disparar contra una unidad de patrulla fronteriza de Ruanda. Pakistán retiró a su embajador en Teherán, un día después de que Irán lanzara ataques aéreos que, según Islamabad, alcanzaron el cuartel general de un grupo separatista insurgente suní. Las autoridades paquistaníes calificaron el ataque como una “flagrante violación” de su espacio aéreo y apuntaron que mató a dos menores. Irán y Pakistán, que tienen armas nucleares, se miran con recelo desde hace tiempo por los atentados insurgentes, Teherán asimismo atacó a Irak y Siria a raíz de un atentado suicida reivindicado por el grupo extremista Estado Islámico. 

En África, un continente donde la irresolución y la democracia se tambalean, en los pasados tres años se han producido nueve golpes de Estado, de tendencia izquierdista, se desconoce si las pocas democracias que aún imperan en el continente se puedan sostener, además se cierne la incertidumbre sobre una Libia descontrolada, agregamos la zozobra en Argelia y Túnez. Sin embargo, debemos resaltar que una de las elecciones más cruciales del continente tendrá lugar en Sudáfrica, que en el pasado ha enfrentado campañas de desinformación xenófobas, y los actos de corrupción del anterior gobierno.

Europa en junio, por su parte, realizará elecciones al Parlamento Europeo, donde el impulso de la extrema derecha podría cambiar el color de la Comisión Europea. La crisis migratoria inspira a euroescépticos y xenófobos, amenazando con alterar el equilibrio histórico de poder en la Unión Europea y condicionar sus políticas en cuestiones cruciales.

Mientras tanto, en España, el deterioro de las instituciones y la falta de consenso político, ejemplificado por el bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, reflejan el desafío que enfrenta la democracia en un contexto internacional lleno de incertidumbre. También en España habrá elecciones en 2024: además de las europeas, habrá autonómicas en Galicia, el 18 de febrero, y en Euskadi, en una fecha posterior.

Sin embargo, la elección más determinante se reserva para noviembre, con la decisión presidencial en Estados Unidos. Las encuestas, preocupantes, reflejan la posibilidad de una victoria de Donald Trump, a pesar de su caótica presidencia y sus problemas legales. La incertidumbre en torno a su liderazgo afecta a aliados y vecinos, generando preocupaciones sobre la inestabilidad mundial y las consecuencias para la democracia y el Estado de derecho.

El 2024 se vislumbra, pues, como un año de decisiones cruciales, donde los eventos electorales pueden influir en la estabilidad global. La Unión Europea se encuentra en la encrucijada de definir su posición en medio de la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos. En este escenario, la humanidad debe buscar caminos hacia la paz y la justicia, trabajando juntos para superar los desafíos que se presentan en el nuevo año, un año de intranquilidad, incertidumbre e inseguridad.

 

 

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