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Henry Escalona Meléndez: Nuevos Nombres

 

Estos domingos pandémicos, mi familia sigue cumpliendo la obligación de dedicar el domingo a Dios atendiendo la misa que el episcopado venezolano celebra por medios televisivos. La liturgia radioeléctrica es oficiada desde la iglesia del Inmaculado Corazón de María en la urbanización El Rosal por nuestro apreciado Cardenal Baltazar Porras, lo que da la oportunidad a muchos venezolanos y a ancianos como mi madre, ya en los 94 años, de poder recibir de una figura eclesiástica de tanta trascendencia el mensaje moderador y respetado de la iglesia católica y esperar con fe que se acabe la emergencia sanitaria y que el cielo nos conceda tiempos mejores en lo político, social y económico.

Quienes no tenemos la edad de Aída, que así se llama mi mamá, también presenciamos la misa televisada que nos reúne familiarmente pues no tenemos, por razones sanitarias, la oportunidad de participar con los amigos y conocidos de nuestra parroquia eclesiástica. Pero lo que me cuesta superar es responder la liturgia en la pantalla de la TV, pues desde niño me acostumbré a que la tele solo envía mensajes y nunca los recibe de manera directa (como creía el camarada Pedro Carreño), y se me hace difícil responder a las formulas de la celebración eucarística televisadas, pero sí pongo atención a las lecturas de la palabra y a las homilías del cardenal oficiante; a estas últimas dedico mi mejor atención.

Este pasado domingo 6 de septiembre, me cautivó la lectura del evangelio de San Mateo que narraba unas instrucciones de Jesús a sus discípulos, llenas de un contenido comunitario que me impresionó desde que escuché su lectura por el sacerdote que oficiaba con el administrador arzobispal, y pedía el redentor por boca de su evangelista que “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano”.

Durante todo el tiempo que duro la misa televisada, y después también, quedé pensando en cuanta sabiduría había en el texto de Mateo, aplicable no solo a los tiempos de la andadura terrenal de El Redentor, sino también, y mucho, a estos tiempos que me ha tocado compartir con ustedes durante mi breve espacio en esta localidad planetaria.

Pues vean ustedes que en estos tiempos de comunicaciones electrónicas, que nos regalan facultades cercanas a la telepatía para comunicarnos entre nosotros, veo con preocupación que esa facilidad de acercarnos a multitudes es desaprovechada y se hace perjudicial al no cumplir, como corresponde entre cristianos, tales recomendaciones de Cristo.

Al no cumplir las recomendaciones de cómo se debe reprender a una persona con la que tenemos relaciones de cercanía o comunidad de intereses, y usar las facilidades comunicacionales para criticar sin comprobar, para difundir rumores que al final resultan falsos, para remitir informaciones que no sabemos dónde se originan, para complacer nuestros odio hacia alguna persona o institución, hemos destruido reputaciones de personas que no tienen el derecho a defenderse y a las que no conocemos sino por las redes o los medios comunicacionales. Reproducimos, diría que por placer, rumores que nos agradan sobre situaciones que no se han producido y sin conocer la intención de quien lo remite o su existencia (buena parte de la información política –nacional e internacional- se genera en laboratorios de información electrónica dirigida a producir efectos sociales y políticos).

Cuando se vive en un mundo polarizado y lleno de vanidades que sienten placer en la sensación del “yo lo dije primero”, es muy difícil que se pueda cumplir con la obligación cristiana y de ética universal de amonestar en privado antes de pasar a la crítica colectiva.

Mucha gente usa los medios electrónicos para demostrar su amor por la tierra y sus habitantes, para comunicar buenas noticias, para demostrar interés positivo en el futuro de de la humanidad, pero tantos como esos hay otros que, sin disciplina para el uso de estas comunicaciones, opinan sobre otras personas y publican, sin razonamiento ni información previa, opiniones destructivas sobre personas que ni siquiera conocen, abarcando un abanico de odio e intolerancia que va desde el papa Francisco (comunista, reptiliano, conspirador masónico, corrupto, pederasta, satanista y mas cosas feas que lo llaman desde que era Jorge Bergoglio S.J.), pasando por Greta Thunberg (títere de las transnacionales, fascista ambiental, complotada contra la industria, retardada mental y cualquier cosa que el odio inspire) o Malala Youzafzai (enemiga del islam, favorecida del sistema occidental y muchos etceteras) o la tan vapuleada oposición venezolana (colectiva o individualmente considerada).

La oposición venezolana, que no tiene el respaldo institucional del papado, ni la frescura y esperanzas de Greta o Malala, es blanco de los odios y dudas que existen entre sus miembros, que se han vuelto incapaces de razonar entre ellos para concertar una estrategia de futuro que no sea su propia voz como vanguardia. El no saber exigir privadamente las conductas objetivamente correctas, el correr a comunicar a la colectividad los errores del otro antes que los aciertos propios, ha hecho que la división y la desunión favorezcan la permanencia de quienes ya deberían haberse ido.

No quiero profundizar sobre el efecto de no discutir privadamente los errores que pululan en los sectores políticos que se hacen llamar democráticos en esta Venezuela enloquecida en facebook, instagram, twitter, whatsapp, tik tok o cualquiera de los medios de ese gran etcétera electrónico.

Espero que pronto se sumen nuevos nombres a la intención de corregir la verruga histórica que afea nuestra democracia, a quienes los demonios del teclado probablemente agredirán de manera gratuita. La base social, alejada de las dirigencias políticas existentes (rojas o de otro color) producirá sus propios líderes y dirigentes, esperemos antes de criticarlos y démosle la oportunidad de participar en esta lucha que es de todos.

Les pido disculpas por el tono regañón y curíl, pero es que no lo podía decir de otra manera.

 

 

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