‘Homo politicus’
Los humanos vamos a menudo contra nuestros intereses y rechazamos arreglos que juzgamos vejatorios
A ti y a tu mejor amigo os ha tocado un millón de euros en un juego muy particular. Él puede decidir cuánto dinero os quedáis cada uno. Y tú puedes aceptar el reparto o rechazarlo, en cuyo caso ambos perdéis el premio. Si tu amigo te ofrece mil euros, quedándose el resto, ¿qué harías? De acuerdo con la teoría hegemónica durante décadas en las ciencias sociales, la de que somos racionales, u homoeconomicus, deberías transigir. Es lo más sensato, pues mil euros es mejor que la alternativa: cero. Pero infinidad de estudios que han reproducido este juego en todo tipo de contextos, de las metrópolis más modernas a la estepa siberiana o la jungla amazónica, indican que, en el mundo real, los humanos vamos a menudo contra nuestros intereses y rechazamos arreglos que juzgamos vejatorios.
Estos días tenemos en la política española dos ejemplos de este sempiterno dilema entre interés y sentimiento. En Madrid, la dirección de Podemos puede dejar que Errejón reproduzca la exitosa coalición de Carmena en la Comunidad o presentar una candidatura propia, precipitando probablemente el fracaso de ambas formaciones. Racionalmente, los dirigentes morados deberían aceptar la oferta de Errejón. Allá donde Podemos ha puesto las siglas al servicio de una plataforma más inclusiva, como los comunes de Colau o el Ahora Madrid de Carmena, no solo ha logrado el sorpasso al PSOE, sino que ha ganado las elecciones. Iglesias, con Errejón postrado a sus pies tras Vistalegre II, alabó su “inteligencia” y “capacidad para seducir a los que faltan”. Sabe que, bajo el mando de Errejón, pueden competir con Gabilondo. Por separado, ni Podemos ni Errejón podrán.
De forma parecida, los independentistas catalanes son conscientes de que cualquier migaja presupuestaria que Sánchez les conceda es más beneficiosa que vetar las cuentas públicas. Si, incapaz de aprobar los Presupuestos, el Gobierno socialista convoca elecciones, en el horizonte aguarda una hostil coalición de derechas.
Sin embargo, tanto podemitas como independentistas se sienten traicionados. Unos, por un Errejón que ha maniobrado a sus espaldas, y los otros, por un Sánchez que no ha hecho los gestos esperados. Y el desengaño es un acicate más afilado que el interés. Pero, si acaban eligiendo contra sus propios intereses, no los juzguemos severamente. Como nosotros, los políticos son humanos, no homoeconomicus. @VictorLapuente