Hungría y Polonia no ceden en su veto al presupuesto de la UE
Alemania descarta cambios en el sistema de control del Estado de derecho
La presidencia alemana había pedido que los gobiernos de Hungría y Polonia dijesen cuanto antes si van a mantener su veto a los presupuestos, para poner en marcha la alternativa que les dejaría fuera del fondo de recuperación, y la respuesta ha sido una desafiante sugerencia de que ellos pueden forzar la convocatoria de una cumbre extraordinaria, además de la que se ha previsto para mañana y en la que seguramente esta será una de las cuestiones más importantes. Eso al menos es lo que dijo ayer tarde el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, en una rueda de prensa en Varsovia. «Puede suceder que sea necesaria otra cumbre o tal vez habrá más meses largos de negociaciones y un posible presupuesto provisional. No se deben descartar escenarios en esta etapa».
Después de esta comparecencia se anunció que el primer ministro húngaro, Viktor Orban, viajaba anoche a Varsovia, para mantener una posición coordinada entre los dos. Las últimas declaraciones del húngaro no son en ningún caso favorables a la flexibilidad, porque se refieren a su idea de que su partido, Fidesz, debería tener «una relación más flexible» con el grupo popular europeo, del que aún forma parte, aunque está suspendido.
Tanto los nacionalistas polacos como los húngaros se oponen a que se instaure un mecanismo que condiciona la recepción de fondos europeos al cumplimiento de los principios democráticos, que ya ha sido aprobado, y lo hacen vetando el presupuesto comunitario para los próximos siete años, que asciende a 1,1 billones de euros, que ha de aprobarse por unanimidad y del que depende también la puesta en marcha del fondo de recuperación que suma otros 750.000 millones.
Este martes se reunieron por videoconferencia los ministros de Asuntos Europeos para preparar la cumbre y el alemán, Michel Roth, dijo que la presidencia alemana sigue negociando; pero descartó que se pueda revisar el contenido de los acuerdos ya alcanzados, tanto sobre el mecanismo de control del respeto al Estado de derecho como los presupuestos. «Polonia y Hungría tienen unas peticiones, pero también tenemos la posición del Parlamento Europeo y de los demás países y lo que hemos prometido ha de cumplirse».
Al choque
Así las cosas, los gobiernos de Hungría y Polonia van por ahora directos hacia una batalla sin precedentes en la historia de la Unión. La Comisión y el reto de los gobiernos ya han amenazado con usar artillería pesada que sería la puesta en marcha del «plan B» elaborado por la Comisión y que significaría prorrogar los actuales presupuestos y construir el fondo de recuperación sin estos dos países utilizando el mecanismo de la cooperación reforzada.
El resultado es que Polonia y Hungría perderían una buena parte de los fondos de cohesión, estarían excluidos del fondo de recuperación para reactivar la economía después de los efectos de la pandemia y no lograrían su objetivo, puesto que el mecanismo de condicionalidad del estado de derecho, que es lo que se niegan a aceptar, seguiría en vigor. Polonia y Hungría rechazan el Mecanismo de Estado de Derecho por razones de política interna.
En Polonia los sectores nacionalistas afirman que se usaría para imponer ideas liberales a la sociedad polaca, mientras que Orban imagina que con esa amenaza no podría seguir oponiéndose a la idea de aceptar inmigrantes. Sin embargo, tanto en Hungría como en Polonia, cientos de ayuntamientos, incluyendo los de las dos capitales, se han dirigido a la Comisión Europea para pedir que les permitan gestionar directamente los fondos europeos, para soslayar las posiciones de sus dos gobiernos.
En una carta enviada ayer el lunes y firmada por los responsables de la administración de las principales ciudades de los dos países que presentaron conjuntamente los alcaldes de Budapest y Varsovia, Gergely Karácsony y Rafal Trzaskowski, intentaban desmarcarse de los ejecutivos de sus países. «Queremos subrayar que los Gobiernos (de Hungría y Polonia) no representan la voluntad de los ciudadanos húngaros y polacos», afirmó Karácsony mientras que su colega polaco dijo que en la UE «todos deben respetar el Estado de derecho. Si no hay puntos comunes, la comunidad será cada vez más débil».