Una cita con…Huxley en el Caribe (1)
Es un placer para América 2.1 ofrecer hoy, en su sección «Una cita con…» la primera de dos partes dedicadas al escritor británico Aldous Huxley. Una de las características más evidentes del afamado escritor fue la de ser un viajero empedernido. Entre viaje y viaje, le da forma a una obra literaria muy reconocida, en especial gracias a «Un Mundo feliz» (Brave New World, 1932), una novela distópica en la que Huxley ofrece una visión pesimista del futuro, el cual nos trae una sociedad de castas, regida fundamentalmente por el condicionamiento psicológico.
Pero es el espíritu de viajero perenne el que queremos destacar en estas dos entregas sobre Huxley. En la primera, Ibsen Martínez nos hace un breve resumen de su vida de nómada impenitente; en la segunda, la próxima semana, tendremos la posibilidad de leer la traducción de Ibsen de un texto del autor británico sobre un crucero que realizara en 1934 por el Caribe. La bitácora de ese viaje fue publicada bajo el título Beyond the Mexique Bay, un registro exquisito, sarcástico e hilarante de la pintoresca cotidianidad en las provincias.
Disfrutemos entonces primero, del texto de Ibsen que nos sirve de introducción para su traducción, que veremos en la próxima entrega, de Beyond the Mexique Bay.
Marcos Villasmil / América 2.1
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A propósito del viaje de Aldous Huxley al Caribe
Huxley y su esposa Marie
Aldous Huxley (1894-1963) ya había publicado con resonante éxito su clásico Un mundo feliz (Brave New World, 1931), otra novela tan idiosincrásicamente suya como Los escándalos de Crome (Crome Yellow, 1921) y el alarde de virtuosismo técnico que sigue siendo Contrapunto (Point Counter Point, 1928), cuando él y su esposa, Marie Nys, decidieron adquirir un Citroën con el que viajaron infatigablemente por toda Europa.
Ya desde 1921, los esposos Huxley habían fijado residencia en Forte dei Marmi, al norte de Pisa. Fue en ese trecho de su vida cuando Huxley comenzó a cultivar su gusto por los viajes largos. Conducido por Marie, el Citroën terminó haciéndose célebre en uno los primeros libros de viajes firmados por Huxley: A lo largo del camino: notas y ensayos de un turista, publicado en 1925.
Una escapada a Túnez que ambos habían imaginado corta disparó, en cambio, un ataque agudo de wanderlust que los llevó, alrededor del mundo, hasta la India –donde permanecieron varios meses–, la antigua Birmania, Singapur, la Federación Malaya, Filipinas, Japón y, finalmente, a una gira por los Estados Unidos. Este último viaje quedó reseñado en Jesting Pilate: An Intellectual Holiday (1925), algo así como “Pilatos bufón: una vacación intelectual”. Luego, la pareja se establecería por mucho tiempo en el sur de Francia.
Desde allí, siempre en el Citroën, harían varios viajes a España, país que llegaron a conocer muy bien. Fue por tierra como Huxley viajó a Barcelona, en 1929, para asistir al Congreso de Cooperación Intelectual. Tras una semana en Barcelona, emprendieron un viaje que los llevó a sitios tan alejados entonces de toda guía turística como Tarragona, Almería, Ronda, Jerez, Cádiz y Burgos. Regresaron a Francia, vía San Sebastián. Su último viaje a España tuvo lugar en 1933. Al año siguiente, hicieron un prolongado crucero transatlántico que los llevó al Caribe.
El propósito era dejar en Jamaica el confortable y lujoso transatlántico, luego de algunas paradas en las islas anglófonas de Barbados y Trinidad y de una parada en Caracas, para abordar en Kingston un paquebote bananero de bandera holandesa que los conduciría a Centroamérica.
Beyond the Mexique Bay (1934) es la bitácora intelectual de ese viaje. Sus entradas fueron escritas en sitios tan exóticos y, para la época, poco visitados por la intelectualidad europea como podía ser Puerto Barrios, en Belice. Pero el interés primordial de los Huxley estaba en la vasta comarca, hoy entre guatemalteca y mexicana, que, remotamente en el tiempo, había sido maya: Quiriguá, Ciudad de Guatemala, Ciudad Vieja, Antigua, Atitlán, Chichicastenango, Sacapulas, Momostenango, Copán, Miahuatlán, Ejutla, Oaxaca, Montalbán, Cholula y, finalmente, ya de salida, la Ciudad de México.
La “Bahía Mexicana” era el nombre que la imaginación cartográfica inglesa del siglo XVI daba al Golfo de México. No es un libro de etnografía amateur –aunque Huxley, siempre “interesado en todo con excepción de nada”, estaba hondamente familiarizado con esta disciplina–. Tampoco es una colección de apuntes exotistas.
Más de una parada en su periplo suscita en él excursos y reflexiones que no gustarán a los actuales abogados de la corrección política, pero la mayoría de sus anotaciones, por no decir todas, son efusiones íntimas de un raro vuelo literario.