Idiotas sabios
Los llamados idiotas sabios son personas con gran retraso mental, pero, paradójicamente, poseedoras de algún talento en grado excepcional. Los ha habido especialmente dotados para la música, las artes visuales, el cálculo matemático mental, la mecánica y algunos han poseído una memoria eidética, o fotográfica. Seis de cada siete de esas paradojas vivientes han sido varones y se cuentan entre ellos varios casos de autistas.
Los bebés que padecen el síndrome de Williams no balbucean ni producen sonidos parecidos al habla de los demás niños, pero al llegar a los cinco años sueltan las primeras palabras, y comienza el asombro, pues utilizan un lenguaje de adulto con un rico vocabulario y una habilidad oral destacada, amén de un sobresaliente talento musical, capaces de aprender muchas canciones y tocarlas de oído. Sin embargo, en los demás aspectos muestran indudable retraso. Por ejemplo, presentan gran dificultad para entender lo que se les dice, y son incapaces de copiar un dibujo. Si tratan de dibujar un animal, demos por caso, ponen sus partes en posiciones equivocadas. Son incapaces de construir el objeto a partir de sus partes. Otro síndrome muy especial es el de Prader-Willi. Los afectados por él muestran ligero retraso mental acompañado de una rara habilidad para armar rompecabezas.
Nadia, una niña autista, a pesar de poseer una capacidad ligüística casi nula, era un genio para el dibujo. A los 6 meses no articulaba ningún sonido, era muy torpe y pasaba el tiempo en juegos repetitivos. Pero a los tres años y medio tomo una pluma y empezó a dibujar, con deslumbrante maestría. La niña comenzaba sus dibujos al azar, pintando detalles menores. Por ejemplo, si pintaba un caballo, comenzaba por los cascos, luego las crines, sin todavía dibujar el perfil del animal, como lo hace todo niño normal (abajo, dos caballos pintados por Nadia).
Leslie Lemke, un virtuoso del piano que tocaba de memoria un inmenso repertorio, era retardado mental, incapaz de cualquier forma de razonamiento abstracto. A la edad de catorce años oyó por casualidad en la televisión el primer concierto para piano de Chaikovsky y después lo repitió de memoria. Y aunque su cociente intelectual no pasaba de 60, valor que corresponde a un retardado medio, tocaba, además del piano, el ukelele, la concertina, el xilófono y los tambores.
Leslie Lemke
James Henry Pullen fue llamado el genio del Asilo de Earlswood, pues desde los 15 años hasta su muerte vivió allí. Era sordomudo, pero había desarrollado una gran pasión por los barcos, que elaboraba tallando madera con absoluta maestría. Kiyoshi Yamashita, un mendigo con un coeficiente intelectual de apenas 70 puntos, fue un brillante artista gráfico, motivo que le hizo ganar el mote de el Van Gogh de Japón. Alonzo Clemons, en un desafortunado accidente sufrió severo daño cerebral, debido al cual no podía contar sino hasta diez, pero era un brillante ceramista.
Barco realizado por James Henry Pullen
Tal vez se expliquen los casos anteriores sabiendo que el hemisferio izquierdo se desarrolla más lentamente que el derecho, por lo que es más propenso a los daños, de allí que las habilidades de los sabios idiotas correspondan casi siempre a aquéllas radicadas en el hemisferio derecho. Especie de compensación cerebral.
Uno de los trabajos gráficos sobre juegos pirotécnicos de Kiyoshi Yamashita
Otro de sus trabajos, abajo
Abajo, Alonzo Clemons con una de sus esculturas, más abajo otra escultura del mismo autor.
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