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Iglesias se resiste a su «entierro»: las encuestas avisan a Moncloa de que todavía tiene apoyos

Las encuestas avisan a Moncloa de que en el espacio de la izquierda más del 30% de los votantes de Unidas Podemos prefiere al exvicepresidente que a Yolanda Díaz

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias Yolanda Díaz y Pablo Iglesias JOSE LUIS ROCA JOSE LUIS ROCA

 

Los «fontaneros» electorales que están detrás del tándem para las elecciones generales entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han diseñado un teatro de operaciones de «guerra» contra Podemos que tiene dos fases. Una primera, hasta las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, de «puro desgaste». El ruido del choque visceral entre las dos partes no amainará, y no habrá acuerdo de unidad porque para la parte que se considera a sí misma la más fuerte en el duelo, la del tándem, no hay ningún incentivo para ceder en las exigencias que plantea Podemos.

Después de las elecciones municipales y autonómicas de mayo vendría la segunda fase del envite para «fagocitar por completo» a los morados, doblándole el pulso a Pablo Iglesias tras su presunto derrumbe «total» de mayo, que auguran Moncloa y el entorno de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. En ese escenario, «o Iglesias cede o se encontrará con la fuga de los pocos que le quedan», a la manera de la que se está produciendo desde Ciudadanos hacia el PP.

Las teorías lo aguantan todo, incluso aunque haya avisos de que pueden estar desviándose de la realidad. De momento, a esos «fontaneros « electorales del tándem Sánchez-Díaz ya les están llegando los primeros estudios demoscópicos sobre la recepción en el espacio de voto de Unidas Podemos del divorcio, al menos a fecha actual, entre Pablo Iglesias y la líder de Sumar. Y los datos indican que dar por amortizado al fundador de Podemos y a su marca puede ser aventurarse demasiado. De momento, las encuestas auguran lío, ya que sobre la foto que anuncian es poco probable que la extinción de Podemos pueda llegar a producirse a la manera que han diseñado en Moncloa, es decir, sin coste para la izquierda si Podemos y Sumar concurren por separado.

Aquellos que en 2019 votaron a Unidas Podemos están divididos en las preferencias entre si con «papá» o con «mamá». Es cierto que entre las dos formaciones en las que parece que se queda fragmentado este bloque ideológico, más del 50 por ciento estaría con Sumar. Pero hay un porcentaje significativo, de más del 30 por ciento, que se declara «pablista».

La exigencia de primarias, de la que han hecho bandera los morados para decidir el liderazgo de la nueva plataforma, también divide a los votantes de Unidas Podemos, con más equilibrio aún en la fractura. A favor de que Yolanda Díaz se erija en la líder de Sumar, sin pasar por ningún procedimiento de democracia interna, están más del 50 por ciento, según los estudios que manejan en Moncloa, pero a sólo cuatro décimas del 50 por ciento estarían los partidarios de que se celebren primarias para designar a la persona que encabece la nueva candidatura.

La división del bloque ideológico a la izquierda del PSOE puede tener una influencia decisiva en el resultado de las elecciones generales que se celebrarán a final de año, especialmente en las provincias de tamaño pequeño y mediano. Y esto lo sabe bien la parte morada en su resistencia a someterse a Yolanda Díaz. Sólo la presencia de la opción de Podemos en las urnas de las elecciones generales será determinante para decidir la distancia entre PP y PSOE, y para resolver quién ocupa la tercera posición.

Todo el teatro de operaciones de los socialistas se ha construido también sobre el apriorismo de que el PSOE no sea la primera fuerza, se quede incluso alrededor de los cien escaños, pero el salto de la «muleta» de Yolanda Díaz a la tercera plaza, por encima de Vox, les sirva para conseguir la suma para la investidura con todos los demás grupos minoritarios del Congreso.

La próxima batalla dentro de la coalición será la de la reforma de la ley del «solo sí es sí» y también tienen abierto el frente de la ley de vivienda. Los morados no tienen ningún incentivo para facilitar al PSOE estas dos trascendentales votaciones parlamentarias, salvo que puedan salir a la plaza pública a sacar pecho por haber obligado a los socialistas a rendirse a sus pretensiones. Desde los dos lados confirman que la ruptura personal y política de Iglesias con el tándem Sánchez-Díaz es irrecuperable, con las consecuencias que de ello se derivan para la negociación sobre las cuotas de poder en la nueva plataforma.

Moncloa y el «yolandismo» están vendiendo que no les preocupa lo que pueda hacer Podemos porque «su debilidad es tan grande que no están en condiciones» de hacerles daño. Pero internamente sí son conscientes de que aunque Pablo Iglesias haya dilapidado su capital político en la última década, su contrincante tiene fuertes razones políticas y monetarias para no dejarse clavar la espalda. «La coalición ya no le es útil y el cálculo que hacen en Madrid de que se venderá por conseguir que Irene Montero e Ione Belarra sigan como ministras es desconocer al rival», aseguran desde uno de los gobiernos autonómicos socialistas que está libre de hipotecas con Podemos.

 

 

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