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Iglesias y el señor de derechas

Algo más abyecto que no mirar a los muertos es querer sacar rédito político de ellos

La guerra es cuerpos desmenbrados, rostros desfigurados, cadáveres hacinados en las morgues sin que nadie los reclame porque sus deudos han buscado refugio fuera del país. Violaciones, redadas a sangre y fuego, abuso, sometimiento, la podredumbre, los valores yermos. Es desolación, miseria, traición, cobardía, crueldad, sadismo, orfandad, la fosa común, un infierno. Es todo eso y, sí, la guerra es también el patético jeribeque, otro más, del Ícaro achicharrado en su asalto a los cielos. Sé que ya no pinta nada, que deambula de plató en plató vendiendo su enésima reencarnación, más modesta al menos, ahora que ya solo busca salvar al periodismo y eso no requiere tantos desvelos.

Hace tiempo que la verdad ha sucumbido al relato en esta tierra de garrotazos goyescos, guernicas y paracuellos. Son estos tiempos malditos de pesca de arrastre y eslóganes pendencieros para que los ciudadanos piquemos el anzuelo, un pan y circo en el que abundan los nerones del pueblo. ¿Exagero? Sinceramente no lo creo. Les cuento. Pablo Iglesias, que no se olvide jamás que fue vicepresidente del Gobierno, ha respondido así a la pregunta del compañero. «Putin no es comunista, es un señor de derechas». Pudo decir que es un ególatra devorador de derechos, un dictador heredero de tantos que le precedieron, un expansionista sin freno. Pero no fuera a ser que alguien le recordara que hasta ayer era su servil vocero. Lo que enerva de Iglesias es su impiedad, su bajeza moral y la simpleza de la cortina de humo tras la que trata de ocultar su verdadero jaez mientras le jalean sus palmeros, porque revela su dañino pensamiento: que hay credos, el del camarada Stalin por ejemplo, que justificarían masacrar a un pueblo, propio o ajeno.

Robert Capa dictó magisterio. Es cierto, «los muertos habrían perecido en vano si los vivos se negaran a verlos». Hay algo más abyecto incluso que eso, utilizarlos para tratar de sacar rédito. La ideología tras la que se ampare Putin es lo de menos. Lo de más, siempre, es el reguero de muertos. Esos que Iglesias ni mira. Tendría que ser un señor, a secas, para hacerlo.

 

 

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