Democracia y Política

Indignación y tristeza

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Es poco lo que podemos escribir para expresar nuevamente nuestros sentimientos. Vivimos la hora más obscura y tenebrosa de la historia contemporánea. Son tantas y tan diagnosticadas las circunstancias actuales que cuesta escoger el motivo de la reflexión semanal. Tenemos los graves saqueos de San Félix, Monagas y otras zonas del país. También lo relativo a la cómica del alto gobierno en el manejo de la situación con Guyana.

Pero lo que más me ha sorprendido, quizás por exceso de ingenuidad, ha sido la decisión del Tribunal Supremo de Justicia con relación a COPEI.

Independientemente del juicio de valor que nos merezca la actual Dirección Nacional, así como las incidencias judiciales de las luchas internas a lo largo de casi una década y las pocas oportunidades de verdaderas consultas a la base del Partido para la selección de sus dirigentes, dejo constancia expresa de mi indignado asombro y rechazo a la última decisión del TSJ. Suspende “temporalmente” a los más altos cuadros de dirección y los sustituye por otros, a cuatro meses de unas elecciones parlamentarias trascendentes en la lucha contra la dictadura. No tengo la menor duda de la existencia de “manos peludas”, internas y externas, y de mucho dinero en juego, para obtener objetivos preconcebidos hacia el control político, independientemente de la buena fe de algunos participantes.

Se me dirá que no es la primera vez que ocurre. Es verdad. Sospechas han existido siempre en todo este tiempo. Años de destituciones y reposiciones han desmoralizado a la base militante y simpatizante quebrando la mística de lucha. Todo con olvido o desprecio de los principios y valores que nos trajeron a COPEI siendo apenas unos niños y nos mantuvieron, entre triunfos y derrotas, en la primera línea de combate.

Ver a COPEI camino a convertirse en un cascarón vacío, con las calles llenas de copeyanos deprimidos por estas cosas y otras que no es el momento de abordar, también nos indigna. A ninguno de nosotros, los de mi generación, ni los anteriores, se nos hubiera ocurrido jamás recurrir a entes judiciales al servicio del régimen y del dinero, para dirimir conflictos internos. Increíble, pero cierto. No me atrevo, todavía, a publicar mis conclusiones. En algún momento, lo haré.

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