Íngrid Betancourt vuelve a luchar por la presidencia de Colombia 20 años después de ser secuestrada por las FARC
«Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé con muchos de ustedes, con la convicción de que Colombia está lista para cambiar de rumbo y cumplir la cita con su historia», anunció la candidata de centro este martes
Casi 20 años después, cuando su camino a la Presidencia de Colombia fue truncado por la guerrilla de las FARC, Íngrid Betancourt anuncia su regreso a la carrera por llegar al Palacio de Nariño. Una vuelta larga, dolorosa, a la vez valiente y desafiante que se inició ese 23 de febrero de 2002 en la vía que de Florencia conduce a San Vicente del Caguán, en el Caquetá, y que este 18 de enero parece cerrar el círculo de un periplo ente la vida y la muerte, entre el dolor y la resurrección, entre la verdad y los juegos de la política.
Ya en octubre del año pasado había pedido al Consejo Nacional Electoral que su partido, Oxígeno Verde, recuperara la personería jurídica para activarlo en este año electoral que vive Colombia.
Oxígeno Verde fue el movimiento con el que la entonces senadora Betancourt se lanzó en 2002 a la presidencia y con el cual impulsa a 12 candidatos al Congreso –apoyo que los otros partidos de esta coalición de centro también respaldan-, con Humberto de la Calle como cabeza de lista al Senado, una figura de larga trayectoria política en Colombia, artífice conceptual de esta coalición, quien fuera el negociador del Acuerdo de Paz con las FARC y en 2018 candidato presidencial.
Sin prisa, pero sin pausa, Íngrid Betancourt no ha dejado de hacer política en Colombia. Su rotunda aparición en los procesos de verdad que adelantan la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad, sus mensajes a favor de las víctimas afectadas por la guerra en Colombia, entrevistas, su presencia en actos de conmemoración y hasta sus tuits de celebración por cumplir otro año más fuera del cautiverio de las Farc (liberada cinematográficamente en julio de 2008) o sus apariciones mediáticas en respaldo a las candidaturas de otros secuestrados que, como ella, han decidido meterse a esa selva que es la política en Colombia, todo eso ha sido parte del tono político con el que Íngrid –no hace falta su apellido en este país para entender que es ella- vuelve al ruedo de la política pero esta vez no para darle el aval a un tercer candidato, como sucedió en 2018 al respaldar la candidatura de Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial que disputó y perdió con Iván Duque, sino para hablarle al país ya no de dolor y rabia en el corazón, sino de esperanza.
¿Será Betancourt la primera presidente de Colombia? Hace un mes confesó que lo estaba pensando; hace pocas semanas con oxígeno electoral, le dio el aval a otro precandidato, que ahora queda opacado por la presencia de Betancourt.
Por ahora, le ha puesto punto final a la pregunta de si se lanzaba o no, si se ponía manos la obra: «Uno en algún momento tiene que pensar, bueno, sigo mirando las cosas desde la barrera o me arremango la camisa y me pongo ahí donde más puedo ayudar. Creo que en este momento la coalición necesitaba la presencia de una mujer y necesitaba la presencia también de una persona pudiera hablar de otra manera». El próximo 13 de marzo sabremos si retoma sus pasos perdidos en la competencia por la presidencia que inició 20 años atrás.