Inventos tardíos
Hay en la historia de la cultura inventos que pudieron haberse llevado a cabo mucho más temprano, dado que la sociedad necesitaba los objetos y el desarrollo tecnológico lo permitía; esto es, se requerían y existían los elementos necesarios para construirlos. Pero a nadie se le iluminó el cerebro. ¿Cómo se explican tales demoras?
El vuelo de objetos más pesados que el aire se consideró durante siglos un imposible, a pesar de observar a diario el vuelo de los pájaros, indudablemente “objetos” más pesados que el aire. Sin embargo, desde la época de los griegos antiguos el hombre pudo haber volado, pues ya se conocía el bambú, y la lona se usaba para las velas de los barcos; ahora bien, con esos dos elementos se pudieron fabricar artefactos parecidos a los pájaros cuando planean, como los que usan hoy los cometistas para sus atrevidos vuelos. La razón del retraso pudo ser que se aceptaba universalmente que la única forma de volar era aleteando, como hacen las aves. Leonardo da Vinci elaboró la idea de un dispositivo dotado de alas que podían batirse, y fracasó pues esa no era la manera correcta. El artista quería volar como las aves, acción que es imposible para los pesados humanos, sin plumas y sin huesos huecos por dentro. Más de un iluso debió pagar caro con fracturas el osado intento.
Las maletas con ruedas se inventaron apenas a finales del siglo XX, o por lo menos se volvieron comerciales y comunes en esa época. Sin embargo, los elementos necesarios, ruedas y maletas, estaban disponibles desde la antigüedad: la rueda, por ejemplo, fue inventada hace más de 5.000 años, en Eslovenia, y los baúles o maletas son casi tan antiguos como la historia del hombre. Otra idea que debió aparecer mucho antes, pero que por algún obstáculo mental se retrasó varias décadas, es la de los patines modernos, con las ruedas dispuestas en una sola fila, extensión natural de los esquíes para patinar en el hielo. En cierta forma, para “patinar” en el pavimento bastaba cambiar la cuchilla por una sola fila de ruedas.
Leonardo da Vinci presentó en su obra Codez Atlanticus un dibujo de un objeto bastante similar a nuestras bicicletas. Pero esa idea se mantuvo en el olvido durante unos tres siglos. Con razón, pues en el modelo de Leonardo la rueda delantera estaba asegurada de manera rígida al marco del vehículo, sin el manubrio y la articulación de la rueda delantera, dos variaciones necesarias para mantener el equilibrio de una manera fácil. La idea de Leonardo no hizo más que extender el prejuicio de que era imposible mantener el equilibrio sobre dos ruedas, así que la construcción de una bicicleta moderna se vino a materializar apenas en 1816, aunque sin pedales. En efecto, en ese año, un alemán concibió la primera bicicleta con el diseño actual. Después vinieron la cadena y los pedales.
La munición, tal como la conocemos hoy, es un invento reciente. ¡Gracias al Cielo!, dirán los creyentes. La razón es que ella se ha convertido en una de las principales causas de muerte violenta: se estima que causan en el mundo más de 500.000 víctimas por año, dos veces las muertes ocasionadas por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Y para fabricarla, solo bastaba un poco de latón, pólvora, plomo y un detonante. La verdad es que la matanza a balazos pudo haberse iniciado mucho antes de su aparición mortal. Nada para lamentar.
Y fue durante la Guerra Civil Americana cuando la pólvora se incorporó al propio proyectil. Hasta ese momento había que cargar manualmente la pólvora en el cañón del arma, luego introducir los perdigones, encender fuego y ¡pum! En cambio, la munición moderna está formada por un casquillo en el cual se pone la pólvora, y como tapa se usa el perdigón, de plomo, usualmente. Mucho más tarde se le incorporó un fulminante capaz de encender la pólvora mediante el impacto de un percutor. Así se completó un invento mortal. Nació ese día para el mundo la bala moderna; ya se podía matar en serie.
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