Inversiones y promesas rusas en Nicaragua empantanadas por sanciones
Los proyectos anunciados que no progresan: la planta de vacunas, la construcción de silos y la ampliación del aeropuerto internacional
Las inversiones de Rusia en Nicaragua son de tan escasa magnitud, que las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea en contra de la potencia euroasiática no tendrán una repercusión considerable en la economía nacional, pero si obstaculizan los planes de futuros proyectos que probablemente se estarían preparando de cara un proceso de fortalecimiento de relaciones entre Managua y el Kremlin.
El problema de las inversiones rusas en Nicaragua es que además de que las mismas no han tenido una incidencia considerable, muchas de estas terminan envueltas en medio de las promesas falsas de la propaganda del régimen orteguista, como iniciativas que no se terminan concretando.
Uno de estos proyectos fallidos es la ampliación del Aeropuerto Internacional de Managua, Augusto C. Sandino, anunciada por Laureano Ortega Murillo desde abril de 2016. De acuerdo con reportes de los medios de propaganda del régimen, el proyecto consistía en la firma de un crédito concesional de 300 millones de dólares con bancos rusos para la ampliación de la pista y la terminal del aeropuerto. El crédito sería pagado en un plazo de 40 años.
Sin embargo, más allá del anuncio hecho por Laureano Ortega, nunca se supo más de esta inversión. El hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo también informó en esa ocasión de inversiones financiadas por dinero ruso para construir un complejo de silos y molinos para el almacenamiento y procesamiento de granos básicos. Este otro proyecto tampoco se desarrolló.
Tiziano Breda, analista de Centroamérica del International Crisis Group, explicó que si estas inversiones no se pudieron concretar desde que fueron anunciadas, es muy poco probable que las mismas puedan desarrollarse luego de la batería de sanciones en contra de Rusia en represalia por la invasión a Ucrania ordenada por Vladimir Putin.
“Hemos visto como Ortega ha utilizado anuncios de carácter faraónico de grandes inversiones y proyectos para ganar puntos políticos internamente, pero al final nunca arrancaron, como parece ser esta ampliación del aeropuerto”, opinó el especialista.
La política por encima de la economía
Breda señala que el lazo entre Nicaragua y Rusia es visto por ambos Gobiernos con más objetivos políticos, que económicos. Ni Rusia estaría muy interesada en hacer grandes inversiones en Nicaragua, ni tampoco el mismo régimen orteguista estaría apostando por estos hagan fluir millones de dólares en inversión en nuestro país.
“Yo no veo en realidad al Gobierno de Nicaragua viendo a Rusia como un socio comercial importante o esperando que lleguen inversiones concretas de ese país. Pienso que son conscientes de que los intereses de Rusia en Nicaragua son mínimos y el espacio para fortalecer estos proyectos son limitados. Yo creo que más bien Nicaragua ve a Rusia como un socio político fundamental que le pueda proveer apoyo en foros internacionales, particularmente en la ONU y le pueda cooperar en el fortalecimiento de lazos militares, equipamiento para operaciones de inteligencia para el control político y la represión interna y la compra de equipamiento militar para las tropas de Nicaragua”, expuso Breda.
Planta Mechnikov imposibilitada de operar
Otra de las inversiones rusas en Nicaragua es la planta de vacunas Mechnikov, construida a un costo de 21 millones de dólares entre fondos rusos y dinero de las arcas del Instituto Nacional de Seguridad Social que el régimen usó discrecionalmente.
La propaganda del régimen sostiene que la planta está operativa. Incluso en octubre de 2021, Laureano Ortega Murillo, anunció que pronto se incursionaría en la producción de la vacuna CoviVac, que es el tercer suero contra la covid-19 que desarrolló en Rusia, pero que no está aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, este proyecto, tampoco muestra señales concretas de estar listo.
“El plan de producción de vacunas en la planta Mechnikov ya es algo que se había descartado o nunca se logró arrancar. Además, el Sputnik V ha tenido problemas y probablemente va a seguir teniendo más problemas de reconocimiento internacional. La demanda de vacunas va a seguir disminuyendo a medida que la población inmunizada en el mundo llegue a un nivel suficiente como para contener esta pandemia. Ese proyecto, aun sin el impacto de las sanciones a Rusia, siempre se ha dudado de su factibilidad”, añadió Breda.
Otra inversión surgida desde Rusia es la telefónica Yota, cuyos orígenes oscuros se remontan a una sociedad inscrita en Chipre (Oromax Co. Limited), otra en Islas Vírgenes (Samone International Corp.) y la compañía nicaragüense Telecomunicaciones de Nicaragua, S. A. (Telnicsa), que tiene el 25% de las acciones de empresa de telecomunicaciones.
Telnicsa es una sociedad vinculada a José Mojica Mejía y José María Enríquez Moncada, dos de los principales testaferros de los negocios de la familia presidencial. Yota inició operaciones en Nicaragua desde diciembre de 2009, pero sus inversiones se han limitado al servicio de conexión a Internet.
“La inversión rusa en Nicaragua es ínfima en comparación con otros países, como Estados Unidos o la Unión Europea, por ejemplo. Pero, la afectación económica que ya están teniendo estas sanciones pueden tener un impacto en la revisión de los planes de inversión de Rusia en aquellos países que no representan un beneficio directo para la economía rusa”, explicó Breda.
Aparte de estas falsas promesas o proyectos a medio construir, la relación financiera entre Rusia y Nicaragua si se refleja en puntos concretos como es la compra de buses, dosis de la vacuna rusa Sputnik V y tanques de combate.
En 2016, el general Julio César Avilés, jefe del Ejército, anunció la compra de 50 tanques rusos T-72, sin dejar claro el mecanismo de la adquisición de los mismos. A inicios de mayo de 2021 se conoció la compra de 1.9 millones de vacunas Sputnik V al Fondo Ruso, sin que el Ministerio de Salud brindarás detalles de la transacción. En diciembre de 2021, la Asamblea Nacional controlada por el régimen y sus aliados colaboracionistas aprobó un crédito de 18.9 millones de dólares para la compra de 250 buses rusos.
Cooperación más fluida en el campo militar
Sin embargo, es el aspecto militar en el que se ve mayor interés de la dictadura orteguista en lograr acuerdos que permitan ampliar su capacidad operativa.
En ese sentido, si se ha logrado concretar la instalación de una estación terrestre que permite la conexión con 24 satélites rusos desde un lugar cercano a la Laguna de Nejapa en Managua y un centro de adiestramiento policial contra el narcotráfico, donde se educan oficiales centroamericanos.
Hay reportes sobre ayuda global de la cooperación rusa a la Fuerza Aérea, o cualquiera de las otras direcciones castrenses nacionales, pero esta es manejada con sigilo por el Ejército de Nicaragua.
Daniel Ortega es el gobernante centroamericano que más claramente se ha alineado a favor de la postura intervencionista de Vladimir Putin en la guerra en Ucrania.
Una semana antes de que los tanques rusos irrumpieran por la frontera ucraniana dando inicio a la invasión, el régimen recibió la visita del viceprimer ministro Yuri Borísov, quien en un encuentro con el gobernante nicaragüense le prometió fortalecer el apoyo al Ejército de Nicaragua y triplicar el intercambio comercial con Nicaragua, que según informó, ronda los 160 millones de dólares anuales. A su lado, Ortega aplaudía la inminente invasión y respaldaba la aventura bélica de Vladimir Putin.