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Isabel Coixet: Asesinatos

Se llaman Ana, Nuria, Bianca, Andrea, Dolores… Tienen 19, 25, 50, 65… Algunas con hijos, otras sin. Trabajadoras o en paro. Han muerto asesinadas por arma blanca, arma de fuego, asfixiadas, quemadas, golpeadas con objetos contundentes, empujadas desde un balcón de un quinto piso. Siempre a manos de hombres a los que conocían, con los que habían convivido, con los que habían tenido hijos. Esta violencia tiene muchos nombres. Demasiados. ¿Violencia doméstica o machista? ¿Feminicidio? ¿Feminicidio íntimo? ¿Cómo llamamos a esta atrocidad que ya se ha cobrado sesenta vidas de mujeres en lo que va de año sólo en España, cifra que, por desgracia, de seguro habrá aumentado cuando este texto se publique? ¿Por qué tengo la impresión de que, si hablamos de feminicidio, parece que minimicemos la brutalidad de los hechos?

Como si quisiéramos relegarlo a la carpeta de las cosas que pasan, las cosas que, de tanto oírlas, nos suenan ya como parte del paisaje, las cosas que nos hacen suspirar con un aire de resignación. Pero, al menos, la realidad que describe la expresión –«las mujeres son asesinadas porque son mujeres»– ya no se esconde detrás de significados vagos, como el de homicidio. Asesinato suena más contundente. Sesenta mujeres asesinadas a manos de criminales. Quiero decirlo así porque no tienen cabida los tapujos, las explicaciones, las excusas, los atenuantes. Y no, ya se ha demostrado que no sirven las campañas por televisión, las vallas publicitarias o las cuñas de radio en las que se gastan el dinero los distintos gobiernos o ayuntamientos; no sirven los cursos de reeducación, a menos que se realicen seguidos de una lobotomía en esa parte del cerebro de un hombre que le dice a éste que una mujer es de su propiedad y que puede asesinarla cuando quiera. Más de una cuarta parte de las mujeres de entre 15 y 49 años que han estado en una relación han sido sometidas a violencia física y/o sexual por parte de su pareja al menos una vez en su vida (desde los 15 años).

 

¿Dónde está la línea que separa ese estúpido concepto de «el hombre de tu vida» de «el hombre que te va a quitar la vida»?

 

A nivel mundial, hasta el treinta y ocho por ciento de todos los asesinatos de mujeres son cometidos por parejas íntimas. Además de la violencia de pareja, el seis por ciento de las mujeres reportan haber sido agredidas sexualmente por alguien que no es su pareja, aunque los datos sobre violencia sexual fuera de su pareja son más limitados. La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas principalmente por hombres contra mujeres (datos de la Organización Mundial de la Salud). Pero hay también una cara oculta del feminicidio: los suicidios forzados que cada día se producen entre las mujeres que son víctimas de violencia física y mental por parte de sus parejas y que deciden acabar con su vida como única salida. Esos suicidios nunca se verán contabilizados como asesinatos, pero también lo son. Y hay ejemplos tristemente memorables: el asesino de Marie Trintignant, Bertrand Cantat, provocó el suicidio de su primera esposa (a la que regresó tras la muerte de Marie), como lo atestiguan los largos mensajes que ésta dejó a su familia.

¿Y qué hacemos? ¿Aumentamos los recursos en prevención y vigilancia y hacemos cumplir a rajatabla las órdenes de alejamiento para que aquellas que denuncien no vean su situación agravada y la posibilidad de ser asesinadas más cerca? ¿Cómo saber cuándo un respetable padre de familia se convierte en una alimaña capaz de matar a su mujer y hasta a sus hijos? ¿Son las señales tan evidentes? ¿Dónde está la línea que separa ese estúpido concepto de «el hombre de tu vida» de «el hombre que te va a quitar la vida»? ¿Cómo ayudar a todas esas mujeres que, en este mismo instante, mientras escribo estas inútiles líneas, quizás no vean amanecer mañana? ¿Cómo?

 

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