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Isabel Coixet: Cuervos en la nieve

Mitos que giran en torno a los cuervos: ¿Hablan? ¿Soñar con ellos trae mala suerte?

 

Nieva y mi maleta deja una huella atropellada en la acera mojada y sucia, sobre la nieve que cubre las calles adyacentes a la estación. Me doy cuenta de que me apresuro sin razón. Tengo tiempo de sobra para coger el tren y quizás incluso me dé tiempo de tomarme un café. Vacilo ante una cafetería con los cristales llenos de vaho, acabo por entrar y, en el intervalo de abrir y cerrar la puerta, tras de mí, entra también un cuervo en el establecimiento.

La mujer ante la máquina de café suelta un improperio, malhumorada, y me dice que vuelva a abrir la puerta, que no quiere que esos pájaros de mal agüero le coman los croissants. Sin mucha convicción, vuelvo a abrir la puerta y le digo al pájaro que salga y, ante mi sorpresa, el cuervo da un saltito, me mira con ojillos vivos en los que juraría percibir un poso de ironía y sale parsimoniosamente por la puerta. La mujer me da las gracias y me dice que cada mañana ese mismo cuervo aparece un par de veces y pilla todos los trozos de croissant que puede, y hasta algún huevo duro, y se va discretamente.

 

Existe una diferencia entre historia escrita e historia vivida. Y es precisamente eso lo que ella dibuja y desdibuja

 

Los cuervos, no sé por qué, siempre me han caído bien. No me molesta ni su presencia ni su graznido, más bien al contrario. Me parecen animales dignos y elegantes: no poseen la ferocidad de las gaviotas cuando roban comida ni tienen esos ojos bobalicones de las palomas, cuyo zureo me produce escalofríos. En algunas culturas, el cuervo se asocia con la muerte y el más allá. Eran los animales guía para las almas de los difuntos hacia el otro mundo. Su presencia puede interpretarse como una señal de que espíritus o almas fallecidas velan por los vivos.

El cuervo es uno de los animales capaces de reconocerse en un espejo, lo que indica que tiene cierta conciencia de sí mismo. De hecho, ha superado la famosa ‘prueba del espejo’. Los científicos le ponen una marca roja en el cuello, una parte que no es directamente visible para él, sólo gracias al reflejo. Luego presentan un espejo al pájaro y, si reacciona ante la marca, tocándola u observándola, significa que comprende que efectivamente está sobre él. Esta habilidad se asoció anteriormente con los grandes simios y los delfines. El perro y el gato no pasaron la prueba. Los cuervos están dotados de habilidades que los diferencian notablemente de los otros pájaros. 

Estos pájaros negros pueden utilizar herramientas para obtener alimento. Incluso son capaces de fabricarlas. Saben, por ejemplo, seleccionar ramitas del tamaño adecuado para construir lo que necesitan para atrapar gusanos o insectos. También pueden fabricar ganchos doblando ciertos materiales. Esto es tanto más sorprendente porque sucede con cuervos jóvenes que no han tenido la oportunidad de aprender de otros.

Pero eso no es todo: los cuervos también son capaces de comprender causa y efecto. Pueden inferir que ciertas acciones tienen consecuencias y poseen una memoria excepcional. Pueden recordar rostros humanos, especialmente aquellos que lo amenazaron. Se ha demostrado que memorizan los rostros de quienes los han maltratado varios años antes y también son capaces de transmitir información sobre un humano a sus compañeros para ayudarlos a adoptar el comportamiento correcto hacia él.

Me voy de la cafetería y, al abrir la puerta, me encuentro al cuervo esperando bajo la nieve delante de mí. Me agacho y le doy medio croissant. Me mira unos segundos, juraría que me da las gracias, da un saltito y sale volando feliz, con el croissant en la boca. Musito «hasta pronto» y llego con el tiempo justo a la estación.

 

 

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