Isabel Coixet: ‘Dejad paso al mañana’
LEO McCAREY
Aunque apreciado y admirado por los más grandes cineastas estadounidenses de su tiempo, Leo McCarey no gozó nunca de la misma consideración que otros como Frank Capra o Ernst Lubitsch. El hombre que lanzó las carreras de Laurel & Hardy y Cary Grant y dejó que los hermanos Marx hicieran su película más loca (Duck soup) fue siempre un director demasiado comercial para que los críticos lo tomaran en serio.
Pese a la admiración de colegas como Capra, Ford, Lubitsch, Renoir, Welles o Tavernier, la película languideció en la oscuridad
Esta falta de reconocimiento puede deberse a la dificultad para encontrar un hilo conductor en su obra. Si bien hay un componente humanista evidente a lo largo de su carrera (como dijo Jean Renoir, «ningún director de Hollywood comprende mejor a la gente»), es difícil definir el toque de McCarey. A diferencia de Lubitsch, su impronta se deja sentir de una manera más tenue y sutil.
La película que mejor ejemplifica este talento es una que yo considero como su obra maestra, una película tan crucial para su lenguaje cinematográfico que la hizo dos veces. Hay pocas diferencias narrativas entre Love affair y An affair to remember (‘Tú y yo’), pero las dos películas son fundamentalmente diferentes en espíritu gracias a los matices de sus interpretaciones. Una fluye elegantemente gracias al encanto de Charles Boyer, la otra está impulsada por la energía nerviosa de Cary Grant. En este juego de contrastes e imágenes, Irene Dunne y Deborah Kerr son perfectos contrapuntos a sus respectivos partners. Y las dos versiones de esa historia de amor que ha conquistado a generaciones enteras, y que ha sido plagiada hasta la saciedad, son magníficas.
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«DEJAD PASO AL MAÑANA»
En una reunión familiar, el clan Cooper descubre que la casa de sus padres, que llevan 50 años casados, está siendo embargada. Ninguno de sus cinco hijos puede hacer frente a la hipoteca ni albergarlos a ambos, así que la madre se muda con la familia de su hijo George y el padre se muda con su hija Cora. Pero los padres son como arena en los engranajes de los hogares de sus hijos de mediana edad. Se supone que es un arreglo temporal, tal vez por tres meses, hasta que los hijos puedan arreglar algo más permanente, pero todo va torciéndose y los padres languidecen lejos el uno del otro. Lucy, la madre, se va a vivir con su hijo George, pero siempre parece estar en el camino, especialmente cuando su nuera Anita da clases de bridge. Barkley se va a vivir con su hija Cora, a quien le molesta su mera presencia y hace arreglos para que viva en California con otro de sus hijos. Mientras tanto, la pareja hace todo lo posible para mantener su dignidad. Dejad paso al mañana es una cinta engañosamente amable, que muestra momentos durísimos con una delicadeza asombrosa. Para hacerla, el director redujo su salario, prescindió de estrellas y resistió la presión impuesta por los jefes de los estudios para crear un final más feliz. Se convirtió en un fracaso financiero y le costó su contrato con Paramount. La historia está contada con una enorme intensidad emocional, pero nunca cae en la trampa del sentimentalismo gracias a la conexión con elementos tragicómicos que inspiraron al guionista Kogo Noda para Tokyo monogatari (‘Cuentos de Tokio’, de Yasujiro Ozu, 1953). A pesar de la admiración de colegas directores como Frank Capra, Delmer Daves («una de las mejores películas estadounidenses jamás realizadas y una de las más notoriamente pasadas por alto»), John Ford, Ernst Lubitsch, Jean Renoir, Orson Welles, Bertrand Tavernier, Dejad paso al mañana languideció en la oscuridad durante un largo periodo, y solo en los últimos años recibió la atención que merece. Si la ven programada en alguna filmoteca o en algún pase de madrugada, ¡no se la pierdan!