Isabel San Sebastián: Socialistas abrazados a la muerte
Los mismos que sueltan a sediciosos catalanes y asesinos etarras quieren encarcelar a los voluntarios provida
Cuando parece imposible acrecentar el grado de infamia alcanzado por el socialismo gobernante, la realidad no tarda en desmentir tal asunción. Bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, el PSOE se ha convertido en una siniestra caricatura de sí mismo, capaz de incurrir en las conductas más viles y justificar lo injustificable. Si alguna vez tuvo algún principio, hace tiempo que lo abandonó. Ahora su norte es el poder y su brújula la ausencia de escrúpulos. Los socialistas que rodean a este individuo carente de barreras morales, cuyo único motor es la ambición, van en dirección contraria a la que marcan la Constitución, la ética e incluso el sentido común. Odian la libertad, desprecian la justicia, deshonran sistemáticamente su palabra, no
distinguen la verdad de la mentira y abrazan de forma obscena la cultura de la muerte, hasta el punto de amenazar con la cárcel a quienes defienden la vida.
En breve aprobará el Ejecutivo los indultos de los independentistas catalanes condenados por sedición, todos los cuales han manifestado su determinación de reincidir. También está en trámite la impunidad para el fugado Puigdemont, vía reforma legal de dicho delito. Pero hay más y peor. Cada viernes, con puntualidad británica, Interior saca la basura etarra (tomo prestada la metáfora de mi admirado Dieter Brandau, porque no se puede expresar mejor) y traslada a varios terroristas a centros penitenciarios vascos o cercanos a dicha comunidad, con el objetivo de facilitar su pronta excarcelación. En cada lote, próximo ya a completar el cupo de escoria presa, van asesinos múltiples, verdugos de niños, secuestradores, extorsionadores, chivatos y demás gentuza capturada por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad a costa de enormes riesgos y esfuerzo, lo cual no priva de un minuto de sueño al presidente, sus ministros o su grupo parlamentario, que se dispone a presentar una proposición de ley destinada a castigar con penas de prisión a quienes osen ofrecer soluciones alternativas a las mujeres que se vean abocadas a abortar. ¿O acaso creen sus señorías del puño y la rosa que el aborto es una elección placentera? Ya sé que lo consideran un derecho inalienable de la madre, una vez despojado el hijo de cualquier vestigio de humanidad, pero de ahí a pensar que sea un plato de gusto, dista un trecho considerable. ¿Qué mal hacen las organizaciones provida planteando otras opciones, acaso desconocidas por quienes acuden a esa vía dolorosa como último recurso? Se atreven a combatir uno de los dogmas sagrados del nuevo ‘feminismo’ usurpado por la izquierda extrema, que cada vez se parece más al machismo, pero a la inversa. Eso es lo que hacen y por eso merecen, a juicio del PSOE, acabar entre rejas. Desafían el ‘¡viva la muerte!’ del sanchismo, plasmado en la Ley de Eutanasia que entrará en vigor este mes, y gritan ‘¡viva la vida’. Un crimen abominable en opinión de quien nos gobierna.