J.S. Bach: ¿Maestro de maestros?
Fielmente venerado, reverenciado y emulado a través de los siglos, Johann Sebastian Bach es, aún a día de hoy, una figura omnipresente tanto en el ámbito musical clásico como en el popular. Considerado por muchos como el mejor compositor de todos los tiempos, Bach es uno de los personajes esenciales en el entrelazado de la cultura musical occidental.
Bach compuso a lo largo de su vida más de mil piezas, y numerosas obras suyas gozan de amplia fama y reconocimiento. Dos de estas obras, las Sonatas y Partitas para Violín Solo y El Clave Bien Temperado, destacan además por el impacto en la formación de violinistas y pianistas, respectivamente, en la actualidad.
Las Sonatas y Partitas para Violín Solo
Las Sonatas y Partitas para Violín Solo (BWV 1001–1006) son un conjunto de tres sonatas y tres partitas, que a su vez se componen de varios movimientos. Tanto las sonatas como las partitas son formas musicales originadas durante el periodo barroco, puramente instrumentales, cuya estructura se ha mantenido en evolución hasta la actualidad.
Compuestas entre 1703 y 1720, se alzan como una de las cumbres indiscutibles del repertorio para violín, reconocidas tanto por su belleza y por la maestría de su composición como por la alta habilidad técnica y artística que su interpretación requiere.
Las sonatas siguen la estructura de sonata da chiesa, una forma musical que se creó para ser utilizaba como acompañamiento al servicio religioso. Están divididas en cuatro partes y siguen el patrón de movimientos lento-rápido-lento-rápido. Todas las sonatas contienen una fuga (forma musical polifónica construida a través de la superposición de varias ideas musicales y el contrapunto de distintas voces), aumentando estas en longitud y dificultad de sonata en sonata.
Las partitas, por otro lado, siguen el modelo de la sonata da camera (forma musical construida sobre una sucesión de danzas) y comprenden varios movimientos basados en distintas danzas de la época (la tercera partita está a su vez precedida de un preludio).
La segunda partita, en re menor, finaliza con la afamada Chacona, alabada como “la mejor estructura para violín solo jamás escrita” por el gran violinista Yehudi Menuhin, y considerada en sí misma como una de las obras maestras del canon musical occidental.
Parada obligatoria para todo violinista, innumerables artistas y pedagogos han elogiado las virtudes de las Sonatas y Partitas en su papel formativo. Estas piezas son hoy consideradas obras clave a la hora de fortalecer y acompañar el desarrollo técnico y musical de instrumentistas de todas las edades, y en todas las etapas de su aprendizaje y desempeño. Al ser estas arte del repertorio integral básico para violín, con frecuencia se realizan nuevas interpretaciones y grabaciones.
Las Sonatas y Partitas ejemplifican la presencia de Bach en el imaginario colectivo, con frecuentes cameos en películas y series de televisión, como la aparición del Adagio de la Sonata nº 1 en sol menor en la serie de la BBC Sherlock (2010).
Además, la versión de Arthur Grumiaux del tercer movimiento de la segunda partita, Gavotte en Rondeaux, es una de las obras incluidas en el disco de oro de las sondas espaciales Voyager.
El Clave Bien Temperado
El Clave Bien Temperado (BWV 846-869 y BWV 870-893) se considera una de las obras con más trascendencia en el catálogo de composiciones para teclado.
Aunque su traducción al español sugiere que ha sido escrita para el clavecín, en realidad Bach escribió esta composición para cualquier instrumento de teclado (Klavier) con un sistema de afinación temperado, es decir, una escala musical dividida en doce sonidos de intervalos iguales.
En el siglo XVIII, la afinación “de temperamento igual”, es decir, bien afinada, era un desafío técnico. Con esta obra Bach deseaba demostrar que era posible tocar en cualquier tonalidad. Así, cada uno de los doce sonidos de la escala musical podía convertirse en nota principal (también llamada «tónica») de la composición.
Esta obra innovadora no solo es considerada una de las composiciones más destacadas para teclado, sino que también ha sido estudiada por prácticamente todos los compositores posteriores. Dividida en dos volúmenes que contienen un total de 48 preludios y fugas, El Clave Bien Temperado supuso la base musical de toda la evolución posterior en el Clasicismo y el Romanticismo.
Algunos de los preludios y fugas han servido de inspiración a otros compositores (por ejemplo, Charles Gounod utilizó el acompañamiento del preludio nº 1 para su Ave María) y han servido como base para improvisaciones por parte de músicos de jazz.
No obstante, el propósito principal de esta obra era educativo y ha sido empleada por profesores de piano como ejercicio para perfeccionar la interpretación polifónica en el instrumento. El estudio de preludios y fugas contenidas en El Clave Bien Temperado suele ser de carácter casi obligado para los estudiantes de nivel medio de piano, siendo el fin principal el desarrollo de técnicas de ejecución más avanzadas basadas en la independencia de manos y de dedos.
En El Clave Bien Temperado no solo se concentra toda la obra del genio alemán J. S. Bach, sino que se trata de una composición monumental que ha dejado un legado duradero en la música para teclado. Desde su publicación, ha sido y seguirá siendo una parte esencial del repertorio de cualquier estudiante de piano.
Más allá de las Sonatas y Partitas y de El Clave Bien Temperado, y a través de obras tan populares como los Conciertos de Brandemburgo, las Suites para Violonchelo, La Pasión según San Mateo, la Tocata y Fuga en Re Menor y sus numerosos ciclos de cantatas, la huella de Bach ha dejado para la posteridad un amplio catálogo de obras inolvidables.
Profesor del Área de Música de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria