Jean Maninat: Exhumación
Cambia el paso/Que se te rompe el vestido/Cambia ese paso mamita/o vas acabar conmigo. El paso de Encarnación, guaracha políticamente incorrecta compuesta por Pedro Aranzola, para la Orquesta Aragón.
Que uno sepa, solo los caza vampiros profanan tumbas a la búsqueda de los restos imperecederos de los chupa sangre para tostarlos al sol y luego esparcirlos hechos cenizas aullantes. No tenemos testimonio -al menos en esta columna- de inquisiciones retroactivas, de la extracción de herejes de sus tumbas para someterlos a una expiación póstuma de sus transgresiones, autos de fe realizados con cadáveres sin carne que martirizar. Pero… los humanos somos creativos.
En medio del furor de la insurgencia woke, cuando ya habíamos visto las estatuas rodar desfiguradas, las iglesias incendiadas, las cátedras incómodas abolidas, las obras de arte proscritas, en fin, la gran cancelación de la diversidad cultural en marcha, ahora se anuncia la exhumación de libros, la expurgación de sus párrafos, la desfiguración del texto original de un cincelazo purificador que borre cualquier rastro políticamente incorrecto, y que muestre la férrea voluntad de calcinar todo, incluyendo lo que la censura, en su tiempo, no pudo borrar.
A Roald Dahl, escritor de literatura juvenil, (sí el mismo de Charlie y la fábrica de chocolate) su editor decidió hacerle una limpieza profiláctica de su obra, – sin consultar al autor pues está bastante muerto- librándola de las caries del lenguaje políticamente incorrecto y salvar a los incautos y tiernos lectores de su perniciosa influencia. La reacción adversa fue tal que según el diario El País de España, el editor y cirujano de las buenas costumbres “ha optado por publicar las novelas con cambios y sin cambios”. Uno puede pensar en lo titánico de la tarea si les da por enmendar ladrillos notables como el Ulises de Joyce. Pero el hecho tenebroso de desenterrar palabras para eliminarlas e “higienizar” la obra literaria, demuestra cuán lejos ha llegado el celo cancelador de los nuevos inquisidores.
(Los propietarios de los derechos de autor de las novelas de Ian Fleming, han anunciado una limpia de los exabruptos de Bond, James, Bond, proferidos mucho antes de la caída del Muro de Berlín. God save the King!).
Cambiar la historia para adecuarla a sus pretendidos preceptos morales, a sus tramas ideológicas, ha sido la mentira de cada día de los totalitarismos históricos, fascistas, nazis y comunistas, y de los híbridos contemporáneos -como el de los Macbeth nicaragüenses- en manos de sus esbirros políticos y culturales, duchos en poner el pasado a su servicio, deformándolo, para que las piezas calcen a trompicones represivos en el rompecabezas de un “mundo nuevo”, ajado y tenebroso.
La nueva inquisición quiere alterar la historia para adecuarla al mundo sin contradicciones, sin tensiones, que quiere fundar. Si borro el pasado, nada habrá pasado, que no me guste. Así que, qué mejor coartada que limpiarlo de estropicios perversos que nunca debieron existir. El régimen cubano decomisó -en los inicios de su deriva totalitaria- el documental, PM (Pasado Meridiano) que retrataba la vida nocturna de la Habana, cadenciosa y bullanguera, y por tanto antirrevolucionaria, que luego perpetuaría Cabrera Infante en Tres Tristes Tigres. Décadas le costaría a los músicos del Buena Vista Club Social, recobrar su condición de verdadera, clásica y políticamente incorrecta, trova cubana. Finalmente, no los pudieron acallar.
Pero, como la nueva inquisición no desmaya, quedamos a la espera del despeje bienpensante de la Biblia y sus historias de traiciones, adulterios y desafueros, de las noches insomnes de Scheherezade para salvar la cabeza contando cuentos, de la cándida Blancanieves asediada por siete enanos exigidos por la abstinencia que les impuso su creador, y cómo no, de la burla musicalmente gregaria del Caribe, y su desfachatada capacidad de burlarse de sí mismo: Cambia ese paso mamita o vas acabar conmigo.
@jeanmaninat