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Joe Biden anuncia su candidatura a las presidenciales de 2020

"Los valores fundamentales de esta nación, nuestra democracia, todo lo que ha hecho América está en juego" si Donald Trump consigue quedarse ocho años en la Casa Blanca, ha escrito Biden

Los candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos ya son 20. El último en presentarse ha sido, precisamente, el que más expectación ha levantado: Joe Biden, ex vicepresidente con Barack Obama de 2008 a 2016, ex senador de 1973 a 2008 y, también, ex candidato a la presidencia, en 1988 y en 2008.

Biden es, a día de hoy, el favorito entre los votantes demócratas, con aproximadamente un 25% de la intención de voto, unos nueve puntos por delante de su rival más cercano, Bernie Sanders. Ninguno de los otros 18 candidatos alcanza el 10% del apoyo popularidad. Pero a estas alturas de la campaña cualquier encuesta tiene un valor muy relativo.

El ex vicepresidente ha reentrado en la arena política con una estética y un mensaje que son un calco de los de Barack Obama. Hasta en el logo. Donde Obama tenía tres barras rojas en la «O», con su nombre en azul – imitando las barras y estrellas de la bandera de EEUU – Biden tiene tres barras rojas en la «E» de su nombre. Un nombre que, evidentemente, está, también, escrito en azul.

El vídeo de Biden, de tres minutos, se dirige a los principales grupos del Partido Demócrata, más que al electorado obrero que puede disputarle a Donald Trump y que va a ser una de las claves para estas elecciones. El ex vicepresidente no apela a cuestiones económicas ni al nacionalismo, sino a los valores. De nuevo, Obama en estado puro. Igual que la estética del vídeo, con Biden hablando a la cámara sobre un montaje de vídeos que van desde las manifestaciones racistas de Charlottesville, en Virginia, que provocaron un muero y que Donald Trump no condenó, hasta imágenes históricas del Desembarco en Normandía. Un vídeo que, paradójicamente, tiene un audio bastante malo cuando se escucha en un teléfono móvil.

El vídeo celebra los valores de la Constitución al arrancar con el archifamoso «todos los hombres son creados iguales, dotados por el Creador con ciertos valores inalienables…«, pero inmediatamente después gira y admite que «no siempre hemos cumplido estos ideales. El mismo Jefferson no lo hizo», en referencia al tercer presidente y autor de la Declaración de Independencia. Thomas Jefferson violó repetidamente a su esclava Sally Hemings -que había heredado de su suegro-, alardeaba de que, con la venta de esclavos, su riqueza subía un 7% anual y no consideraba a los indígenas seres humanos. Pero, declara, «pero antes nunca nos hemos alejado» de esos principios. Eso es lo que, según Biden, puede pasar con Trump.

«Creo que cuando la Historia mire hacia atrás verá a los cuatro años de este presidente y todo lo que apoya como una aberración. Pero si damos a Donald Trump ocho años en la Casa Blanca cambiará para siempre y profundamente la personalidad de esta nación. Cambiará quienes somos», dice Biden al final de su mensaje, de algo más de tres minutos. Es un mensaje que podría haber lanzado Obama.

Pero Biden, que tiene un estilo mucho más peleón que el ex presidente -y más en la línea de Donald Trump- ha lanzado antes ataques directos al actual inquilino de la Casa Blanca. El vídeo recuerda los disturbios de Charlottesville, en 2018. «Visteis a miembros del Ku-Klux-Klan y a supremacistas blancos y neonazis salir al campo abierto», dice el candidato, antes de recordar que los manifestantes tenían «la misma bilis antisemita de Europa de los años treinta». En las algaradas posteriores, «una mujer joven murió», dice, en referencia a Heather Heyer, que se manifestaba pacíficamente cuando el ultra James Alex Fields la embistió en su coche. Fields está en la cárcel y puede ser condenado a cadena perpetua o incluso a muerte.

Pero la mayor crítica de Biden es a cómo reaccionó Trump: «Entonces es cuando oímos la frase del presidente de Estados Unidos que sacudió la conciencia de este país. Dijo, cito textualmente, que ‘había gente muy buena en los dos lados’. ¿Gente muy buena en los dos lados? Con esas palabras el presidente de EEUU asignó equivalencia moral entre aquéllos que están esparciendo odio y aquéllos que luchan contra ese odio».

Así, Biden trata de posicionarse entre el electorado más joven y movilizado de los demócratas, que le considera un candidato de otra era y, además, tiene el problema ineludible en 2019 de su raza y su género. El ex vicepresidente es hombre y blanco. Y eso da votos en las elecciones generales, pero no en las primarias demócratas. De hecho, siendo cínicos, podría decirse que al Partido Demócrata le sobran candidatos y valores. Lo que le falta es alguien capaz de derrotar a Trump.

Ésa es la baza de Biden, que «nuestros valores, nuestra posición en el mundo, nuestra misma democracia… Todo lo que ha hecho Estados Unidos está en juego».

LA CAMPAÑA DE BIDEN

Ahora, se trata de convertir tan bellas palabras en una estrategia política. Biden quiere lograr el apoyo de una serie de líderes del partido a nivel nacional y, lo que es más importante, de los estados en los que comienzan las primarias.

Su primer acto será en el bastión obrero del oeste de Pennsylvania, una zona blanca, minera y siderúrgica, en la que nació la industria del petróleo pero que hoy vive en una crisis económica perpetua. Fue el trasvase de votos de esos obreros del Partido Demócrata a Donald Trump, una de las razones lo que le dio la victoria al actual presidente en 2016. Y es un electorado con el que Biden tiene gancho por su ideología, su estilo, y también porque es de Scranton, un pueblo industrial de esa región en el que se desarrolla, precisamente, la comedia de televisión ‘The Office, que ha tenido un éxito enorme en Estados Unidos. De ahí viajará a Iowa, el estado en el que comienzan las primarias.

Las primarias demócratas de 2020 están muy concentradas en unas pocas semanas. Eso favorece a candidatos como Biden, que son bien conocidos por el público. Pero, también, a algunos de sus rivales, como Beto O’Rourke, de Texas, y Kamala Harris, de California, cuyos estados tienen una enorme población y pueden, por tanto, determinar el curso de la campaña muy pronto.

Así que Biden necesita dinero. Y, de hecho, esta noche celebra su primera cena de recaudación de fondos, en Philadelphia, organizada por David Cohen, el principal ‘lobbyista’ de la empresa de cable, televisión y Hollywood Comcast, propietaria, entre otros activos, de los estudios de cine Universal y de la cadena de televisión NBC. Comcast es, también, una de las empresas más impopulares en EEUU por el virtual monopolio que tiene en el servicio de televisión por cable en gran parte del país, los precios abusivos que cobra y la infame calidad de su servicio. En un momento en el que los candidatos demócratas están jugando la baza del populismo y varios de ellos -como la senadora Elizabeth Warren– han renunciado a las donaciones de grandes empresas, Biden está yendo por la ruta del ‘establishment’.

Ésa será una de sus mayores vulnerabilidades en las primarias. Otra, su impresionante habilidad para meter la pata y decir lo que no debe, algo que ha marcado su vida política. También está la cuestión de la edad. Biden tiene 76 años. Aunque no es menos cierto que su mayor rival en el Partido Demócrata, Bernie Sanders, tiene 77, a pesar de lo cual goza del apoyo de gran parte del electorado más joven. Donald Trump, por su parte, cumple 73 años en junio. EEUU, al menos en lo que se refiera a la carrera hacia la Casa Blanca, parece una gerontocracia al estilo de la Unión Soviéticaen lugar del país con la población más joven de Occidente.

 

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