John Malkovich: «No le veo sentido a jubilarme porque me jubilarán cuando llegue el momento»
El actor protagoniza 'El mayordomo inglés', película basada en la novela de Gilles Legardinier, que debuta como director
70 años, casi 50 en activo. Versátil, en su natal Chicago y desde su compañía de teatro, desenrolló la alfombra roja hasta Broadway. El salto al cine fue el paso natural de un ser ansioso por seguir expresándose. El arte a su servicio y él al servicio del arte. Ha encarnado cientos de personajes; nos enseñó cómo ser él mismo en una bizarra incursión que este año celebra su 25 aniversario. Hoy estrena una nueva película, en francés, interpretando a Mr. Blake, un mayordomo de personalidad afable en una película igual de simpática que su protagonista. Bajo los mandos del best seller Gilles Legardinier, John Malkovich nos desvela otra cara de su polifacética carrera en ‘El mayordomo inglés’.
— Dada su experiencia, ¿cómo ha sido trabajar con Gilles Legardinier en su debut como director?
— Son muchas las películas que he hecho con directores primerizos. No tengo reparos en ello ni me preocupa. Sí, por supuesto que puedes tener resultados mixtos, pero pasa lo mismo con personas que han dirigido 20 películas. Es muy difícil hacer una buena película, y dirigir por primera vez puede ser muy frustrante; todas las cosas con las que tienes que lidiar, y que te culparán por ellas si no salen bien. Esta película, como otras muchas, tuvo varios de esos problemas. Es simplemente algo que sucede y los espectadores serían los primeros en señalarlo. Pero me gusta, Gilles es un buen narrador, sabe de cine, es un buen narrador y muy observador.
— ¿Cómo ha sido el ‘feedback’ entre ambos?
— Tenemos una relación estupenda. Creo que él, como director primerizo, hizo un gran trabajo escribiendo. También realizó un trabajo fantástico con la ambientación, con el casting, con la dirección de los actores, todo. (…) A pesar de que nunca había dirigido una película, para ser honesto, es algo que no me preocupa en absoluto y no rehuyo.
— Esta película, ‘El mayordomo inglés’, no cambiará la historia del cine, pero deja una sonrisa en la boca, algo casi revolucionario a día de hoy. ¿Es el cine actual demasiado pretencioso?
— No sé si pretencioso es la palabra que usaría, aunque tampoco es inexacta. Es solo que hay películas en las que cineastas, a menudo fantásticos, ejercitan una gran imaginación. Ya sean primerizos o con 50 años de experiencia, hay todo un conjunto de trabajos que simplemente no son muy buenos. (…) No hay muchas películas tan sencillas como ésta, lo cual significa que el autor no está tratando de ser un genio. No intenta tener una audiencia de 50 mil millones. Está tratando de contar una historia sobre gente corriente en una situación bastante común. En términos de mi personaje y de la mayoría de los personajes de ‘El mayordomo inglés‘, hay alguna noción de su dolor; dificultades, pasados atormentados o fracasos. A través de su interacción, dejan de andar esos caminos y comienzan uno nuevo. Así que es bastante único en ese sentido —a medida que avanzan las películas— porque parece que siempre tienen que tener algún evento dramático: si no se trata de salvar el mundo, entonces se trata de atrapar a un asesino en serie o hacer esto o aquello. Todas son una especie de gran evento. Cuanto más grande, mejor. Pero la vida no es realmente así.
— Mr. Blake parece que necesita la casa, pero la casa acaba necesitando a Mr. Blake. ¿John Malkovich sigue necesitando al cine?
— Lo necesito, pero ¿lo necesito de manera diferente a como lo necesitaba para diseñar moda? En realidad no, es una forma de expresión. Así lo he considerado siempre. Y así es como lo consideraré siempre. Es una forma de expresión que me gusta mucho.
— Y dándole la vuelta la pregunta, ¿el cine sigue necesitando a John Malkovich?
— No creo que el cine alguna vez me haya necesitado. El cine tiene muchísima gente mucho más talentosa y mucho más motivada que yo. Soy una persona de teatro. Pero, ¿el teatro me necesita? No. Al teatro le fue bastante bien sin mí y le irá bastante bien cuando ya no esté. Me gusta y estoy a favor de cualquier forma de autoexpresión para mí y para todos los demás. Así es como me siento, pero no creo que me necesite.
— Se cumplen 25 años de ‘Cómo ser John Malkovich‘. Le pregunto, cuarto de siglo después, ¿Cómo es ser John Malkovich?
— 25 años ya… La pel ícula fue un trabajo variado que presentó al mundo a dos talentos cinematográficos realmente excelentes, Spike Jonze y Charlie Kaufman, quienes han hecho, en mi opinión, otras y mejores películas, pero esa fue su presentación y estoy muy contento de haber podido estar involucrado. Metafóricamente es extraño ser el tema principal de una película que es de ficción. Pero para mí, creo que los lectores lo sabrán, no es diferente a mí interpretando a F.W. Murnau en ‘La sombra del vampiro’, donde interpreto a una persona real, pero eso no importa porque debajo de la falsedad hay una imagen real de lo difícil que es hacer una película, de lo imposibles que son las cosas. (…) Hubo un debate al final del montaje sobre cómo debería terminar la película. Y me preguntaron. Seguí pensando en una frase que me vino a la mente, que creo que nunca usé en ningún escrito posterior que hice en teatro o películas. Y la frase que se me ocurrió fue: «Lo que crees que es tuyo, no lo es».
— Y si pudiéramos volver al túnel y entrar de nuevo en su cabeza, ¿cómo veríamos la realidad que nos rodea? ¿Le preocupa la deriva que estamos tomando como sociedad?
— Por supuesto. Preocupado sí, pero no alarmado. A diferencia de muchas veces en la historia, creo que están sucediendo cosas que son inexplicables para las personas que vivimos en este momento, pero que tal vez no lo sean dentro de 50 años. Estoy seguro de que si le dijera a un niño, incluso a mis nietos, a día de hoy hoy, que alguien como John Gielgud fue encarcelado en su día por ser homosexual, se sorprenderían mucho. Tengo bastante buena fe en la humanidad. El problema es que cosas como las redes sociales no son reflectantes. Es decir, existen este tipo de vómitos, de reacciones de un segundo a partir de eventos sin reflexión, y creo que la reflexión es bastante importante. Y esas, a menudo, reacciones instintivas, como una prueba de reflejos en la rodilla, carecen de reflexión. Eso me preocupa.
— ¿Cómo valora el retiro? ¿Teme que llegue esa hora?
— Seguro. Quiero decir… Lo he dicho siempre, no creo que envejecer sea para los débiles de corazón. He sido increíblemente afortunado de poder gozar de buena salud, hasta donde yo sé. Todavía tengo, ya sabes, peleas a puñetazos en películas o peleas con espadas o lo que sea, todo el día. Pero cuando el trabajo ya no me interese, si llega ese momento, pararé. Y de todos modos, aunque quiera seguir, siempre lo he dicho: «No le veo sentido a jubilarme porque me jubilarán cuando llegue el momento».