Jorge Vilches: El tirano corrupto y las urnas
«Por responsabilidad, Sánchez se tenía que haber ido hace mucho, pero está tan atrapado que no lo hará ni convocará elecciones por temor a estar lejos del poder»

Ilustración de Alejandra Svriz.
«Yo estoy bien» es la frase con la que un historiador del futuro podría titular el periodo de Gobierno de Sánchez porque es lo único que le importa al presidente. Por responsabilidad se tenía que haber ido hace mucho, pero está tan atrapado que no lo hará ni convocará elecciones por temor a estar lejos del poder.
Las circunstancias le son más adversas cada día. Se ha quedado sin escapatoria judicial después de que el entramado forjado por Leire Díez, la fontanera, haya quedado desmantelado. Sumar, su socio de Gobierno, está muerto. De hecho, si mañana hubiera elecciones el grupúsculo de Yolanda tendría que buscarse otro trabajo. Podemos, su aliado de extrema izquierda, espera una buena noticia de las encuestas para dejarlo caer. Sus aliados independentistas no son de fiar, ni siquiera el PNV, porque su negocio es estar a la venta al mejor postor.
Tampoco cuenta Sánchez con el aplauso de los españoles, ni siquiera con su indiferencia. No se atreve a pisar la calle sin haberla vaciado antes con un enorme cerco policial. Teme aparecer en cualquier sitio, que empiecen los insultos y los silbidos, ser grabado y que la escena pase por las redes sociales y las televisiones, menos TVE, claro. Le espanta salir en un vídeo como en Paiporta, huyendo acojonado ante el clamor popular.
No ha calado su propaganda de que «España va como un cohete», ni ha conseguido que la economía le regale la confianza que la política no le brinda. La gente vive peor. Los empleos son precarios. La vivienda está imposible. Los estudios universitarios no sirven para casi nada. La capacidad adquisitiva ha disminuido. Los trabajadores no se pueden jubilar y temen no cobrar su pensión. En fin, son muchas cosas para que el relato sea creíble.
Su categoría como gestor es nula. La ciudadanía comprueba que el transporte por tren es cada día más lamentable, con retrasos y suciedad. Su política de defensa nos hizo sonrojar ante la Unión Europea y Estados Unidos. No ha sido capaz de aprobar los Presupuestos Generales del Estado durante dos años a pesar de la obligación constitucional. A día de hoy, por ejemplo, ha prometido construir o promover cientos de miles de viviendas sociales y todavía no hay ninguna. Ni siquiera ha ejecutado los fondos Next Generation. ¿Y qué decir de la gestión de la pandemia, o de la dana en Valencia, o su responsabilidad en el apagón del 28 de abril, que se produjo por un experimento con las renovables? Es un desastre sin paliativos, tóxico y negligente.
«Sánchez no tiene una lógica democrática, sino la propia del tirano corrupto»
Nada de lo anterior molesta a socialistas como García-Page, muy irritado, pero solo porque el PSOE pacte con Junts. El problema es que esos acuerdos infames son inseparables de la corrupción, el autoritarismo y la mala gestión porque responden al perfil del político que hace lo que sea para estar en el poder. Solo un dirigente que tiene imputados a su mujer, a su hermano y a su círculo laboral íntimo es capaz de torpedear la Constitución para mantener la protección que le proporciona presidir el Gobierno. Cuando se carece de mayoría parlamentaria porque las condiciones para tenerla son inaceptables, la salida lógica es convocar elecciones y que los ciudadanos decidan. Pero Sánchez no tiene una lógica democrática, sino la propia del tirano corrupto.
Por eso no habrá adelanto electoral, y mucho menos con las encuestas en contra y con manifestaciones que lo exigen para echarle de la Moncloa. Los números no le salen ni en la cocina de Tezanos. El PP y Vox suben, y es posible, digo yo, que lleguen a entenderse algún día. Y de no hacerlo, ambos partidos harían imposible una mayoría alternativa que permitiera a Sánchez seguir en el Gobierno. Unas elecciones generales serían hoy de castigo. La posibilidad de convocar a Cortes a la vez que las autonómicas y arrastrar así la popularidad de sus líderes regionales para compensar el antisanchismo se ha desvanecido porque el PSOE no despega en los territorios. Miren a María Jesús Montero y lo comprobarán.
No obstante, y siendo conscientes de que Sánchez no adelantará las elecciones salvo que aparezca un cisne negro, es preciso salir a la calle para demostrar a España y al resto de Europa que nuestro país no se merece a este presidente.