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Jorge Vilches: Los agentes de Putin

«No es fortuito que justo ahora los podemitas, cuyos diputados aseguran la mayoría al Gobierno, hayan exigido salir de la OTAN. Tenemos al enemigo dentro»

Los agentes de Putin

Ilustración de Alejandra Svriz.

 

 

Podemos se creó como franquicia del socialismo del siglo XXI de Chávez para desequilibrar la democracia española. Siguiendo la tradición comunista decían que del caos podría surgir la oportunidad para hacerse con el poder. Se trataba de crear el momento populista y aprovecharlo. Había que llenar la calle y los medios de violencia física y verbal, irrumpir en las instituciones con amenazas, imponer el lenguaje y desautorizar al enemigo, convertir cada cuestión en un problema, y cavar trincheras en la comunidad. Forjaron así una máquina ideal para la desestabilización.

Hoy Podemos es una pieza más del engranaje de la máquina de Putin para perturbar nuestra democracia. Lo explico. Rusia utiliza el llamado «método Gerasimov», una versión de la guerra híbrida que combina la existencia de un escenario bélico -Ucrania- con el aprovechamiento de las debilidades de las sociedades enemigas. El objetivo es dividir a los otros países y paralizar a sus Gobiernos. Este método ruso implica la generación de un estado de opinión usando los medios de comunicación, especialmente las redes, que son populares y gratuitas. Luego canaliza esa opinión a través de partidos que desde la derecha y la izquierda encabronan a la gente contra su propio sistema político, más que contra el enemigo exterior, Rusia.

Gerasimov, jefe del Estado Mayor de Putin, cifra el éxito de su método en provocar en el país enemigo una crisis política, económica y social de cuya responsabilidad el pueblo culpe a su Gobierno y a los pilares constitucionales; es decir a los factores internos, no externos. Para inducir esa situación hay que conocer bien las debilidades del otro, y ese «otro» es Occidente y las democracias liberales.

La Rusia imperialista actual sabe, al igual que lo conocía la URSS, que el modelo de bienestar europeo tiene dos bombas de relojería que pueden destruir el Occidente de la libertad. Una es la dependencia energética, y la otra es el determinismo cultural. Los setenta marcaron el camino. Las crisis del petróleo demostrando la debilidad de los Estados sociales europeos, y la influencia de las teorías críticas y del posmodernismo debilitaron los pilares occidentales. A esto añadieron la dependencia militar de EEUU, porque sin los norteamericanos en la OTAN, Europa no tiene fuerza.

Estos factores crearon las condiciones favorables para el éxito de esta guerra híbrida empezada hace décadas. El resultado es el diagnóstico de nuestra enfermedad: debilitamiento moral, desprecio a la autoridad, negación de los principios fundadores de Europa, deconstrucción del sector productivo, degradación del arte, renuncia a la fe, cambio de la identidad nacional por la de género o raza, hundimiento de la educación, además de un relativismo que ha herido de muerte a la razón y a la ciencia, un ecologismo pánfilo, y un buenismo multicultural acomplejado por una leyenda negra de Occidente.

«No es casual que los independentistas sean partidarios del dictador ruso porque toda desestabilización del enemigo es buena»

A esto hemos unido otros factores como una completa digitalización de nuestras vidas que nos entrega al big data, la renuncia a la familia tradicional con todas sus consecuencias, el descenso de la natalidad autóctona, la mala clase política, y la debilidad de unas instituciones europeas que la gente no conoce ni aprecia. Al final renunciamos a ser Europa de forma voluntaria, en un suicidio estúpido, mientras el resto del mundo, envalentonado por nuestra dejación, no ha cambiado un ápice de sus costumbres, ideas ni propósitos. Un buen ejemplo son las panolis de Podemos defendiendo a la vez al «colectivo LGTBI» y la superioridad del islamismo sobre el cristianismo.

Esta situación ha sido aprovechada y auspiciada por el enemigo a las puertas. La rapidez en la caída de Occidente es obra de la influencia (y algo más) de la Rusia de Putin. No es casual que los independentistas en España sean partidarios del dictador ruso y viceversa, porque todo proceso de desestabilización del enemigo es bueno. En eso mismo está Podemos, que forma parte de ese engranaje de la guerra híbrida.

De hecho, no es fortuito que justo ahora los podemitas, cuyos diputados aseguran la mayoría al Gobierno de España, octavo productor militar del mundo, hayan exigido salir de la OTAN, cerrar las bases militares americanas en suelo español y poner fin al gasto de defensa. Lo han hecho a dos días de que el Consejo Europeo se reúna para dar una organización militar a la UE con la que enfrentarse a Putin. En suma: tenemos el enemigo dentro y seguimos con las puertas abiertas y sin centinelas.

 

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