Jorge Vilches: Tú a la cárcel y yo a las urnas
«Es preciso arrebatar a la izquierda el relato del miedo que salvó a Sánchez en 2023. Desarmar al enemigo de la libertad siempre es una buena medida»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Vamos a asistir a dos procesos paralelos. Mientras el PSOE va a dedicar lo que queda de su mandato a evitar la cárcel y la muerte política, el PP se entregará, eso espero, a articular una campaña para ganar con rotundidad las elecciones. Es uno de esos extraños momentos en la historia en el que la competición entre dos partidos no responde a la normalidad, sino al pulso entre una realidad corrupta y tiránica, y la conservación de la democracia liberal.
El sanchismo está en modo escape desde hace tiempo, pero ahora, con Santos Cerdán en la trena, el círculo sobre el Número 1 se estrecha. Y no hay que olvidar que era el secretario de Organización y que la UCO registró Ferraz la semana pasada. La financiación ilegal planea sobre el partido de Gobierno, y eso manchará todo, a las personas, las candidaturas y el proyecto. Esto sin contar que además de meter la mano en la caja, los corruptos metían la mano a señoritas. Lo último, el uso de la prostitución y el trato a las mujeres como si fueran objetos, ha hecho que los socialistas pierdan expectativa de voto femenino.
Además, el PSOE está bloqueado. Eduardo Madina ha echado una instancia a la candidatura sellada por los viejos gerifaltes del partido, pero es insuficiente. Solo un suicidio del sanchismo, en plan Cortes franquistas de 1976, podría dar chance a Madina, que tampoco es Willy Brandt, la verdad. La organización está tomada por el sanchismo, y más o menos todos se han manchado por la corrupción o han trabajado con un corrupto. Callarán aguardando a que un juez haga lo que ellos no tienen el valor de hacer, que es cargarse a Sánchez como hicieron en 2016. Por eso, esperar que del Comité Federal del sábado salga algo más que maquillaje; es decir, es una ensoñación vana aguardar que nos sorprendan con un verdadero revulsivo o una rebelión en la granja. En el PSOE no queda nada ni nadie, ni siquiera Page porque no tiene el apoyo de la militancia ni gusta en Cataluña ni en el País Vasco.
El deterioro no es solo en el físico de Pedro Sánchez, cada vez más demacrado y cadavérico, sino también en la organización. Es lógico. La oligarquía que controla un partido forjado para servir a un individuo narcisista y sin escrúpulos sabe que no sobrevivirá a la caída del Número 1. El resto, los que se limitan a aplaudir las payasadas de Zapatero cuando decía «Super Santos Cerdán», saben que la empresa quedará como mínimo aletargada durante bastante tiempo. Eso es la ruina para muchos que no tienen dónde caerse muertos porque no conocen otra profesión que el cargo público.
«Las derechas deben demostrar, como Milei, que el echar al populismo de izquierdas no es el fin
del mundo, sino el comienzo»
Los otros, los del PP, nunca lo han tenido mejor para vencer en las urnas. Solo tienen que añadir al antisanchismo un proyecto medianamente ilusionante de recuperación y fortalecimiento de la democracia liberal. Que no nos hablen de pensiones ni subvenciones, por favor. Hacen falta, al menos, leyes que garanticen la independencia judicial y la libertad de prensa, y otras que aseguren que no habrá más cargos a dedo y de camarilla en las instituciones, desde el CIS a RTVE.
Nos merecemos ese momento de ilusión aunque luego las cosas no salgan como se habían planeado. No olvidemos que una comunidad política no puede vivir sin esperanzas periódicas. Esta es hoy la tarea del PP, y debe contar con Vox, como lo ha hecho en autonomías y municipios. Las derechas deben demostrar, como Milei en Argentina, que el echar al populismo de izquierdas no es el fin del mundo, sino el comienzo. Y no solo eso: es preciso arrebatar a la izquierda el relato del miedo que salvó a Sánchez en las elecciones de 2023. Desarmar al enemigo de la libertad siempre es una buena medida.