José Antonio Marina: “La ciudadanía está cayendo bajo la fascinación del poder, está dispuesta a una ‘servidumbre voluntaria’, premoderna”
El pensador español ha publicado, recientemente, ‘Historia universal de las soluciones’ y ‘El deseo interminable’, que continúan sus investigaciones sobre el comportamiento humano, la desafección por la política y las nuevas coordenadas de la ética. En esta entrevista habla del resquebrajamiento social, emocional y existencial
“Asistimos al triunfo del conductismo. Skinner ha triunfado. Estamos tan pendiente de los premios, que acabamos adoptando múltiples adicciones. Vivimos el desdén hacia la libertad, el auge de los sistemas autoritarios, un repliegue hacia la felicidad subjetiva, olvidando su nexo con la pública felicidad”. Esta reflexión de José Antonio Marina condensa buena parte de sus últimos libros en los que analiza el mundo contemporáneo a través de las interrelaciones entre de las emociones y la política y otras disciplinas que muestran sus derroteros. El resquebrajamiento de un sistema que agrava una crisis social y existencial.
Historia universal de las soluciones. En busca del talento político (2024), El deseo interminable. Las claves emocionales de la historia (2022) y Biografía de la inhumanidad (2021, todos en Ariel) hablan por sí solos desde sus títulos. José Antonio Marina (Toledo, 1939) despliega en ellos, y en su treintena de ensayos, desde su debut con Elogio y refutación del ingenio (1992), su filosofía y su vocación de pedagogo que lo convierten en uno de los divulgadores españoles más destacados. En una persona interesada en investigar no solo los comportamientos humanos desde la inteligencia hasta la ética, por ejemplo, y detectar las causas de cambios o problemas, sino que plantea posibles soluciones para remontar los baches y errores. La editorial lo resumen bien: “Ha dedicado toda su labor de investigador a la elaboración de una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y termina en la ética, entendiendo que la inteligencia no busca el conocimiento, sino la felicidad y la dignidad. Dentro de este proyecto ha escrito sobre la creación, la voluntad, los sentimientos, el lenguaje, la ética, la religión y la política”.
Su obra más reciente aborda un tema crucial que ha llevado a la sociedad a orillas impensables: la política y sus líderes que han creado desafección en la sociedad no solo por no cumplir sus cometidos, sino por la red de corrupción y podredumbre en diferentes sentidos sobre los que se levantan. Sobre este momento, José Antonio Marina responde por correo electrónico:
Winston Manrique Sabogal. ¿En qué momento la política, que debe estar para solucionar problemas, se convirtió en un problema? ¿Cuáles serían las dos o tres causas principales?
- José Antonio Marina. Hay que remontar el curso histórico. Las primeras formas de organización de las tribus fueron jefaturas aceptadas temporalmente para resolver una situación (por ejemplo, una guerra). Pero el poder se fue instalando y haciendo permanente. Hubo una “patrimonialización” del poder político, que quedaba ligado a una persona o a una familia, cuyo objetivo era aumentar su propio poder. Era la figura del “rey propietario” Esto se fortaleció con los sistemas de legitimación, que rodeaban de un aura religioso al soberano. El pueblo quedaba muy lejos. Se consideraba que la obediencia era la virtud esencial para la convivencia política. Los problemas del pueblo quedaban muy lejos.
W. Manrique Sabogal. Usted escribe: “Esta gigantesca ‘divinización del poder’, con sus sistemas de adoctrinamiento, su capacidad de crear fervorosos fieles, sus rituales y liturgias, debe ser desmitologizada”. ¿Por qué esa “divinización del poder”, que es antigua, ha aumentado?
- José Antonio Marina. El poder es una energía expansiva, que no tiene sistemas de frenada. Los límites tienen que venir de fuera. En el campo político, esos “poderes limitadores” han sido la religión (la sumisión del poder político a la autoridad religiosa, como en el tiempo del Papado o como en el Irán actual), las elites nobiliarias o económicas, y el pueblo. La monarquía absoluta supuso el momento cumbre de la divinización del poder personal. Después de la Revolución francesa lo que fue creciendo es el poder del Estado, cuyo punto más alto fueron los Estados totalitarios. En este momento, lo que me preocupa es que la ciudadanía está cayendo bajo la fascinación del poder, está dispuesta a una “servidumbre voluntaria”, en cierto sentido premoderna. Una reciente encuesta a los jóvenes catalanes ha revelado un desinterés por la democracia. Estarían dispuestos a vivir en una dictadura si les asegurara el bienestar económico. El auge de las democracias iliberales y de los regímenes autoritarios es otra manifestación de ese “mito del líder fuerte”.
W. Manrique Sabogal. Leyendo este libro, el anterior y otros, se ve la gran coincidencia de un tiempo donde hay crisis intelectual, del descrédito y la desafección de la política, de la inflación de la economía que todo lo vuelve utilitario en detrimento de las humanidades, de la ética maleable al gusto de cada político o persona, de la identidad en auge que raya en el narcisismo… ¿Qué fue primero? ¿Qué pudo ser el detonante de esta demolición o desajuste social?
- José Antonio Marina. El siglo XX fue un siglo de pérdida de certezas y de crisis de autoridad, en ambos casos por un exceso previo de dogmatismo. Hubo una pérdida de confianza en la capacidad de la inteligencia para resolver los problemas. Los sistemas totalitarios se hundieron, los sistemas religiosos, también, y la filosofía salió trasquilada. En la década de los ochenta hubo un renacimiento de los sistemas democráticos, pero a comienzo del siglo XXI empezaron a decepcionar a la ciudadanía. La crisis del 2008 agravó esta situación. El neoliberalismo se encontró sin armas, y el socialismo había perdido su interés por la igualdad y se embarcó en la defensa de las identidades. La economía se globalizó y los corazones se localizaron. Emergieron los nacionalismos. La filosofía colaboró al desbarajuste con su crítica a la racionalidad, y a la verdad, y un relativismo que justificaba cualquier injusticia. Como he explicado muchas veces, asistimos al triunfo del conductismo. Skinner ha triunfado. Estamos tan pendiente de los premios, que acabamos adoptando múltiples adicciones. Vivimos el desdén hacia la libertad, el auge de los sistemas autoritarios, un repliegue hacia la felicidad subjetiva, olvidando su nexo con la pública felicidad. Como ve, hay demasiadas fuerzas en acción.
W. Manrique Sabogal. ¿Qué grado de responsabilidad tiene en todo esto el Yo despertado y liberado en la Ilustración?
- José Antonio Marina. Hay un intento de culpar a la Ilustración de todos los males. No me extraña que Steven Pinker haya escrito un libro de quinientas páginas en defensa de la Ilustración. Esa culpabilización me parece injusta. La Ilustración fue un movimiento liberador. Su idea de “razón” no es ese frío mecanismo utilitario que algunos pretenden que condujo a los campos de exterminio nazis, sino la búsqueda de evidencias universales. Debemos rehabilitar la Ilustración.
W. Manrique Sabogal. La Ilustración trajo grandes ventajas y junto con el Romanticismo despertaron al Yo que empezó a querer buscar su identidad y su autenticidad en una carrera que ha roto los cánones, por ejemplo, del amor, la belleza, el sexo y la felicidad.
- José Antonio Marina. El Romanticismo fue un hijo parricida de la Ilustración. Fue el triunfo de la Pasión frente a la Razón, y la exaltación del individualismo vuelto a la intimidad, frente al individualismo vuelto hacia la universalidad.
W. Manrique Sabogal. Indica que una de las causas de este resquebrajamiento es el individualismo galopante que tiende a pulverizar lo colectivo al confundir los límites de las libertades individuales con los derechos de los otros, por ejemplo. ¿Cómo hacer entender a la gente que esa colisión es evitable? ¿O no lo es?
- José Antonio Marina. La relación entre el individuo y la tribu es de ida y vuelta. Todos los humanos somos seres sociales, es decir, nacemos en una colectividad. A lo largo de la historia, en especial en Europa, la individualidad -la autonomía, la independencia- se han ido valorando cada vez más, hasta el punto de que con la aparición de los derechos subjetivos individuales parece que ese lazo social se ha roto. El liberalismo extremo ha consumado esta separación, admitiendo solo la libertad negativa, es decir, el derecho a que los demás, en especial el Estado, intervenga en mi vida. En ese caso, los derechos quedan sin fundamento, porque son una creación social, por lo que necesitamos recuperar esa esencial relación social. Necesitamos recordar todo este círculo evolutivo.
W. Manrique Sabogal. En su libro anterior, El deseo interminable, sobre las emociones, recuerda y explica que el deseo es el motor del ser humano, pero que deseos mal interpretados y administrados generan caos y desincronización en el ecosistema humano, que estalla en el campo de la política que luego repercute en todos los ámbitos. Hábleme un poco de esto, por favor.
- José Antonio Marina. Los deseos son el motor del comportamiento. Todos ellos tienen como horizonte la felicidad. Como decían los filósofos medievales, los deseos fisiológicos son limitados, pero los intelectuales son infinitos. Además, son necesarios, pero no fiables. Por eso necesitan estar bajo el control de la inteligencia ejecutiva. La propia estructura del cerebro muestra esta distribución de funciones: los lóbulos frontales eligen las metas y dirigen el comportamiento, pero no pueden hacerlo sin la energía que procede de las áreas límbicas, sede de nuestro mundo emocional.
W. Manrique Sabogal. La polarización de hoy es pura emoción asilvestrada con el combustible de las redes sociales, ¿cree que debe haber alguna regulación? O algo como una educación alrededor de esto.
- José Antonio Marina. Debería haber alguna regulación en el acceso de la infancia a las redes sociales. Para el resto, la única regulación que me parece posible es la aplicación del derecho sobre protección del honor, sobre la vida privada y sobre de la difusión de bulos y falsedades. Y, sobre todo, la presión social, que debía hacer intolerables esos comportamientos.
W. Manrique Sabogal. La felicidad, su búsqueda y el propiciarla está en cada página del libro. ¿Qué va a pasar con ella cuando la política no parece estar por la labor, la gente se siente agobiada ante la felicidad como producto y sus múltiples opciones?
- José Antonio Marina. Por mi parte, lo único que puedo hacer es recordar que la búsqueda de la felicidad privada, desligada de la búsqueda de la felicidad pública, acaba pervirtiendo la convivencia.
W. Manrique Sabogal. La humanidad vive cuatro situaciones importantes y de trascendencia relacionadas con el sexo y la sexualidad que tienen hoy un protagonismo en la política en busca de “reordenación” al ser situaciones inéditas en el ámbito político-público social, y me gustaría una opinión o reflexión sobre cada una de ellas y cómo afectan o pueden afectar a la persona y a la sociedad:
- José Antonio Marina. No sé exactamente a qué situaciones se refiere. La distinción entre sexo biológico y género cultural me parece verdadera. A partir de ahí los intentos para convertir todo en cultura y negar la presencia biológica, me parece una equivocación. Hace años, escribí El rompecabezas de la sexualidad. No lo hemos resuelto todavía.
W. Manrique Sabogal. Hay fuerzas sociales y políticas que tratan de equilibrar la igualdad entre todas las personas tras una larga historia hegemónica patriarcal y heterosexual. ¿Cómo incide esto en las relaciones sexuales en una pareja, en su intimidad sexual?
- José Antonio Marina. La teoría la aceptamos, pero en general no ha ido acompañada de la reorganización emocional que es necesario para ponerla en práctica. Después de milenios de relaciones asimétricas, la simetría en la pareja está resultando muy difícil. Por eso el machismo no acaba de desaparecer.
W. Manrique Sabogal. Es el comienzo de la normalización de la fluidez de la sexualidad, el deseo y los sentimientos, sobre todo entre las nuevas generaciones: ¿Cómo puede incidir esto en la persona y en la sociedad en general?
- José Antonio Marina. Durante mucho tiempo se pensó que todos los problemas sexuales procedían de la represión, y que si esta desapareciera la sexualidad seria paradisíaca. Como se decía en el 68, the last green corner. La experiencia ha mostrado que eso no era verdad. La gente no aspira a una vida de continuas experiencias sexuales y poliamorosas, sino a una convivencia amorosa, que es una cosa diferente. La cantidad cada vez mayor de personas voluntariamente solteras es el resultado de una decepción de la vida en pareja. Al mismo tiempo, todas las encuestas que tenemos señalan esta vida en pareja como el camino más transitable a la felicidad. Esta contradicción provoca mucho MALESTAR.
W. Manrique Sabogal. Hay más visibilidad y normalización de múltiples sexualidades y expresiones sexuales (lo trans, etc.) relacionadas con el libre desarrollo de la identidad del individuo, algo que siempre ha estado en el ser humano, pero ahora esas personas empiezan a poder vivirlas abiertamente. Es un momento inédito para la humanidad: ¿Qué implicaciones puede tener esto en el conjunto de la sociedad y de las nuevas generaciones en la interrelación de parejas? ¿Qué tanto puede cambiar el mundo desde ese motor que es el sexo y la sexualidad?
- José Antonio Marina. Creo que vivimos un movimiento reivindicativo de las identidades y que todos los movimientos reivindicativos tienen que jugar contra algo que consideran injusto, y en esa lucha suelen cometerse excesos. Espero que una vez conseguidos los derechos nos dediquemos a aclarar las ideas.
W. Manrique Sabogal. Aumenta la mirada que trata de imponer lo políticamente correcto y la cultura woke. ¿Qué opina de esta tendencia? ¿Hasta qué punto puede marcar el futuro de los hábitos de la sociedad?
- José Antonio Marina. El movimiento woke es tan confuso que en mi página web (joseantoniomarina.net) me vi obligado a publicar un Diccionario Woke. Es un movimiento justo y bienintencionado en su origen, que se equivocó por haber utilizado una mala filosofía, fundamentalmente el pensamiento de Foucault.
W. Manrique Sabogal. Desde los años noventa del siglo XX, que coincide con la caída del Muro de Berlín en 1989, y la sensación de seguridad que dejó en el mundo junto al apogeo del neoliberalismo, el big bang del mundo digital, internet, redes sociales, apps, etc., aceleraron la ruptura en la cotidianidad, no en las artes que ya lo hacía desde las vanguardias y en los años 60, de cánones como los de la belleza o de hábitos frente al amor, el sexo y la felicidad. ¿A qué se ha podido deber este “nuevo mundo”?
- José Antonio Marina. Todos los cambios tecnológicos han supuesto cambios en la vida cotidiana. Con los actuales sucederá lo mismo. La única diferencia es la rapidez con que se han impuesto, y la extensión de sus efectos. Basta pensar en lo que supuso el lanzamiento de los teléfonos inteligentes conectados a Internet.
W. Manrique Sabogal. Se habla mucho del cine y la televisión como grandes informadores, “educadores” o moldeadores de comportamientos, hábitos y gustos, incluido la belleza, el amor, el sexo, la sexualidad y la felicidad, pero: ¿Qué papel ha jugado la música más contemporánea y sus artistas, del rock al pop y el reguetón, con sus letras, ritmos y vídeos difundidos en canales como MTV e incluso Spotify en la nueva concepción de esos conceptos?
- José Antonio Marina. No he estudiado el tema, pero creo que influyó más en otras épocas. Estoy pensando en la generación de los Beatles y de los Rolling Stone. Ahora, la misma facilidad de reproducción y difusión creo que minimiza el efecto.