José Dávila: “La verdadera oposición debe unirse en 2017”
José Dávila hace un balance del gobierno de Ortega.
La verdadera oposición debe unirse en 2017 y seguir presionando para impulsar cambios institucionales en el país que conlleven en la realización de elecciones transparentes con observación electoral, según el analista político José Dávila. El exembajador de Nicaragua en Alemania, profesor de Ciencias Políticas y observador de la política nacional, dice en esta entrevista que la farsa electoral del pasado noviembre debilitó al gobierno de Daniel Ortega, que el Nica Act y las pláticas con la OEA le preocupan y que la oposición tiene que exigir unida, cambios más allá del Consejo Supremo Electoral.
Comparado con un año atrás, ¿cómo está actualmente el régimen de Daniel Ortega? ¿Más fuerte? ¿Más débil?
Se puede tener la fuerza de la razón o la razón de la fuerza, y el gobierno de Daniel Ortega ha optado claramente por lo segundo. Luego de la farsa electoral del pasado 6 de noviembre, uno de cuyos resultados fue una mayor concentración de poder en la familia Ortega Murillo, además de sumir a este gobierno en una crisis de legitimidad por el 60 por ciento de abstención electoral, la crisis política de Nicaragua se ha agravado… Al profundizar su dictadura, Ortega “liberó” espacios para la lucha democrática, y su fortaleza de facto se convirtió en debilidad para defenderse.
Existe la sensación de que el gobierno de Ortega está más débil por factores externos (Nica Act e informe de la OEA) que por factores internos o presión de la oposición.
Hay dos factores que ponen nerviosos a los regímenes autoritarios; por un lado, que la población proteste en las calles, y por otro lado las acciones internacionales como efectos de la denuncia por falta de democracia; la protesta en las calles de las ciudades está más controlada que la protesta en el interior del país y la ruralidad, donde la Policía y el Ejército tienen que llegar a extrema dureza en sus acciones para ahogar los reclamos, ejemplo: el Movimiento Campesino Anticanal. Efectivamente, en el campo internacional la gestión de Almagro, secretario general de la OEA, que debiera dar o no un resultado a mediados de enero, y la posibilidad de que se vuelva a discutir en el Congreso de los Estados Unidos la Ley conocida como Nica Act, son dos temas que además de estar relacionados entre sí, seguramente tienen preocupado al gobierno, aunque ellos aparenten indiferencia.
Con la poca participación en las votaciones de noviembre, ¿qué mensaje manda la población nicaragüense al gobierno?
Sin duda alguna la abstención electoral en las elecciones del pasado 6 de noviembre -y hay coincidencia en muchos informes técnicos y objetivos de que rondó el 60 por ciento- fue uno de los hechos políticos más sobresalientes del año que termina… Esa abstención deslegitimó ese proceso electoral, puso al desnudo que era una farsa; independiente de los resultados maquillados que presentó el Consejo Supremo Electoral, esa abstención descalificó esas elecciones, y menoscabó la legitimidad de origen que tendrán las autoridades que se han autorrecetado cinco años más en el poder. El pueblo de Nicaragua aprovechó ese proceso para demostrar su inconformidad con ese tipo de elecciones, y demostrar que a pesar del control y temor que el régimen trata de imponer a la población, siempre sabrá actuar en las oportunidades concretas, como cuando también en 1990 tuvo la posibilidad de elegir, escogió a doña Violeta y derrotó a Daniel Ortega.
En términos políticos, ¿qué les depara el 2017 a los nicaragüenses?
Esta crisis, agravada por los resultados de la farsa electoral de noviembre, va más allá de ser un desafío para los políticos, pues se trata de una población que enfrenta la profundización de la frustración y desesperanza, que afecta su certidumbre para un mejor futuro. No nos vamos a autosatanizar por ir de dictadura en dictadura, pero lo que hay hoy es un remedo de país en que la mayoría de las familias sigue en vulnerabilidad económica, con pobreza parecida en las últimas décadas, pésima imagen internacional y la gente llena de desilusiones al ver que quizás nos esperan cinco años más de lo mismo… Si no hay la apertura del sistema político que gestiona la OEA y se viene la Nica Act, estaremos ante un 2017 muy difícil, muy complicado…
¿Cuál es el papel que debe jugar la oposición?
Lamentablemente los dirigentes políticos opositores parecen resignarse a “lo posible”, a ser “pragmáticos”, debido a sus intereses personales o grupales, alejando “lo utópico” y “los sueños”, y casi condenando con ello al país a un ostracismo de largo plazo. Esto lleva a los políticos y a sus partidos a la pérdida de identidad, falta de pensamiento, divisiones, y sobre todo a la falta de propuestas que convierta a la oposición en alternativa al actual gobierno; a ello hay que agregar la serie de mecanismos que tiene el régimen para dividir, chantajear, infiltrar, etc., que no dejan prosperar una oposición fuerte y consistente. La verdadera oposición debe unirse alrededor de un proyecto político de cambio profundo, con visión estratégica y acciones efectivas en distintas etapas para lograr los objetivos superiores y, por ejemplo, en lo político no solo exigir que cambien a los magistrados del CSE, sino el cambio es más de fondo, se necesita también cambiar la Corte Suprema, cambiar la Contraloría, suprimir la reelección, que haya elecciones libres, que cambie la forma de elegir diputados, despartidarizar al Ejército y la Policía, etc.
Si Daniel Ortega brinda elecciones transparentes, con observación y sin amenazas sobre las personerías jurídicas de los partidos, ¿debe la oposición participar en las elecciones?
Como hemos dicho, lo electoral no agota la democracia, la democracia va más allá, pues un sistema democrático debe abarcar lo político, lo económico, lo social y lo cultural, y tener todas las libertades públicas en pleno; debe haber un Estado que necesita un alto grado de eficacia social, asignando a la concreción de las políticas públicas democráticamente decididas la máxima importancia y recursos adecuados, no hay democracia sin trabajo digno y sin organización de trabajadores, que hoy están controlados por el Estado-partido aniquilando su historia de lucha por reivindicaciones. Unas elecciones libres y transparentes son un derecho cívico-político básico, que a casi 40 años del derrocamiento de una dictadura que también las negó, las seguimos buscando y nos siguen siendo negadas; el problema es que una dictadura no permite elecciones para ceder el poder, estamos en un subdesarrollo político asfixiante en que unas elecciones libres y transparentes podrían ser el inicio de la solución de la grave crisis política del país…