José Virtuoso: El Vaticano tuvo exceso de fe en el diálogo
La virtud de la puntualidad no es precisamente caraqueña, pero el sacerdote jesuita José Virtuoso hizo honor a su nombre y como si fuese inglés llegó a la redacción dispuesto a una buena conversa, eso sí, una que no pasara de las once de la mañana porque la agenda del rector de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) estaba comprometida.
No más sumergirse en la sala de conferencias, una suerte de pecera de paredes de vidrio desde donde se divisa la redacción, el padre, para ir entrando en confianza, se dio por completo a la conversa franca, inmediata, que buscaba, en sus primeras de cambio, respuestas y puntos de vista sobre otra charla, la que se ha atascado en los rincones de la política venezolana entre el Gobierno y los factores de la oposición.
-¿ Por qué a estas alturas del partido se insiste con el tema del diálogo?
-La sociedad venezolana tiene que ver en la posibilidad del diálogo, del entendimiento, la visión concertada entre los distintos actores políticos y sociales necesaria. Nadie en su sano juicio se puede oponer a que dialoguemos y lleguemos a acuerdos racionales y civilizados sobre nuestros problemas.
–¿Y a qué se deben los resultados o, mejor dicho, la falta de ellos?
-El diálogo se planteó en el país como una suerte de instancia extra institucional para la resolución de los conflictos políticos. Y uno se pregunta: ¿para qué está el Parlamento, que se supone que tiene representación plural de la sociedad venezolana y es el espacio idóneo? Entonces nos enfrentamos con la terrible contradicción que en la AN no hablamos. En el Parlamento el Gobierno rechaza sistemáticamente cualquier intento de acuerdo y de grandes temas políticos, en instrumentos para salir de la crisis; pero, por otra parte, te llamo al diálogo en una mesa paralela, entonces, ¡qué sentido tiene eso! Eh, se invita al diálogo, pero por otra parte no se reconocen los espacios electorales consagrados en la Constitución. Te invito al diálogo, pero por otros canales cuestionables, suspendo abruptamente la consulta al referendo.
-¿Quiénes ganaron y quiénes perdieron en este proceso?
-El problema fue que se planteó el diálogo como una salida mágica extra institucional, fuera de los espacios políticos tradicionales. No era un planteamiento para nada correcto. En este sentido, la oposición le ha tocado cargar los errores mayores de esa decisión , por la simple y llana razón que lo asumió ingenuamente, sin estrategia, sin método, o por lo menos sin haber meditado suficiente. Por eso resultó un fracaso.
–¿Y cómo se reparten las culpas?
-Yo creo que los temas, los grandes conflictos y problemas sociales no tienen un solo y único responsable. En este caso, la oposición ha sido fuertemente cuestionada por su electorado por la manera cómo ha conducido las expectativas, los mecanismos propuestos y la incapacidad final para llevarlos a cabo, además de un manejo político no acertado.Pero, evidentemente el principal responsable de esta situación es el Gobierno que ha cercenado los espacios políticos democráticos, cercenado las posibilidades del Parlamento supliéndolo con el Tribunal Supremo de Justicia, cercenado las posibilidades de los tribunales, ha implementado una política de arrinconamiento de la oposición, ha violado los derechos humanos y sobre todo, se empeña en mantener un sistema económico y social que complica todavía mucho más el escenario porque genera mucha frustración. Hay que poner las cargas donde deben.
-¿No fue un exceso de fe por parte del Vaticano sentar en la mesa a las dos partes en conflicto y pretender soluciones en un tiempo prudencial?
-Evidentemente. Yo creo que sí. Yo diría que hubo sobreexceso de fe por parte del Vaticano al principio de este proceso. Yo creo que ese es el papel de la Iglesia, sobre todo porque el Papa ha sido un hombre convocante al diálogo en grandes conflictos del mundo, y ante la petición de las partes su papel era fundamentalmente posibilitar eso. Me parece bien, loable, dado el sitial que tiene el Papa en el liderazgo mundial. Me parece bien que el Vaticano continúe buscando los modos para hacer más efectiva esa mediación.