Juan Carlos Girauta: «Estamos gobernados por un maniquí de El Corte Inglés»
Juan Carlos Girauta habla en esta entrevista del libro de Albert Rivera, de la situación de Ciudadanos, de la batalla cultural, de la pandemia y del Gobierno encabezado "por un maniquí de El Corte Inglés"
Por no desencajar se hizo comunista, a los 15 años, y por desencanto se alejó del socialismo, a los 25. Hace unos meses, abandonó Ciudadanos después de que el partido apoyara una de las prórrogas del estado de alarma que propuso el Gobierno. Desde luego, parece que Juan Carlos Girauta no cree en el estatismo.
Incómodo y, a veces, deslenguado, el exdiputado atendió a Vozpópuli en una conversación telefónica y habló del libro de Albert Rivera, del declive de la formación naranja, del Gobierno de Pedro Sánchez, de la batalla cultural que -a su juicio- debe librar la derecha contra la izquierda y de la situación de los medios de comunicación españoles.
Pregunta: ¿Usted cree que donde ha habido amor es imposible evitar el despecho?
Respuesta: (Ríe) Pues no lo sé. Depende…
P: Lo digo por el artículo que escribió el otro día Pedro J. Ramírez sobre Albert Rivera…
R: Lo leí, lo leí…
P: ¿Y qué tal?
R: No sorprenderá a nadie que diga que estoy en contra de todo lo que se sostiene en ese artículo, de principio a fin, con todo el respeto a su autor.
P: Por partes. ¿Cree que Rivera cayó en el autoengaño en su última etapa al frente de Ciudadanos?
R: A ver, en este artículo, como en muchos otros, la tesis que se impone es que Ciudadanos se equivocó en 2019 al no apoyar a Pedro Sánchez (tras las elecciones de abril). Claro, si tú tomas como premisa que Ciudadanos tenía una obligación moral, política o existencial de pactar con el PSOE, todas las conclusiones conducen al mismo sitio. Lo que pasó es que Ciudadanos no quería ser un partido bisagra. Quería gobernar y no de cualquier manera, pues podría haberlo hecho con el PP, aprovechando alguna de las ofertas que le hizo Rajoy a Albert. Pero no lo aceptamos porque nuestra idea era que si no teníamos la presidencia del Gobierno, no podíamos llevar adelante nuestro programa de regeneración.
P: Les cayó un buen rapapolvo mediático y político por no pactar con Sánchez, pues eso se interpretó como el inicio de la llegada de Podemos al Gobierno…
R: Pero es que nosotros no podíamos pactar con Sánchez a tenor de lo que habíamos visto desde que ganó la moción de censura. Te recuerdo que anteriormente hicimos un acuerdo de Gobierno con él, es decir, no había una animadversión inicial. Pero es que después constatamos que carecía de principios y estaba dispuesto a cualquier cosa, y a sumar a cualquiera, para obtener y retener el poder. Como partido serio, llegamos a la conclusión de que no podíamos pactar con él. Y con esa filosofía nos quedamos a 0,8 puntos del PP.
P: Pero parece que no se interpretó así…
R: Es que la misma responsabilidad se le podía haber exigido a Pablo Casado. O qué pasa, ¿que nosotros teníamos una responsabilidad de tipo histórico diferente que la del PP? ¿Por qué? Lo que te quiero decir con esto es que si analizas la realidad desde una premisa falsa, todas las conclusiones que obtengas serán falsas. En cualquier caso, en el artículo del que me hablabas lo más notable son los ataques personales.
P: Malú…
R: Sí. En fin…
P: Lo cierto es que ustedes, en pocos meses, pasaron de optar a gobernar a diluirse. Y en ese tiempo se tomaron decisiones como la de no apoyar a Sánchez…
R: Lo que pasó ahí es que el establishment español decidió que éramos un partido bisagra y teníamos que apoyar a Sánchez. Nos negamos. Y cuando tú al establishment dejas de contestarle al teléfono, se molesta mucho.
«El establishment son los grandes bancos y algunas grandes empresas del Ibex-35, que quieren decidir quién gobierna».
P: Bien. Pero creo que aquí hay que concretar. ¿A quién se refiere cuando habla de establishment?
R: Este es un país básicamente cobarde. El establishment son los grandes bancos y algunas grandes empresas del Ibex-35, que quieren decidir quién gobierna y cómo se conforman los gobiernos; y que tienen la propiedad de grupos de comunicación. Si quieres te lo dibujo.
P: Queda claro, queda claro.
R: Vale (ríe).
P: Pero, desde ese punto de vista, ¿se puede decir que fue el establishment el que aupó a Podemos?
R: A Podemos lo impulsa una televisión, que es La Sexta, que presta actividad con una licencia otorgada por el Gobierno para emitir para toda España. Esa televisión es de un grupo muy grande que tiene medios como La Razón y Onda Cero. Esa televisión en concreto se dedica a promocionar un partido en la izquierda, algo que, posiblemente, le parece entonces al PP una buena idea, pues suponía dividir a la izquierda. Pero no contaban con que en las elecciones europeas apareció Ciudadanos; y luego en las andaluzas y en las generales. Ese juego de aprendiz de brujo, de fomentar desde el establishment un partido de extrema izquierda, es comparable al experimento de Mitterrand de aupar al Frente Nacional para dividir a la derecha francesa. Estos jueguecitos son muy peligrosos.
P: Pero, ¿hasta qué punto ese establishment tiene esa capacidad?
R: Pues mira, por ejemplo, inserta mucha publicidad en todos los medios y tiene cogido con créditos a muchas empresas de la comunicación. ¿Pero cómo íbamos a apoyar a Sánchez si éramos un partido que se posicionó desde el principio contra el nacionalismo y Sánchez se entregó a ellos? ¿Y lo de la regeneración? ¡Pero si lo primero que hizo al llegar al Gobierno fue meter a sus amigos en las empresas públicas!
P: ¿Y a Ciudadanos no le impulsó el establishment?
R: Para nada. Nunca, jamás. Eso es falso. Podemos llamaba a Ciudadanos “el partido del Ibex”. Nunca nos ayudaron. A ellos, sí.
P: Hablaba hace unas semanas con Félix Ovejero y concluía que uno de los grandes fallos de Ciudadanos fue apartarse de la idea inicial de partido socialdemócrata para querer liderar la derecha, pues eso le quitó muchos votos por la izquierda…
R: Yo a Félix Ovejero no le puedo apreciar ni admirar más. Me parece brillantísimo. Pero aquí no habla tanto el intelectual -creo, ¿eh?- como el fundador. Que, como todos los fundadores de Ciudadanos, quisieron tutelar a Albert Rivera. Y Albert Rivera no se dejó tutelar nunca. Quizá creyeron que iba a ser un juguete suyo, pero eso no fue así. Si Albert Rivera hubiera seguido los consejos de los fundadores, no hubiera ganado las elecciones en Cataluña ni Ciudadanos se hubiera extendido al conjunto de España.
Todos los fundadores de Ciudadanos quisieron tutelar a Albert Rivera; y Albert Rivera no se dejó tutelar nunca».
P: Son opiniones…
R: Y todo el mundo puede hacer los reproches que quieran, pero es que hay una cosa que no han entendido, y es que esto no era un juego de personas que teledirigen a un muñeco. Esto era un señor muy serio, muy sacrificado, muy competente, muy trabajador; y con una visión estratégica endiabladamente aguda, que desde la nada llegó a tener 57 escaños; y los tuvo con una coherencia moral que hacía imposible pactar con Sánchez.
P: Pinta un pacto con Sánchez como una opción imposible…
R: Es que Sánchez no es material válido. Es un tipo sin principios; está dispuesto a cargarse España, su unidad territorial, su Constitución, su democracia, la independencia del poder judicial. Es un absoluto ignorante. Es un traje vacío, un maniquí de El Corte Inglés. Nosotros no podíamos convertirle en quien no es. Eso costó la muerte del partido, soy consciente.
P: ¿Cómo definiría lo que ha quedado del partido?
R: Una gestoría.
P: De las que mueven papeles…
R: Una gestoría de intereses de clientes y nóminas de gente.
P: ¿Es un partido muerto?
R: ¿Cuál es el ideario de Ciudadanos? ¿Cómo puede negociar los Presupuestos con un Gobierno que se apoya en los herederos políticos de la ETA y que va a indultar a los golpistas catalanes? ¿Pero saben de donde surgió Ciudadanos? ¡De los catalanes que nos enfrentamos al nacionalismo en un ambiente absolutamente inconcebible por lo asfixiante que era! ¡Nadie abría la boca en Cataluña, coño! ¿Tú te crees que esas siglas pueden estar haciéndole el juego a un tipo como Sánchez y a un Gobierno semejante?
«¡Nadie abría la boca en Cataluña, coño! ¿Tú te crees que las siglas de Ciudadanos pueden estar haciéndole el juego a un tipo como Sánchez y a un Gobierno semejante?»
P: Cortita y al pie. ¿Hay sitio para una tercera España que no nos hiele el corazón?
R: Esa España debía estar representada por Pablo Casado. Pero aquí no hay una derecha o una izquierda. Aquí hay una gente echada al monte, metida en el desmontaje de la democracia española desde un Gobierno extremista, y que quiere desmontar el sistema del 78. No respeta la separación de poderes y abiertamente confronta al Rey. Eso es la izquierda española.
P: ¿Y al otro lado?
R: Una derecha equidistante ante quienes están echados al monte. Y el responsable de esto es Sánchez. Nada de lo que hacen Iglesias, Garzón o el pobre Castells es culpa de Podemos. ¡Es de Sánchez! Sin su visto bueno y sin su aval, eso no sería posible. ¿Pablo Casado está asumiendo el papel de contrapeso? Yo creo que Pablo Casado es un misterio. Puede asumir el papel, pero tiene un montón de lastres en su propio partido. Vamos a ver si se libra de la tutela de esos personajes nefastos…
P: ¿Feijóo?
R: Pues sí, porque es un señor muy válido y muy simpático que sirve para ganar elecciones en Galicia. Pero en el momento en que empuja a tu partido hacia la insignificancia en la batalla cultural; o te hace comprar los esquemas mentales de la izquierda con el complejito, pues se transforma en alguien que resta. No se enteran… Lo que están haciendo es poner a la oposición en la quilla. Están hipotecando el futuro para las próximas décadas. Asumen todos los esquemas, prejuicios y políticas identitarias de la izquierda. No se enteran. ¡Lo único que persigue la izquierda es la hegemonía!
P: Usted fue comunista…
R: Pero era muy pequeño. Tenía 15 años, ¿eh? Pero eso era una cosa estética. Una moda. Lo que sí fui es socialista con edad de saber de lo que hablaba. Pero dejé de serlo a los 25 y tengo 59, ¿eh? (Ríe).
Fui comunista a los 15 años por una cuestión estética, por una moda»
P: Se desengañó…
R: Es que, en fin… si uno no pudiera cambiar, mejor morirnos, pues la vida es cambio y una persona que se aprecia a sí misma intenta cultivarse. Y a medida que uno lee y piensa se va dando cuenta de lo que es la izquierda.
P: ¿Y qué es la izquierda?
R: ¿Ahora mismo? Un sistema de prejuicios. Una comodidad mental y social que consiste en que si yo me adscribo a ciertas consignas, estoy entre los buenos. ¡Y ya está! Y si no estoy ahí, voy a tener problemas en cualquier cosa que tenga que ver con el espacio público, me va a ser más jodido desarrollar una carrera académica…
P: Parece un fenómeno mundial…
R: Basta leer el libro La masa enfurecida, de Douglas Murray para hacerte una idea de que este fenómeno es Occidental. Lo que pasa es que en España las élites son más cobardes que en otros sitios.
P: ¿Son los antiguos ‘revolucionarios’ los reaccionarios de hoy?
R: Es que hay una moralina que no se diferencia de la censura franquista. Se permiten el lujo hasta de prohibir anuncios de televisión. Pero bueno, si tú les pones la lupa a estos movimientos, aprecias que dentro tienen una guerra interna importante. Porque todo está basado en patrañas, consignas y en una pérdida del sentido de la realidad. En ciertas corrientes postmodernas que se fueron imponiendo en la izquierda y se popularizaron. Pero como todo parte de un análisis erróneo inicial, la discrepancia interna suele ser enorme.
P: En unos meses hemos pasado de Greta Thunberg al Black Lives Matter…
R: Tú analiza la frase: “las vidas de los negros importan”. ¡Pues claro que importan! ¿Pero quién piensa lo contrario? Es curioso… Este movimiento está dirigido por unas comunistas americanas y en la organización se recurre sistemáticamente a la violencia. Pero bueno, como “black lives matter”… ¡pues el resto ya no importa! Si un antifascista rompe la cabeza a otra persona, pues bueno, como es antifascista… ¡pues ya no importa!
«Si un antifascista rompe la cabeza a otra persona, pues bueno, como es antifascista…¡pues ya no importa!».
P: La levedad de estos tiempos también afecta a quienes reciben los mensajes…
R: Y te digo una cosa: bastaría con que la derecha fuera un poco menos perezosa y se fijara en lo que pasa dentro de estos movimientos para darse cuenta de que hay una auténtica guerra dentro de ellos. Te cito a Thomas Sowell, un autor negro que explica lo nociva que es la discriminación positiva. O a las feministas, que libran una guerra civil entre ellas porque las feministas clásicas defienden que alguien con un pene no se puede meter en un lavabo de señoras, mientras que las de nuevo cuño consideran que eso es transfobia.
P: Ojo, ha tocado usted el tema del ‘género’…
R: Es que todo su discurso sobre el género se basa en una cosa que es mentira, y es que el género es una construcción cultural. Entonces, como es mentira, pues el sexo es una determinación biológica, a partir de ahí no queda más que reírse del resto de los argumentos. La derecha debería atacar argumentalmente por ahí, pero es muy perezosa. También es cierto que si batallas, te ponen la etiqueta de homófobo, de tránsfobo o de negacionista del cambio climático y eso es duro. ¿Hemos llegado a una sociedad en la que el fruto de la alfabetización universal consiste en que no se pueda hablar?
P: Nos ha pillado la peor crisis en 70 años en el peor momento posible. Con una sociedad deconstruida y crispada…
R: Y esto va a empeorar. Viene una etapa de mucha miseria. Esto es muy jodido.
P: ¿Morirá el mundo libre?
R: No lo creo. Sucede una cosa con la verdad, en la que la izquierda occidental no cree, y es que existe y se defiende sola. Como existe y es objetiva, cuando parece que todo está perdido encuentra la manera de imponerse. Ahora, por el camino el sufrimiento puede ser mucho. Y si en ese camino hay miseria, paro, recesión terrible y demagogia a gogó, como va a haber en España, la cosa va a ser más complicada.