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Juan José Monsant Aristimuño: Genocidio indirecto

   300px-Nyamata_Memorial_Site_13No se conoce en América un caso de destrucción masiva, inducida, como la de Venezuela; ni antes ni después de los movimientos de independencia. Ni los toltecas, aztecas o caribes tenidos como pueblos guerreros y expansionistas, en tiempos precoloniales, planificaron su propia destrucción en función de un plan cósmico.

 

   ¿Dictaduras? Gaspar Rodríguez de Francia, Dictador Supremo de Paraguay, Juan Manuel de Rosas de Argentina, Juan Vicente Gómez de Venezuela, Maximiliano Hernández Martínez de El Salvador, Juan Domingo Perón de Argentina, Alfredo Stroessner de Paraguay, Augusto Pinochet de Chile, quien actualmente se me asemeja más a un avanzado estudiante de Bachillerato que al fiero tirano que le endilgan; ninguno de ellos, en medio de sus desvaríos y desbordados excesos, conspiró jamás contra la integridad de su patria. La mayoría de los dictadores de nuestra rimbombante historia se asemejan desde la distancia, a bravucones tiranuelos cuyo único objetivo fue el usufructo del poder temporal sin mayor trascendencia.

 

   Pero Venezuela, la Venezuela chavista, madurista, la de Cabello, del actual tribunal supremo de justicia, del socialismo del siglo XXI, de los colectivos armados y las milicias, del narcotráfico, corrupción, ineptitud, vulgaridad y violación de los derechos humanos, la de Unasur, Alba y Petrocaribe, la de La Tumba en los calabozos del Sebin, de los exiliados, presos políticos, torturados, violados, de la diáspora, de la santería, palería y ritos satánicos, en resumen, la Venezuela comunista, es la única dictadura que ha parido este continente que de manera inducida, planificada y sistemática se ha dedicado a la destrucción del patrimonio moral de la nación y material de su territorio.

 

   Un tema que nos ha venido preocupando, es la conceptualización del régimen venezolano, aparte de su talante santero-comunista. Cierto pudor nos abstenía de pronunciar semejante palabra, para no ser tenido como irracional, opositor radical, que lo soy, mas no irreflexivo, y esa palabra, el concepto y alcance que encierra es: genocidio. Pudor, porque genocidio nos recuerda la Shoá de los judíos, el Holodomor ucraniano o el genocidio armenio. Hasta que, recién, leí el ensayo “Genocidio o catástrofe humanitaria” del profesor e investigador de la Universidad Metropolitana de Venezuela Henrique Meier Echeverría, quien por primera vez, desde la teoría, conceptualiza una manifestación del genocidio, al cual denomina Genocidio Indirecto. Veamos: El genocidio indirecto, en mi discutible criterio, ocurre como consecuencia de la aplicación de planes y medidas cuyo objetivo directo e inmediato no es la liquidación masiva de un pueblo, un grupo o una etnia, sino imponer un modelo de régimen político y económico que conduce inexorablemente no sólo a la pérdida de la libertad, sino a la progresiva muerte de sectores de la población que sufren los perversos efectos de dicho modelo. Ello ocurre usualmente en las dictaduras totalitarias de signo comunista”.

 

     Esto es, literalmente, lo que sucede en Venezuela. Primero la estigmatización de un importante sector de la población, hoy mayoritario, señalado como enemigo del pueblo, contrarrevolucionario oligarca, golpista, acaparador, racista; excluido de créditos, empleos, beneficios sociales, privacidad, identidad. El régimen dominando la población mediante el hambre, las colas, ausencia de medicinas, elementales productos de higiene, cupos en hospitales, el desamparo ante el hampa, el terror al motorizado del colectivo armado, la introducción de la religión yoruba (santería) y la palería como la oficial del régimen, la censura, la confiscación, y el monopolio de la información; el control de las Fuerzas Armadas, Fiscalía, Procuraduría, Defensoría del Pueblo, la neutralización de las facultades y decisiones del Poder Legislativo a través de sentencias anulatorias del tribunal supremo de justicia, hoy en manos de militantes de Podemos, Psuv y Partido Comunista.

 

   En puridad, se decretó la muerte civil del ciudadano por medio de la doblegación de su espíritu. Es el horroroso esquema del genocidio indirecto, descrito por el profesor Meier, no por motivos de raza o religión, sino por el mero ejercicio del poder.

                                                                              jjmonsant@gmail.com

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