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Juan José Monsant: Un inmenso poliedro

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     El pasado 24 de enero cumpliría Rafael Caldera 100 años de vida. Se puede afirmar que tuvo una vida longeva para los cánones, y productiva, agregaría. Productiva para sí, y para la tierra que lo vio nacer: Venezuela.

       Independientemente de la opinión que se tenga de su personalidad y legado,   hizo todo lo que un hombre puede hacer para ejercer la acción pública en función del bien general; esto es, la política como expresión mas alta de ejercer la caridad. Caridad en el concepto cristiano que es el servicio al prójimo, tal como lo conceptualizó Francisco en su viaje a Brasil del 2013. Por supuesto hablamos de un hombre de aciertos, errores, y un objetivo: el ejercicio del poder. Para lo cual normalmente se dejan huellas permanentes, que no siempre son las deseadas aún en el campo amigo. Y, como muy bien le reconoce a Caldera el amigo Gehard Cartay: “Su legado constituye un inmenso poliedro”.

       Un político definitivamente exitoso, incluso en su última candidatura presidencial, en la cual se enfrentó a jóvenes de talento reconocidos y formados en buena parte por él.

       A Caldera se le señala como el culpable de estos últimos 17 años de desgracia para Venezuela, al dejar a chavez en libertad. Esta es una acusación ligera e infundada que ignora por comodidad, interés o evasión, la realidad de los hechos. Evasión de responsabilidad personal porque se sucumbió a la tentación de votar por un militar traidor, que dejó un reguero de sangre y desconcierto en sus dos cruentas intentonas golpistas.

     En marzo del 98 la candidatura de chavez no pasaba del 8%, y el país debía elegir entre un militar ignaro y una reina de belleza, como lo describió Pérez Jiménez en una entrevista concedida a José Emilio Castellanos en Madrid. Sin embargo, no hay que olvidar que buena parte, sino todos, medios de comunicación, banqueros, empresarios, gente de PDVSA se la jugaron con chavez. Otros apostaron al ganador, y la mayor parte del electorado se abstuvo; incluso RCTV y El Nacional, el primero cerrado y el segundo perseguido creyeron en la democracia vestida de verde olivo. Y este semanario tiene a su Director exiliado desde hace más de 10 años, porque su vida corría peligro cierto, cuando hizo la primera denuncia de corrupción al inicio de la dictadura.

Caldera no votó por chavez, pero si recibió la petición de la totalidad de los candidatos presidenciales de aquél entonces, la Iglesia y los ”notables”, para que liberara al militar que trajo llanto, división y miseria a Venezuela.

Sírvanos de lección, para que al instaurarse la democracia, la frivolidad ciudadana haya quedado en el pasado, y la certitud que ofrece el Estado de Derecho, en nuestras convicciones.

jjmonsant@gmail.com

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