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Judi Dench: «Hay muchas cosas que me cabrean, pero la que más es la intolerancia»

A la reina de la escena británica le van los papeles de soberana. Judi Dench ha sido Isabel I y ahora, se pone en la piel de la longeva Victoria por segunda vez. Por Ixone Díaz Landaluce / Fotos: Debra Hurford Brown y Getty Images

Nos confiesa, a sus 82 años, que la vejez no le gusta «nada, nada, nada», nos habla de su familia e incluso nos desvela un secreto íntimo.

Judi Dench jamás pensó en dedicarse al cine. En parte, porque Shakespeare era su verdadera pasión, pero también porque un ‘clarividente’ director de cine la convenció de que no tenía un rostro adecuado para la gran pantalla. Y, de hecho, Judi Dench, que debutó en un teatro en 1957, se ha pasado la mayor parte de su vida interpretando a Shakespeare. Tenía 63 años cuando se puso en la piel de la reina Victoria de Inglaterra en Su majestad Mrs. Brown, y aquella pequeña película le robó el anonimato. Desde entonces, Dench ha recibido siete nominaciones al Oscar y tiene una estatuilla en propiedad por los ocho memorables minutos en los que dio vida a Isabel I en Shakespeare in love. La fama planetaria también se la debe a M, la jefa del servicio de inteligencia británico a la que interpretó en siete películas de James Bond.

 

 

Aunque ha cumplido 82 años, Dench no quiere ni oír hablar de la jubilación. Le parece de mal gusto. Su agenda echa humo. En su última película, La reina Victoria y Abdul [estreno: 22 de septiembre], vuelve a ponerse en la piel de la soberana que reinó durante 63 años en Inglaterra. Dench ostenta el título de dama del Imperio británico, pero no le gusta que se dirijan a ella con ese tipo de reverencias. Es todo menos distante o pretenciosa.

XLSemanal. Es la segunda vez que interpreta a la reina Victoria en el cine. A estas alturas tiene que conocerla a fondo. ¿Qué destacaría de un personaje histórico tan relevante?

Judi Dench. Fue una soberana formidable. Aunque tenía unas relaciones bastante tempestuosas con los líderes políticos y la corte y, a menudo, volvía loco a todo el mundo, fue una figura muy respetada en Inglaterra. Su vida personal también fue fascinante. Tuvo una relación extraordinaria con su marido, el príncipe Alberto, pero, cuando este murió, compartió cuatro años de su vida con John Brown y después conoció a este hombre indio, que se convirtió en su amigo y su profesor.

XL. ¿Ha aprendido algo sobre los poderosos gracias a este papel? ¿Le resulta más fácil empatizar con los líderes políticos o con la realeza?

J.D. Interpretar a alguien con autoridad no ha cambiado mi percepción sobre el poder. Pero sí que te preguntas. cómo tienen tiempo para sus vidas privadas? En el caso de la reina Victoria, siempre necesitó tener a alguien con quien poder hablar de una manera abierta y natural.

XL. Demostró una gran tolerancia con este hombre, que venía de otra cultura, de otra clase social y, además, profesaba la fe islámica. ¿Deberíamos aplicarnos el cuento en 2017?

J.D. Deberíamos acoger la diversidad como lo hizo ella, sin prejuicios. Durante mucho tiempo, lo hicimos bastante bien, pero obviamente no ha sido suficiente y ahora mismo se sospecha de cualquier persona que no parezca cien por cien británica. Me espanta… Me horroriza [se queda callada y se emociona].

“No era mi deseo hacer películas, simplemente sucedió. Mi única ambición era tener trabajo. Y ese sigue siendo el plan”

XL. Su país está viviendo un momento crítico: el brexit, un posible nuevo referéndum en Escocia, los últimos atentados terroristas… ¿Qué es lo que más le preocupa de todo?

J.D. Hay muchas cosas que me cabrean. Y nunca he sido una persona que se enfade con facilidad. Pero quizá lo peor es la intolerancia. El que alguien sea diferente o tenga unas creencias distintas a las nuestras debería ser la última de nuestras preocupaciones.

XL. ¿Y cuál sería la primera? ¿El brexit?

J.D. Obviamente, creo que ser inclusivo es siempre muchísimo mejor que ser exclusivo [se calla y se queda pensativa].

XL. Las personas de su generación votaron mayoritariamente a favor de la salida de la Unión Europea. ¿Entiende esa postura?

J.D. Hay mucha gente de mi edad que votó en contra. Aquella noche yo estaba interpretando una obra de teatro. Era la noche de la última función. No recuerdo absolutamente nada de aquella noche [suspira]. Nadie pensó que ocurriría…

“Harvey Weinstein me dio mi carrera en el cine. Y yo a él le he dado… puede que un tatuaje con su nombre en el trasero”

XL. Pero ahora es una realidad que hay que resolver. ¿Se está haciendo bien?

J.D. Ahora nadie sabe lo que va a pasar. Tengo la sensación de que no hay un plan para el brexit. Todo ha ocurrido demasiado rápido. Espero que alguien pueda encontrarle algún sentido a todo esto, arreglarlo de alguna manera.

XL. Los ataques terroristas han agravado la situación. ¿Cómo se está enfrentando el país a esta amenaza constante?

J.D. Estamos tratando de aceptarlo. No lo sé, no lo sé, no lo sé…

XL. Los actores y los personajes públicos tienen que hablar de política?

J.D. Sí. Cuando crees en algo, debes prestarle tu nombre. En los últimos tiempos, todo lo que hemos escuchado han sido los recortes a la Policía, al sistema público de salud, a las residencias de ancianos… Es de una crueldad increíble. Luego están los refugiados. Mucha gente quiere que vuelvan a su país. ¿Adónde quieren que los devolvamos? ¡No tienen nada! Se tienen que solucionar tantas cosas… Es un momento alarmante. Lo siento mucho por mis hijos, mis nietos y la gente joven. Ellos heredarán el legado de todo este desastre.

XL. Tiene cuatro películas pendientes de estreno. ¿Cómo mantiene ese nivel de energía después de tantos años?

J.D. Me gusta aprender algo nuevo cada día y me encanta ponerme a prueba. Amo este oficio. La interpretación me ha mantenido empleada, algo que jamás pensé que ocurriría siendo actriz. Además, me ha ayudado a sentirme realizada y ha sido divertidísimo: los amigos que he hecho, los recuerdos maravillosos que tengo…

XL. ¿Con cuál se queda?

J.D. Yo formaba parte de la primera compañía de teatro que fue a África Occidental en 1963. Interpretamos Macbeth y Noche de reyes. Allí no había ningún teatro y jamás habían visto una obra. Una experiencia como esa no la puedes cambiar por nada.

XL Entonces, ¿no se acuerda ni del Oscar ni del glamour de Hollywood?

J.D. ¡Claro que no! Recibir un premio está muy bien, pero ir a un sitio como
aquel… Cada vez que decíamos algo que rimaba, el teatro se venía abajo con las carcajadas. Puede que esto fuera lo que pasaba en el Globe en tiempos de Shakespeare. ¡Qué privilegio tan increíble!

XL. En cambio, ¿Hollywood le sigue resultando un lugar extraño?

J.D. No me considero una actriz de Hollywood. Ni siquiera piso Los Ángeles tan a menudo. Soy una actriz clásica, Shakespeare es mi pasión. No era mi deseo hacer películas, simplemente sucedió. Mi única ambición era tener trabajo. Y ese sigue siendo el plan.

XL. ¿Y le siguen impresionando tanto las estrellas?

J.D. Me dejan con la boca abierta [se ríe]. Cuando mi marido murió, fui con mi hija Finty a Los Ángeles para los Oscar. Recuerdo que Antonio Banderas se acercó a nosotras y le preguntó a Finty si tenía fuego. Y ella, toda nerviosa, le contestó: «Cla-cla-claroo» [se ríe]. ¡Casi se desmaya! No sabíamos cómo comportarnos.

XL. Creo que no le gusta nada verse en la gran pantalla. ¿Por qué?

J.D. Lo odio con todas mis fuerzas. Al menos en el teatro sabes que al día siguiente tienes otra oportunidad de hacerlo mejor, probar una cosa nueva. Recuerdo que, cuando estaba haciendo Antonio y Cleopatra, había una frase que sabía que tenía que arrancarle una carcajada al público. Tenían que reírse. Hicimos cien funciones y la última noche ¡conseguí la carcajada! [Se ríe].

XL. El cine, en cambio, es irreversible…

J.D. Aunque hagas varias tomas de una misma escena, muchas veces ves el resultado y dices: «No fue la decisión correcta». Demasiado tarde. Ahí está. Y será repetida de la manera equivocada el resto de la eternidad.

XL. Ha cumplido 82 años. ¿Qué es lo mejor de esta etapa de la vida?

J.D. No hay nada bueno en tener la edad que tengo. ¡Nada! Nada, nada, nada… ¡Nada de nada! Simplemente debes fingir que tienes 35 años.

XL. Algo habrá que le guste hacer…

J.D. Me encanta tener a mi familia y a mis amigos alrededor. Y reírme con ellos. No necesito nada más. No quiero comprarme cosas caras ni comer en restaurantes elegantes. Me gusta estar con mi familia porque odio mi propia compañía.

XL. ¿Y eso por qué?

J.D. Para empezar, porque ya no puedo leer [Dench padece degeneración macular y ve con dificultad]. Además, nunca me ha gustado estar sola. Y sigue sin gustarme ahora.

XL. La escasez de papeles femeninos no parece afectarle demasiado…

J.D. Es que casi nunca rechazo los papeles que me ofrecen. ¿Por qué voy a hacerlo? Soy muy afortunada de tener trabajo. Desde luego sigue sin haber suficientes personajes para mujeres y me temo que nunca los habrá, por mucho que luchemos. Necesitamos mantener la presión.

XL. ¿Qué quiere decir? Las actrices deberían luchar más por sus derechos en los despachos de Hollywood?

J.D. ¡No! ¡Tu agente tiene que pelear por ti! Para eso le pagas. Yo nunca he sido víctima del machismo en este negocio, pero tampoco he tenido ese tipo de carrera. Siempre he sido una pieza más dentro de una compañía de teatro.

XL. El todopoderoso Harvey Weinstein vuelve a ser el productor de esta película. Qué ha significado él en su carrera?

J.D. Lo que quieres saber es si tengo ese tatuaje, ¿no?

XL. Bueno… Sí, no sabía cómo preguntárselo.

J.D. Harvey vio Su majestad Mrs. Brown, que originalmente iba a ser una película para televisión, y decidió llevarla a los cines. Desde entonces hemos trabajado juntos muchas veces. Lo aprecio muchísimo. Así que él me dio mi carrera en el cine.

XL. Y usted a él…

J.D. Puede que un tatuaje con su nombre en el trasero.

XL. ¿Puede? ¿Es una leyenda urbana?

J.D. ¡No te lo voy a decir! [se ríe]… Oprah Winfrey sí que lo ha visto. Estaba con Harvey en la Ópera de Covent Garden, me acerqué a ellos y… ¡se lo enseñé! [Se ríe].

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