Julie Andrews, la «real» Fair Lady, la insuperable Bella Dama
Comencemos definiendo la controversia: Julie Andrews fue la protagonista de una de las mayores pruebas de estupidez en una industria -Hollywood- plena de ellas a lo largo de su existencia. Y la chica inglesa la venció con profesionalismo y gracia real.
Nos recuerda Raquel Piñeiro en Vanity Fair que «todo comenzó cuando se hizo la adaptación al teatro musical del Pigmalión de George Bernard Shaw, obra teatral sobre un estirado lingüista británico que acaba convirtiendo a una florista parlante del dialecto cockney más incomprensible en un ejemplo de dicción perfecta y modales de realeza británica. El proyecto de convertir la obra de teatro en un musical era, en manos de los imbatibles letrista y compositor Lerner y Loewe, una jugada tan arriesgada como apetecible, y buena parte de su posible éxito se basaba en encontrar unos actores adecuados para ser los protagonistas. Para el pedante profesor Higgins el idóneo era Rex Harrison, maduro actor un tanto neurótico bregado en estos encargos. Pero para encontrar una Eliza Doolittle las cosas fueron más complicadas. El papel exigía una actriz capaz de resultar convincente tanto como rata callejera como de aristocrática dama a lo Downton Abbey, y además alcanzando las notas más altas de la partitura a la vez. Al final, la elegida fue una joven británica que había debutado en Broadway a los 17 años con la comedia musical The Boy Friend, llamada Julie Andrews». Los comentarios de público y crítica fueron muy positivos.
My fair lady se estrenó oficialmente en Broadway en 1956 y el éxito fue insuperable. Julie Andrews, la co-estrella de la obra, tenía al momento del estreno veinte años. Las críticas lo definieron como “el musical perfecto”, arrasó en los Tony, el disco de las canciones fue un gran éxito, alcanzó 2717 representaciones (algo inédito en la época) y fue saludado como un clásico contemporáneo de la cultura pop americana». Estuvo representándose, en esta primera versión, hasta 1962.
Maria Callas asiste a ver la obra en Nueva York, y queda subyugada por la joven actriz-cantante, pero al mismo tiempo se horroriza cuando Julie le dice que lleva meses cantando ocho veces por semana. Para la eminente soprano ninguna voz podía resistir ese ritmo.
Ya para 1959 era la obra teatral de Broadway que más dinero había recaudado. Y el disco con el elenco original, publicado en 1956, fue el más vendido en los Estados Unidos ese año. Oigamos una de sus canciones más famosas, «The Rain in Spain» (La lluvia en España) en la cual el profesor Higgins por fin parece obtener resultados concretos en la enseñanza de un inglés correcto a la joven chica cockney:
El estreno de «My Fair Lady» en Londres, el 5 de mayo de 1958, reunió a la escena social de la ciudad, con miles de personas aglomeradas en las calles cercanas al teatro, a la espera de ver a los asistentes, entre los que estaban la realeza, pasando por una de las últimas apariciones públicas de Winston Churchill, o los actores de moda, como Dirk Bogarde e Ingrid Bergman; por 18 meses Londres ovaciona noche tras noche a sus dos prodigios nativos, Andrews y Harrison, Eliza y su Profesor Higgins.
Lo cierto es que ella había personificado una Eliza Doolittle inolvidable y, como se ha demostrado durante el más de medio siglo transcurrido hasta ahora, irrepetible. Ella siendo una chica inglesa, tuvo que recibir clases especiales para poder hablar en el dialecto cockney (del este obrero londinense), donde habitaba Eliza, la vendedora de flores. Veamos a Julie/Eliza interpretando «Wouldn’t it be loverly? (¿No sería fantástico?).
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A pesar de todo ello, la tesis de los productores, ya no de la obra de teatro, sino del film «My Fair Lady« (1964) era que una joven actriz que había llegado a los Estados Unidos siendo todavía bisoña era solo una desconocida a la cual no se le podía dar el codiciado papel protagónico en la adaptación fílmica de una de las más grandes obras del teatro musical en su historia. No importaba, para tales productores, que ella hubiera triunfado en ese papel tanto en Broadway como en el West End (¡ella sí fue profeta en su tierra!).
El jefe de los productores idiotas era el propio Jack Warner, magnate supremo del estudio Warner Brothers, y quien estaba de acuerdo en que el veterano Rex Harrison repitiera el papel que había hecho en el teatro, el Profesor Higgins, y con Stanley Holloway para el papel del padre de Eliza.
«En lugar de Julie eligió a la hermosa, famosa y sofisticada Audrey Hepburn, quien también fue maltratada: ¿cómo escogieron una extraordinaria y carismática actriz, sin lugar a dudas, pero que no tenía la voz necesaria para el papel? ella fue doblada por una cantante de probada eficacia, Marni Nixon (quien también doblara a Natalie Wood en la adaptación fílmica de West Side Story)».
Audrey tuvo que ver cómo a Rex Harrison se le permitía cantar en directo durante el rodaje en vez de doblándose a sí mismo en estudio como se hacía siempre, porque el actor consideraba que el playback era ridículo y se negaba a mover los labios silenciosamente durante el rodaje. Mientras el equipo de sonido buscaba un micrófono inalámbrico para satisfacer a la estrella masculina, ella se resignaba a haber sido contratada para un musical pero no porque gustase su voz; sólo se buscaba su rostro y su fama.
Julie Andrews, en una grabación para la Tv de «I Could Have Danced All Night» (My Fair Lady).
Julie Andrews que años después afirmó entender por qué no fue escogida, estaba decepcionada y herida. Sin embargo, superó la afrenta, y vaya si puso en su sitio a los señores de Warner Brothers. En la entrega de los Oscar de 1965, My Fair Lady recibiría doce nominaciones. La de Audrey a mejor actriz no estaba entre ellas. Pero, ¡sorpresa! sí lo estaba la “demasiado poco famosa para el cine”, la “que poseía una cara que no quedaba bien en pantalla”, Julie Andrews, quien ganaría el Oscar a Mejor Actriz, por su papel de Mary Poppins, de Walt Disney, quien sí se dio cuenta de la joya que tenía en sus manos, y que entendió que si vas a hacer un musical, lo menos que le debes pedir a tus protagonistas es que sepan cantar. (Haz clic en «Watch on YouTube»):
Audrey Hepburn, quien recibió críticas por aceptar el papel, afirmó que siempre estuvo segura que Julie era Eliza. Pero «a veces Hollywood toma decisiones que son muy extrañas».
Mientras Julie esperaba por Hollywood, hizo un estupendo musical, Camelot (de Lerner y Loewe, los autores de «My Fair Lady»), con Richard Burton. Ella, que venía de la escuela británica de los music-halls, junto al actor galés, representante de la escuela shakespereana, fueron un dúo sensacional. Andrews nunca ha dejado de mencionar el privilegio que tuvo de observar noche tras noche la impresionante capacidad actoral de Burton. Y es allí, en una de sus representaciones, que Walt Disney, parte del público, descubre a Julie.
Por último, ¿como no mencionar las palabras de Julie Andrews, al recibir el Globo de Oro a Mejor Actriz por Mary Poppins?:
«Finalmente, agradezco a un hombre que hizo una película maravillosa y que ciertamente hizo que todo esto fuera posible: el Sr. Jack Warner» -risas y aplausos-. Julie, delante de todo Hollywood, hace un gran chiste de un Warner que, presente en la entrega, rió a carcajadas. Poco tiempo después, también ganará el Oscar a Mejor Actriz. Los dos premios más importantes de Hollywood, y en su primera película.
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Julie Andrews debe ser una de las actrices (y actores) más amadas en la historia del cine. Julie Elizabeth Wells, convertida después de una vida de triunfos en Dame Julie Andrews, nació el 1 de octubre de 1935. Fue una niña prodigio, considerada un fenómeno vocal, con una voz que alcanzaba las cinco octavas. Y su popularidad arranca desde la Segunda Guerra Mundial durante los bombardeos alemanes sobre Inglaterra. Julie cantó en muchas ocasiones a las personas que se refugiaban en las estaciones de metro durante la «Batalla de Inglaterra». Allí le nacerá una permanente admiración y cariño por Winston Churchill, la «Union Jack» y el humor inglés.
En 1948, a los trece años, se le pidió que cantara el himno en un teatro donde estaba presente el rey Jorge VI ( a diferencia de la actualidad, el himno en ese entonces era «God Save the King» -Dios salve al Rey-, y no «the Queen») :
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De allí en adelante, la joven actriz/cantante tuvo una carrera de éxitos -con algún altibajo fílmico menor- encabezados por la película que no solo superaría en éxitos a Mary Poppins, sino que se ha convertido en uno de los más populares filmes de la historia: «The Sound of Music» («La Novicia Rebelde», en América Latina). ¿Qué pensaría Jack Warner viendo a la muchacha en la extraordinaria escena inicial? Julie fue nominada al Oscar a Mejor Actriz, pero lo obtuvo una tocaya, otra actriz británica, Julie Christie, por Darling. Andrews ganó sin embargo el Globo de Oro a Mejor Actriz.
Casada en 1969 con el productor, guionista y director de comedias Blake Edwards («La fiesta inolvidable», «La Pantera Rosa», «Diez», etc.), Julie protagonizará en 1982 bajo su dirección una muy exitosa película (que luego duplicaría su triunfo en Broadway, en el West End, bueno, en todo el mundo): Victor, Victoria. Con ella ganó otro Globo de Oro. Y la película obtuvo un Oscar (Mejor música), un César (el Oscar francés), el David di Donatello (Mejor Filme Extranjero y ella como Mejor Actriz).
A Will Shakespeare le habría causado mucha gracia un guion que probablemente se inspiró en algunas de sus comedias («Cómo Gustéis», «Noche de Reyes», o «La comedia de equivocaciones», por ejemplo) : Julie hace el papel de una chica que para poder conseguir trabajo en un nightclub de París en los años treinta, debe hacerse pasar por un hombre que a su vez se disfraza de mujer. (Haz clic en «Mirar en YouTube):
En 2000 recibió el título de dama comendadora de la Excelentísima Orden del Imperio Británico de manos de la reina Isabel II. Junto con ella, recibió la distinción otra gran actriz británica: Elizabeth Taylor. Ver la ceremonia fue muy divertido, ante el contraste entre la educada y correcta Julie y la siempre desinhibida Liz…
A lo largo de los años, ha hecho muchos programas especiales de Tv; aquí la tenemos en uno de ellos, junto a Gene Kelly, bailando juntos tap. Luego ella despide el programa con una canción tradicional escocesa, con letra escrita por el poeta Robert Burns en 1788: «Auld Lang Syne» (literalmente «Hace mucho tiempo», pero hoy se usa para momentos especiales, como el recibimiento del Nuevo Año, y se traduce entonces como una despedida, «Por los viejos tiempos».
Finalicemos la nota con otra de sus grandes canciones de «The Sound of Music»: «My Favorite Things»: