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Julio César Moreno León: Una Bitácora venezolana (I)

1451680238_175710_1451690304_noticia_normalEstimados lectores:

Es con sumo placer que publicamos la primera entrega de «Una Bitácora venezolana», a cargo de Julio César Moreno León, gran amigo de esta página, destacado dirigente de la democracia cristiana venezolana con una amplia y reconocida trayectoria (Secretario General juvenil de Copei, Parlamentario, Embajador, entre otras múltiples responsabilidades). Es asimismo un periodista de contribución periódica a diversos medios de comunicación. 

Al igual que «Una Bitácora cubana», esta nueva sección saldrá mensualmente, en la idea de resumir los acontecimientos más destacados de la hoy muy accidentada coyuntura venezolana. 

Por ello, estamos sumamente agradecidos con Julio César por su apoyo y contribución con América 2.1 (americanuestra.com) y con la lucha del pueblo venezolano por reconquistar la libertad y los valores democráticos. 

América 2.1


 

UNA BITÁCORA VENEZOLANA (I)

I

En la medida en que se descompone el régimen chavista, Venezuela se hunde en un proceso de creciente caos, caracterizado por la pérdida de garantías elementales y primarias imprescindibles para la subsistencia y la vida de las personas.

Un dato esencial es que la crisis que hoy sufrimos no tiene precedentes en la historia venezolana comprendida en el siglo XX y lo que va del XXI. La carencia de alimentos y medicinas, unida a la inseguridad personal producto del hampa desbordada en todas las regiones del país han dado al drama nacional las características de una “crisis humanitaria”, con condiciones similares a la que sufren pueblos en guerra obligados a desplazarse para escapar de la muerte y la barbarie.

Sólo que aquí no existe un conflicto armado destinado a derrocar al gobierno, ni amenaza bélica externa, ni bloqueo económico o militar que afecte nuestra economía y propicie la inestabilidad del país.

Por el contrario, durante 17 años Chávez y Maduro han contado con el abierto apoyo de gobiernos identificados política o ideológicamente con el llamado socialismo del siglo XXI, o simplemente beneficiados de ayudas y negocios a menudo embarrados de corrupción.

Por otra parte, el régimen asimismo ha sido favorecido por la indiferencia de gobiernos y líderes de notable influencia en el plano internacional, para los cuales la demagogia populista y la reverberante proclama anti-imperialista son suficientes argumentos que permiten excusar, perdonar o ignorar violación de derechos humanos, represión, censura y desconocimiento del orden constitucional. A la división de los sectores demócratas, se enfrenta la unión de las autocracias populistas y autoritarias.

II

Sin embargo, ocurre ahora que la inexistencia de liderazgo presidencial, y la imposibilidad de mantener financieramente el degradante populismo construido durante la etapa de bonanza malbaratada por Chávez, han desdibujado patéticamente ante el mundo a la mal llamada revolución.

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El proyecto de una nueva izquierda latinoamericana, iniciado a partir de 1999 en Venezuela, con el triunfo del teniente coronel, colapsó en sus versiones de Argentina y Brasil, y se ha resentido severamente en Bolivia y Ecuador. Puede decirse, objetivamente, que el desarrollo continental de ese modelo se encuentra en franco retroceso. Y que aquellos gobiernos de izquierda mesiánica como los de Lula, Dilma, Néstor y Cristina terminaron sus días dejando una espantosa estela de corrupción con graves consecuencias económicas y sociales para esas naciones.

En Argentina los tribunales apenas comienzan a desvelar el entramado mafioso de peculado construido durante ocho años de gobierno de los esposos Kirchner (2007-20015). Y en Brasil el malestar colectivo se manifestó en tales niveles de indignación que provocó y permitió las suspensión en el ejercicio de sus funciones y el enjuiciamiento de la presidente Dilma Rousseff, así como variadas investigaciones de los tribunales brasileños que abarcan a Lula da Silva y a parlamentarios y dirigentes de prácticamente todo el estamento político, incluyendo a quienes forman parte de la endeble transición que preside Michel Temer.

Sin embargo, a pesar de los mecanismos ventajistas implementados en el uso demagógico de los recursos públicos por esos dos gobiernos pretendidamente progresistas, no pudieron restringir de manera significativa las libertades públicas, ni acudieron a la represión como instrumento para destruir los espacios de la oposición.

En Argentina y Brasil los militares carecen de influencia política luego de las bárbaras dictaduras que tuvieron lugar a partir de mediados de los años 60. De manera que el populismo argentino y brasilero se soportó en liderazgos civiles que controlaron de manera viciosa la actividad política sin llegar a la violencia física, la cárcel o el exilio contra los opositores.

En Bolivia, Ecuador y Nicaragua los presidentes Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega manipulan el poder de manera anti democrática, acosan a los medios de comunicación y utilizan los dineros del Estado para mantenerse en el gobierno. Sin embargo ninguno de estos se ha atrevido a pasar el límite que diferencia al ventajismo político de la violencia y de la cruenta represión.

En el caso nicaragüense, la llamada revolución sandinista de otros tiempos, hoy no es otra cosa que un entramado de corrupción y negociados con la complicidad de importantes sectores de la clase empresarial, y de antiguos opositores al régimen incluyendo, por cierto, a reconocidos somocistas. Por su parte Morales y Correa dan señales de una decadencia que anuncia su salida del poder por la vía electoral sin posibilidades de impedir ese fatal resultado mediante el uso de la fuerza.

III

Para comprender la verdadera realidad de Venezuela, es necesario establecer una diferencia muy importante entre el régimen que impuso Chávez y heredó Maduro, con la naturaleza de estos gobiernos que se le asociaron en la comparsa del “socialismo del siglo XXI”, y a los que hemos analizado brevemente en los anteriores párrafos.

En nuestro caso, en un proceso construido a lo largo de 17 años, Chávez logró con el apoyo de Cuba, adoctrinar a un numeroso cuadro de oficiales y suboficiales, convirtiéndoles en seguidores incondicionales y en herramientas de la represión y la violación de derechos humanos. A esa sumisión política del mundo castrense se le recompensó con el otorgamiento de beneficios económicos y de cargos burocráticos que fueron sustraídos progresivamente al campo de la administración civil. 

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Vladimir Padrino López y Fidel Castro

Así es como el grupo de militares que manejan millonarios presupuestos y jugosos contratos, se han convertido en una nueva casta que se ha corrompido groseramente, y ha corrompido a su vez a la administración del Estado haciéndola ineficaz e indolente ante los problemas del país. La más reciente decisión del gobierno de Maduro, de darle al Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, poder casi absoluto sobre el abastecimiento de bienes y «para acelerar los planes productivos», mediante la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, es una prueba más no sólo de lo errada que es la visión gubernamental del hecho económico, sino de que la cúpula militar se involucra aún más con el proceso de destrucción nacional. Estos recientes desarrollos parecieran ser evidencia de que Padrino López, a quien deben rendir cuenta todos los ministros vinculados a la problemática socio-económica, es el nuevo hombre fuerte del gobierno, casi un co-presidente.

Incluso en los tiempos de las dictaduras del pasado siglo las Fuerzas Armadas Venezolanas permanecieron ajenas a la política, garantizando la estabilidad del dictador de turno, que dejaba a civiles preparados profesionalmente desempeñar sus funciones específicas. Y luego con la consolidación de la democracia, a partir del 23 de enero de 1958, los militares pasaron a ser subordinados del mundo civil y garantes de la Constitución, la soberanía popular y el Estado de Derecho.

Sin duda la desnaturalización del mundo militar colocado ahora al servicio de la “revolución socialista”, monitoreada por Fidel y Raúl Castro, ha permitido la progresiva imposición de una dictadura, hoy evidentemente rechazada por la abrumadora mayoría de los venezolanos.

La presencia del régimen fidelista como ductor de la política nacional, está instalada no sólo en los cuarteles de la FAN sino también en otras áreas vitales de la nación como la salud, la educación, el registro civil, los deportes y el petróleo. Se calcula en 60 mil la presencia de agentes de la isla cumpliendo tareas en Venezuela.

Esa rectoría sobre la vida nacional la ejerce de manera abierta la Cuba castrista, con la imposición de un diseño económico, político y social acordado y puesto en marcha desde los tiempos de Chávez y obedecido ahora con mayor docilidad por Nicolás Maduro.

Cuba, además se ha servido del régimen chavista para apuntalar a las narco guerrillas colombianas protegidas en nuestro territorio, en donde viven, se entrenan, planifican y ejecutan la extorsión, y el secuestro. Al amparo de esa relación de complicidad, varios oficiales de la FANB han construido fortunas provenientes de la droga, y aparecen como miembros de poderosos carteles del narcotráfico mundial.

Así vemos a prominentes militares y civiles en cargos de gobierno que son investigados y solicitados por la justicia internacional. Algunos son ministros, diputados, gobernadores, alcaldes o miembros de la alta estructura de la Fuerza Armada, sin que nadie explique los cargos formulados en su contra en tribunales de justicia de Europa y de América. El gobierno simplemente les mantiene en posiciones de poder en una abierta reivindicación de la impunidad.

La situación de nuestras fronteras evidencia igualmente el proceso de deterioro que sufre la república. No se trata solamente de la vulneración de nuestra soberanía, con la activa complicidad de un gobierno que permite y protege al ELN, las FARC y demás grupos de delincuentes establecidos en nuestro territorio.

Se trata además de la postración social y económica de los habitantes de aquellas zonas fronterizas que han sido perseguidos, desplazados forzosamente y violados en sus derechos fundamentales ante los ojos ciegos y los oídos sordos de la comunidad internacional.

21

El cierre de las fronteras ha sido uno de los más brutales actos cometidos contra la población civil en la historia reciente de América Latina. Los últimos sucesos ocurridos en esa zona evidencian la grave crisis social que lleva a miles de pobladores a retar a los cuerpos represivos a los que han sobrepasado la fuerza de la desesperación, el hambre y la miseria. Son decenas de miles de compatriotas que están cruzando la frontera colombiana para buscar alimentos y medicinas que garanticen su precaria subsistencia.

Igualmente es necesario señalar la calculada desidia del actual régimen en la defensa de nuestros derechos sobre el territorio Esequibo. Gracias a ello Guyana ha logrado consolidar apoyos importantes de países del Caribe a los que desde los tiempos de Chávez Venezuela ayuda económicamente a cambio de su lealtad incondicional en la OEA y en las organizaciones internacionales creadas para darle soporte político al socialismo del siglo XXI. Sin embargo esa lealtad que permitió durante los últimos años el control chavista sobre la Organización Estados Americanos, no se ha manifestado en la disputa por los 150.000 kilómetros cuadrados que Venezuela reclama como parte de nuestro territorio.

Por el contrario, la Comunidad del Caribe (CARICOM) expresó en 2015 su compromiso con “la integridad territorial de Guyana”, que incluye toda la costa atlántica frente al Esequibo reivindicada por Venezuela como parte de su espacio marítimo.

Sin duda los intereses geopolíticos del gobierno comunista de Cuba aparecen condicionando la política exterior venezolana en el caso de la controversia con Guyana. Recordemos que en 1981 se firmó “el acuerdo cubano guyanés”, en el que Castro respaldó al gobierno de ese país en su disputa territorial.

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Frente a este cuadro trágico que retrata la pesadilla venezolana, el mundo civil intenta recuperar democráticamente la vida institucional de la república. Venciendo el atropello oficialista la oposición liderada por la MUD ha logrado avanzar en la solicitud de un referéndum revocatorio que coloque en manos de los ciudadanos la decisión de su destino.

El fraude al referéndum unido a la explosiva situación social y económica nos llevaría a una caótica ruptura de la paz social, al descalabro definitivo de la economía y de la paz política. Perdería entonces el régimen sus escasas fuentes de legitimidad y se eliminaría de esa forma cualquier salida pacífica de la crisis.

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