Karina Sainz Borgo: Ábalos y el espíritu de la embajada de Bolivia
Mientras Pedro Sánchez presumía en Davos, el ministro Ábalos se reunía, a escondidas en Barajas, con la vicepresidenta primera de Venezuela
Hay quienes se resisten a llamar Frankenstein a la coalición del ‘gobierno progresista’ porque el monstruo de Mary Shelley les cae simpático. A pesar de los pudores, algo mostrenco rige el cuerpo de este Ejecutivo prorrateado con 22 ministerios, de los cuales casi una cuarta parte corresponde a la cuota de Podemos, que añade a sus exigencias negociar con fugados de la justicia y el blanqueamiento de gobernantes autoritarios.
De alguna forma hay que hacer funcionar ese Gobierno contrahecho, incluso a costa de la Ley y la Justicia. Por eso, cada semana, el presidente Sánchez se mete al quirófano para ejecutar una carnicería y abolir el acto reflejo de la moral. La más reciente de sus cirugías, a falta de la tentativa de reformar el código penal ad hoc, ocurrió durante su visita al Foro de Davos.
Mientras Pedro Sánchez presumía de inglés y se paseaba, pico de plata, vendiendo la moderación de su Gobierno, el ministro José Luis Ábalos se reunía, a escondidas en Barajas, con la Vicepresidenta primera de Venezuela desde junio de 2018, Delcy Rodríguez, una de las más fieles colaboradoras de Nicolás Maduro desde que sucedió a Hugo Chávez, según informaron los periodistas de Vozpópuli Alejandro Requeijo y Antonio Rodríguez.
El segundo del PSOE, que recibió a pie de pista a una funcionaria señalada por una resolución de la UE que le prohíbe su acceso al espacio Schengen, despachó el asunto con chulería y desdén. Exigió que le preguntaran por asuntos importantes. Si para Ábalos más de cuatro millones de venezolanos expulsados por el hambre y la violencia y casi mil presos políticos no lo son, para los demócratas sí. Y nadie quisiera pensar que el ministro Ábalos no lo es.
Pedro Sánchez no sólo permite al ex presidente Zapatero, cuyos compromisos con el Gobierno de un dictador como Nicolás Maduro son evidentes, intervenir en favor de este en la televisión pública española, sino que da plantón a Juan Guaidó, al que hace un año reconoció como presidente legítimo de Venezuela, un país hoy depauperado por la inflación y los desmanes de un sujeto más interesado en vaciar las cuentas y masacrar a quienes piden elecciones libres que en el bien común. El informe sobre la violación de DDHH elaborado por la ONU así lo certificó en 2019.
¿La política exterior española era una antes y otra después del coágulo de Podemos en el gobierno del PSOE? ¿Está poseído el gabinete por el espíritu de la embajada de México en Bolivia? ¿Ábalos vestiría pasamontañas al momento de recibir a Delcy Rodríguez? ¿La naturaleza económica de las relaciones entre Zapatero y el régimen de Maduro están por encima de las obligaciones de España en tanto Estado democrático? ¿Qué significan los 35 millones de euros que obtuvo Raúl Morodo mientras estuvo de embajador de España en Venezuela?
Hecho de retales, cosido con los pellejos de los nacionalismos y los remaches del populismo, el actual gobierno tiene más querencia hacia los dictadores y los prófugos que hacia el nervio democrático. Tras la carnicería de la ley, ¿organizará Pedro Sánchez su propia barbacoa con otros fugados y tiranos? Quizá convoque una fiesta de disfraces… para que todos puedan ir con su propio pasamontañas.