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Karina Sainz Borgo, relato de un paraíso y de una guerra abisal

'La isla del doctor Schubert' de la escritora y periodista venezolana es un mapa de homenajes, una geografía sentimental, una novela cultural. Así es este libro de hallazgos, de delicias y de trampas

Karina Sainz Borgo es autora también de ‘La hija de la española’, entre otros títulos JOSÉ RAMÓN LADRA

 

Karina Sainz Borgo nos ha sorprendido y deslumbrado a todos con esta nueva novela. Una escritora como ella, que ha visto reconocida la calidad de sus anteriores textos narrativos, que los ha visto triunfar internacionalmente, no se ha plegado aquí a ninguna de las fórmulas ya ensayadas en ‘La hija de la española’ o en ‘El Tercer País‘, sino que ha creado algo nuevo, valiente y audaz como corresponde a las escritoras de su envergadura. ‘La isla del doctor Schubert’ es un goce de principio a fin, tiene el fraseo poético de Milorav Pavic, la imaginación de H.G .Wells, la oscuridad de Conrad o Melville y añade un nuevo capítulo a la creación de esas geografías visionarias que han ocupado a gran parte de los escritores desde el inicio de la literatura.

Sainz Borgo ha escrito, al mismo tiempo, una novela de especulación, una novela simbólica, una novela de aventuras y un largo poema en prosa. Su fuerza está no solo en el poder imaginativo de la trama, sino en algo mucho más importante: el poder imaginativo de cada palabra, de cada sintagma y de cada oración.

NOVELA

‘La isla del doctor Schubert’

Imagen - 'La isla del doctor Schubert'
  • Autora Karina Sainz Borgo
  • Ilustradora Nàtalia Pàmies
  • Editorial Lumen
  • Año 2023
  • Páginas 146
  • Precio 17,90 euros

Como los grandes ángeles de la literatura especulativa su estilo no se somete a las leyes de ninguna gravedad sino que vuela a través de las asociaciones sorprendentes, de las metáforas y de los símbolos. Karina Sainz Borgo desafía a la lógica y la transgrede, crea personajes extraños que viven acontecimientos extraños no lejanos de la verdad, y crea un lugar fabuloso como extensión de una isla real.

Schubert no tiene definición y tiene todas las definiciones; no tiene rasgos concretos

Las huellas o las señales de esa isla real están presentes en toda la novela. Se habla de Sóller, de una catedral en la cual la luz que se filtra por los rosetones de levante y de poniente dialoga en ciertas fechas mágicas del año, se habla de que al suroeste de esa isla emerge del mar la silueta misteriosa de La Dragonera… Sainz Borgo construye una Mallorca fantástica que sigue la tradición de todos los textos alucinados que ha inspirado esa tierra y ese Mediterráneo, desde los viajes espirituales de Ramón Llull al ‘Viaje a Cotiledonia’ de Cristóbal Serra. El relato empieza precisamente con aquello que le dijo Gertrude Stein a Robert Graves: «Mallorca es el paraíso, si te atreves a resistirlo».

‘La isla del doctor Schubert’ habla precisamente de un paraíso y de una guerra abisal, de los diarios de una intérprete, de una copista, de una amanuense que arriba a ese punto cartográfico buscando a un padre muerto y encuentra a ese extraordinario doctor Schubert «que existe según el lugar desde el que se mire». La novela tiene su origen en ese duelo, en esa búsqueda, en la fascinación de ese encuentro, pero es una novela de aparecidos, de resucitados, un viaje hacia la transformación como si toda ella se guiara por la frase del ‘Apocalipsis’ escrita en la puerta principal de la catedral de Palma: «Sto ad ostium et pulso», estoy a la puerta y llamo.

Asume el riesgo de una escritura nueva y pide por ello un nuevo lector. Una maravilla

El personaje de Schubert es la gran creación del relato, tiene la dimensión de una tierra mítica ( donde «todo ocurre en dirección contraria a la muerte») y una moral orientada al sur, a la vida con la que derretir los hielos de todas las tragedias. Como los grandes emblemas, su creación es un desafío imaginativo, un desafío a la incredulidad del lector común y, por supuesto, todo un personaje poético que reclama una nueva manera de entender, de leer. Su retrato, como dirían los románticos, tiene la dimensión de lo sublime: Schubert no tiene definición y tiene todas las definiciones; no tiene rasgos concretos pero, como los títulos de su biblioteca, aloja todas las versiones del universo: dios, mito, criador de monstruos, cirujano, el capitán Trotta del ejército del káiser; su ética, como su pasión gastronómica, solo quiere dar energía a los infelices y a los náufragos, rejuvenecer a los moradores de la isla hasta llevarlos de nuevo a la infancia.

Junto a él, su criado Tristán (el guardador de la isla frente a forasteros y turistas) su farero Grifo, sus macetas de cardos, sus mascarones de proa, su hastío, su memoria y una guerra que librar frente a los enemigos de la isla a fin de salvar su paraíso.

Amanuense

‘La isla del doctor Schubert’ es un mapa de homenajes, una geografía sentimental, una novela cultural. Schubert vive en las páginas del diario de aquella amanuense que se fascinó por él, lo mismo que esta novela se construye a partir de ese mosaico de citas, de nombres y de sombras: Javier Marías, Pessoa, Joseph Roth y su Marcha Radetzky, Julio Verne y su Juana Kermor, Gerardo Murillo cuando se convirtió en el pintor Atl, o la también pintora y artista corporal Carmen Mondragón cuando se transformó en Nahui Olin…

«La prosa se marea cuando alguien la recita en tacones», nos dice Sainz Borgo en una frase que hubiera firmado, como tantas a lo largo del relato, Gómez de la Serna. Así es este libro, un libro de hallazgos, de delicias y de trampas, un festín de creatividad, que asume el riesgo de una escritura nueva y pide por ello un nuevo lector. Es bello, breve e intenso como si ese diario que transcribe, como si esa isla que refleja, como si la misma escritura tuvieran la emoción y la grandeza de una carta de amor. Una maravilla.

 

 

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