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Karina Sainz Borgo: Si no puedes contra ellos, insúltalos

El mundo le ha hecho la cobra a Sánchez, pero él aún no lo sabe. Escondan los mecheros

Hace más de veinte años, el tenor argentino José Cura fue abucheado en el Teatro Real durante una función de ‘Il trovatore’. Al caer el telón, en lugar de aplausos, recibió aún más silbidos de los que ya le habían procurado desde el patio de butacas. El público le reprochaba haber bajado un semitono al sobreagudo de ‘Di quella pira’ en el cuarto acto de la ópera de Verdi. Indignado, el cantante pidió respeto para aquellos que habían pagado una entrada, acaso porque tomó por un público de cortesía y sin catadura a aquellos que habían reprobado su interpretación. «He venido para cantarle a mi público, y no a la gente que huele mal», dijo ante un público atónito. Veinte años después, José Cura regresó al Real. Volvieron a abuchearlo. En esa ocasión, redactó un comunicado donde denunció la antipatía sistemática del público del coliseo de Caños del Peral con las primeras figuras del ‘bel canto’. Nadie hizo caso.

Esta semana, y aunque Pedro Sánchez no interpretaba ninguna de Verdi en el Congreso de los Diputados, en su discurso hizo lo que los divos ofendidos o, peor aún, lo que los genios fraudulentos. Así como José Cura atribuyó al poco gusto del público del Teatro Real el reclamo por el tono que se esperaba de él, y al que no llegó, Pedro Sánchez culpabilizó de su fracaso electoral a quienes no votaron al PSOE en las autonómicas. Como él y su partido han acabado consustanciándose en un mismo elemento, el líder eludió toda autocrítica y blandió la carta del ofendido.

A los ojos de Sánchez, el resto de los ciudadanos que no eligieron a su partido –y por tanto a él– forman una horda de «gente reaccionaria». «Votáis mal», le faltó decir. Se prodigó, además, en su especialidad: el manoseo del lenguaje, el acto insistente de vaciar de sentido las palabras para rellenarlas con otro significado, estrujarlas hasta que no den más de sí.

Partir de la base de que todo aquel que no te da la razón es un conspirador o un ignorante encierra un concepto tan alto de uno mismo que acaba volviéndose en contra. Que alguien se crea un mesías no significa que lo sea, por mucho que los más cercanos aseguren haber presenciado la multiplicación de los panes y los peces, los pisos y los interraíles. La imagen de un Pedro Sánchez desencajado y ofendido a lo Cura en el Teatro Real, aporta información suficiente para un diagnóstico de narcisismo. El problema es que España no es un patio de butacas.

Los líderes sin control intentan primero disuadir la disidencia, después la persiguen. Prefieren insultarla a convencerla. Es lo que ha pasado en el actual PSOE: de tanto dar la razón al líder, este ha perdido la cabeza. Da la sensación de estar gobernados por alguien que podría incendiar Roma en un arrebato de cólera. El mundo le ha hecho la cobra a Sánchez, pero él aún no lo sabe. Mejor escondan los mecheros.

 

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