Un Karl Marx no determinista
El libro de Gareth Stedman Jones sobre Marx, coincidiendo con el 200 aniversario de su nacimiento, supone un vuelco a las biografías hasta ahora publicadas del llamado fundador del socialismo científico
El intelectual de raíz hegeliana y el activista revolucionario aparece en “Karl Marx. Ilusión y grandeza” situados en el contexto político de su época. En la visión que el autor, Gareth Stedman Jones, nos ofrece de él -algo así como Karl y su circunstancia-, el Marx que surge de sus páginas ya no es un infalible santo profeta que nos señala cómo y cuándo el capitalismo desaparecerá en medio de una gran crisis económica, y con la lucha de clases en su punto más alto, sino que vemos a un pensador obsesionado por escribir su obra definitiva -“El Capital”-, pero que sufre, incluso físicamente, porque después de publicar el primer tomo de su obra en 1867, cree que debe revisar completamente sus estudios de muchos años sobre el capitalismo.
Marx en 1867 tenía básicamente escritos los tomos segundo y tercero de “El Capital”, pero a partir de la gran crisis económica de 1857-1858, que no produjo ninguna revolución, e incluso acentuó el conservadurismo en Europa, Karl (así lo denomina Gareth Stedman Jones a lo largo de su obra, para comprender al individuo Marx) empezó a dudar de sus propias conclusiones, y se dispuso a reescribir completamente sus anteriores tesis.
No pudo hacerlo. Aparte de su dedicación a la Asociación Internacional de los Trabajadores, absorbente a causa de la Comuna de París de 1871, Marx empezó a sufrir diversas enfermedades, algunas somáticas derivadas de su obsesión por reexaminar el enfoque de su magna obra. Los tomos dos y tres de “El Capital” nunca los revisó, y quedaron inéditos cuando Karl falleció en Londres, el 14 de marzo de 1883, a los 65 años de edad. Su amigo, mecenas y colaborador suyo, Friedrich Engels (1820-1895), fue quien redactó esos dos tomos, que aparecieron publicados, respectivamente, en 1889 y 1894.
A partir de la gran crisis económica de 1857-1858, Marx empezó a dudar de sus propias conclusiones, y se dispuso a reescribir completamente sus anteriores tesis
Estos últimos acontecimientos de la vida de Karl Marx son la parte más novedosa de la biografía escrita por Gareth Stedman Jones, llena, por otra parte, de noticias nuevas de la vida y obra del personaje, del que se conmemora este año el 200 aniversario de su nacimiento.
Según Gareth Stedman Jones, la socialdemocracia alemana, el mayor partido obrero de Europa en aquellos años, una vez conocido el tomo primero de “El Capital” esperaba que Marx les dijera en sus siguientes tomos cómo sería el colapso final del capitalismo. Para entonces, Karl ya no creía en esa teoría, pero no quiso desmentirla hasta que no obtuviese la prueba teórica de lo que ya era su experiencia empírica de la realidad socioeconómica de aquellos años.
Aunque Marx estaba influenciado por las tesis filosóficas -que no científicas- de Hegel, sus profundos estudios de la obra de los economistas anglosajones Adam Smith y David Ricardo, entre otros, le transformaron en un científico exigente con los datos medibles, la prueba y error de los hechos de la realidad material. Karl Marx fue un buscador de la verdad científica, un escritor social que no hizo concesiones a la coyuntura política.
Sin embargo, a su muerte, los socialdemócratas alemanes, destacadamente Karl Kautsky (1854-1938), canonizaron a Marx, y con la ayuda de Engels, convirtieron sus textos en una doctrina dogmática -el marxismo-. El propio Karl le dijo una vez a Paul Lafargue, su yerno, que “si hay algo cierto, es que yo mismo no soy marxista”. Después de Kautsky y los socialdemócratas alemanes, Lenin y los comunistas soviéticos hicieron de los escritos de Karl una religión con Marx en el centro del altar de la fe revolucionaria.
Engels fue un compilador riguroso, pero cuando llegó a la parte de “El Capital” que se refería a sus crisis, sustituyó la palabra “sacudida”, por la de “colapso”, y eso sirvió para que el marxismo consagrase un determinismo histórico, según el cual, el capitalismo se autodestruiría por sus propias contradicciones.
Pero esto no fue sólo una cuestión libresca. La teoría del fin del capitalismo, permitió a los socialdemócratas alemanes (y a otros muchos, incluido el PSOE de Pablo Iglesias, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, etc.) inhibirse durante muchos años de las tareas de Gobierno, dedicándose básicamente a aumentar y reforzar su partido y su sindicato, a la espera de la crisis que alumbraría una sociedad socialista. Lenin pensaba lo mismo del fin del capitalismo, pero como no tenía que respetar los valores democráticos, inventó el leninismo, una vanguardia de profesionales de la revolución que se dedicó a apoderarse del Estado.