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La abstención es la vencedora en la farsa electoral de Nicolás Maduro

Ni siquiera las amenazas chavistas «el que no vota no come» lograron llenar los colegios electorales. La oposición cifra en un 18% la participación en los comicios

Una pequeña fila de electores, todas personas mayores, manteniendo la distancia de dos metros entre cada uno, se formó religiosamente a las 7.00 de la mañana en la Escuela Básica Rafael Napoleón Baute, un centro de votación ubicado en el sector José Félix Rivas, la barriada más populosa de Petare y de Latinoamérica con casi un millón de habitantes. En ese centro electoral donde están registrados unos 9.000 votantes los chavistas se habían organizado para que las personas no formaran grandes colas a la hora de votar. Pero no hizo falta porque el centro estuvo medio vacío todo el día. Las personas mayores pudieron acercarse a las mesas sin tener que esperar apenas unos minutos.

En menos de 20 minutos los abuelos habían cumplido el rápido proceso, gratificados al final con la asignación de una bolsa (antes era una caja) de alimentos «CLAP» (Comité Local de Abastecimiento y Producción) y tal vez un pernil navideño si tienen la suerte de recibirlo. El chantaje y las amenazas de Diosdado Cabello: «el que no vota no come» tuvieron mucho menos eco del que esperaba el líder chavista. Es más, en el último momento el régimen bolivariano decidió en un gesto llamativo ampliar el horario de votación hasta las 19 horas con el objetivo de atraer más votantes.

Al cierre de esta edición la oposición cifró en un 18,33% la participación de los venezolanos en las urnas, muchos de ellos obligados a participar. Esta cifra representa tan solo 3.800.000 electores, de un padrón de más de 20,7 millones registrados en el Consejo Nacional Electoral. Es el porcentaje ofrecido por el Observatorio contra el Fraude, creado por el presidente encargado Juan Guaidó, ante la poca transparencia del Gobierno de Venezuela con los datos, que en un segundo boletín informativo denunció que el 70,2% de los centros tenían un «punto rojo» del partido gobernante donde controlaban a los votantes. La cifra de la oposición se aproximaba a las proyecciones de la consultora Meganálisis, que elevaba la participación al 19,13%, es decir, 3,9 millones de votantes.

En sus declaraciones a la prensa, Nicolás Maduro dijo que había que votar en este quinto proceso de la era chavista para elegir una nueva Asamblea Nacional. «No hay excusas para no salir a votar (…) tenemos que sacarnos de encima esa Asamblea nefasta que trajo la plaga de las sanciones», aseguró Maduro acompañado por su esposa Cilia Flores, el jefe de campaña, Jorge Rodríguez; el ministro de Petróleos, Tarek El Aissami; y la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Maduro hizo una llamamiento a los venezolanos que «acaten los resultados de este proceso histórico». Reiteró que lo que hizo la Asamblea saliente fue «dirigir una traición a la patria, que nos llevó a una situación difícil».

El dirigente opositor y proclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, aseguró ayer que la población venezolana está rechazando el «fraude» de las elecciones legislativas en Venezuela no yendo a votar a los centros de votación. «En este centro de votación de la parroquía Macuto (estado La Guaira) normalmente hay muchísima gente cuando hay votación. Hoy lo que hay es un fraude en nuestro país que se rechaza claramente en las imágenes, en los videos (…). Este centro de votación ya en 2015 ya les voy a pasar una imagen para que contrasten», afirmó Guaidó en un vídeo publicado en redes sociales.

«Hoy queda claro que la dictadura sigue quedándose sola», ha remachado, al tiempo que ha emplazado a la población a participar en la consulta popular convocada por la oposición para rechazar este proceso electoral y que se celebra entre el 7 y el 12 de diciembre, el último día con carácter presencial.

El chantaje del CLAP

«Hay más cola en las estaciones de gasolina que en los centros de votación», manifiestan muchos ciudadanos que pasan cerca de un centro de votación. Donde falló más la organización chavista fue en los centros de la clase media donde los miembros de mesa, garantes del proceso, no se presentaron a trabajar. Desganados y soñolientos simplemente no aparecieron. Así fue en el caso del Colegio Santo Tomás de Villanueva, donde vota el líder opositor Henrique Capriles. Eran las 11.00 de la mañana y todavía no habían abierto el colegio por lo que tuvieron que improvisar llamando a voluntarios para iniciar el proceso de votación.

En pleno centro de Caracas, en el Liceo Andrés Bello, bastión chavista, situado en el barrio español de La Candelaria, donde votan más de 15.000 electores, otra fila de adultos mayores esperaban para votar no sin antes haberse registrado en el «punto rojo» de control chavista, ubicado a doscientos metros del colegio electoral. Luego pasarían a retirar la bolsa de comida que les permitirá alimentarse los próximos tres días.

Lo destacable era que los votantes no querían declarar a la prensa por vergüenza, tal vez de haberse dejado chantajear por la bolsa de comida. Muy pocos pueden resistir el chantaje del chavismo porque con una pensión de dos dólares mensuales que no les alcanza ni para comprar una docena de huevos. Los que votaron por el Parlamento para atornillar a Nicolás Maduro en el poder, coincidieron en señalar que «votamos para tener garantizada la comida y la vivienda que con la oposición no la vamos a tener». El populismo chavista no ha cambiado tras 21 años en el poder.

Según el Observatorio contra el Fraude, en el 55.9% de los centros de votación y puntos rojos del PSUV (toldos chavistas ubicados cerca de los centros) pedían el carnet de la patria para corroborar quienes fueron a votar y a quienes habría que llamar avanzada la jornada para obligarlos a hacerlo. Una práctica recurrente del régimen en las elecciones. Pero solo en el 15,7% de los puntos rojos repartían comida y otros prebendas.

El analista y periodista político Pedro Pablo Peñaloza comparó las elecciones legislativas como una partida de naipes que Maduro jugó en solitario, en el que va poniendo y acomodando las piezas a su conveniencia. El oeste de Caracas, que era una zona considerada chavista, mostraba sus calles desoladas, cuando en otros procesos anteriores la fila de personas se extendía por varias manzanas.

 

 

 

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