La aburrida democracia
Es posible que los alemanes, tras 16 años bajo ‘mutti’ Merkel, hayan querido algo de más movida, y han elegido a su más directo rival
Esas ‘fiestas de la democracia’ llamadas elecciones no siempre son festivas. En vez de echar a los malos gobernantes, elegir a los mejores y estabilizar el país, a veces lo desestabilizan y tienen problemas de gobierno. ¿Como en Alemania? Esperemos que no.
Bajo la mano de Angela Merkel, Alemania venía siendo un modelo de desarrollo industrial, solidez política y generosidad humanitaria que contrastaba con los vaivenes del resto, a quienes ha ayudado técnica y financieramente (casi todos los fondos de recuperación europeos salen de sus arcas). ¿Por qué la canciller, tras 16 años que sin exagerar pueden considerase triunfales, decidió dejar el cargo? No porque estuviera cansada ni que se pidiera su dimisión. Bien al contrario; podría haber continuado, y
ganado. Puede que siga el sabio consejo de «hay que salir cuando se está en la cumbre, no al empezar la decadencia». Puede también que quisiera facilitar el triunfo de su partido y de su legado. En cualquier caso, nada ha salido como se esperaba. La Gran Coalición (UCD-SPD) queda descartada tras una ‘photo-finish’ que los convierte en rivales. Y aunque la inmensa mayoría de los alemanes aprueban su gobernanza, resulta que su partido es el que más votos pierde (más de 9 puntos), mientras todos los directos rivales ganan; el que más, el que venía siendo socio, que se dispone a gobernar con Verdes y Liberales. ¿Cómo se lo explican?
Tengo una teoría que me da un poco de vergüenza decir, pero que me parece la más cercana a la realidad. Alemania había logrado una velocidad de crucero que la aproximaba a la auténtica democracia, la menos mala de las formas de gobierno. Allí funciona todo mucho mejor que en el resto de los países, desde Correos a la medicina, pasando por la enseñanza y las pensiones. Pero esa tranquilidad, esa calma, puede terminar por aburrir, sobre todo a las nuevas generaciones. Un ahijado de mi mujer que estuvo unos días en Madrid, se quedó alucinado con sus noches. «Y estamos todavía confinados -le advertí-. No sabes lo que es esto sin virus». Es posible que alemanes y alemanas, tras 16 años bajo ‘mutti’ Merkel, hayan querido algo de más movida, de jolgorio, y han elegido a su más directo rival para que gobierne con liberales y verdes. Puede que tengan demasiado, pues estas cosas se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban. De entrada, van a pasar semanas, o meses, hasta que tengan nuevo gobierno, dado lo meticulosos que son. También que la socialdemocracia alemana sea muy distinta de los socialistas españoles tranquiliza. Aunque la mayor tranquilidad viene de que Die Linke, la izquierda, sufrió tales pérdidas que estuvo a punto de no lograr representación parlamentaria. Ahora…, que algún susto sí que vamos a tener.