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La agonía de Pdvsa

 

 

Petróleos de Venezuela, S. A. (Pdvsa) nació en 1976 en medio del júbilo general. Durante varios lustros los logros fueron importantes. Sin embargo, gradualmente se observaron señales de que sería difícil evitar la politización y capear las dificultades de cualquier empresa del Estado. Los trabajadores de Pdvsa y filiales resistieron los embates. A partir de la presidencia de Hugo Chávez, en 1999, fue evidente que quería torcerle el cuello al cisne, como escribió el mexicano Enrique González Martínez con relación a la poesía de Rubén Darío. La diferencia es que el posmodernismo enriqueció la poesía, pero en nuestro caso los cambios mataron a la gallina de los huevos de oro.

¿Cuándo se inició la injerencia indebida en Pdvsa?  El presidente de la república tiene la potestad legal de designar la junta directiva, no así la de las filiales. Esos directores casi siempre tuvieron una relación más o menos cercana con el jefe del Estado, pero tenían méritos suficientes, con alguna que otra excepción donde privó la simpatía política. Sin embargo,  todos actuaron en función del éxito de la empresa. Internamente, algunos criticaron que Andrés Sosa Pietri y  Gustavo Roosen fuesen nombrados presidentes porque  no provenían de las filas petroleras, pero eso es frecuente en las grandes corporaciones  para evitar el incesto y, en los casos citados, no eran políticos y realizaron una buena gestión. Desde luego, eso dejó por fuera a Alberto Quirós Corradi, el petrolero más talentoso que tuvo la industria, y a otros que tenían una carrera brillante, lo cual fue lamentable. También algunos percibieron como una decisión política que el presidente Luis Herrera designara al geólogo Humberto Calderón Berti como presidente de Pdvsa, cuando venía de ser ministro, pero sin duda Calderón tenía méritos y realizó una buena labor.

Quizá la injerencia de mayor impacto fue la política de todos nuestros gobiernos de limitar e incluso reducir la producción petrolera para favorecer mejores precios. Esa decisión fue por la necesidad de obtener más ingresos para el fisco y, al mismo tiempo, realizar menos inversiones. Sin embargo, no tomaron en cuenta que al aumentar la producción se generan muchos empleos en las áreas petroleras, se ganan nuevos mercados y que nuestras reservas son cuantiosas, por lo que hay que extraerlas antes de que la transición energética las deje bajo tierra.

Otro caso que se cita es que el entonces ministro Díaz Bruzual obligó a Pdvsa a devolver los 5.000 millones de dólares que tenía en el exterior para tener agilidad en sus compras y operaciones. El punto es que las reservas del Banco Central estaban en un mínimo y el país requería esos recursos. Ese es uno de los problemas de las empresas del Estado, que en situaciones de emergencia pueden perder su independencia financiera. A esto hay que agregar que muchos buenos proyectos se quedaban en el tintero porque el gobierno de turno requería dinero para sus necesidades.

También se ha criticado que Caldera II designó en la directiva a los vicepresidentes de las filiales, pasando por encima de los presidentes. Esto es controversial, pero los tres nombrados tenían credenciales y liderazgo. La labor que realizaron fue excelente. El pecado fue que desde adentro se promovió la posible candidatura presidencial de Luis Giusti y eso hizo daño. Otra crítica es que se fusionaron las tres filiales operadoras y Pdvsa dejó de ser el holding, tal como venía funcionando. Esto causó traumas, pero fue necesario porque había triplicación de actividades y los precios del petróleo habían caído. La competencia debía ser con las empresas extranjeras y de todos modos el presidente Chávez habría dado el zarpazo.

Pdvsa fue ejemplo de eficiencia, efectividad y transparencia. El deterioro notable se produjo cuando Chávez designó a Civaldini presidente,  se recuperó con la presidencia de Guaicaipuro Lameda, y  se fue al foso durante  las presidencias de Gastón Parra, Alí Rodríguez, Rafael Ramírez y los que siguieron. Con Maduro la corrupción devoró a la empresa.  Por cierto, en las directivas nombradas por Chávez ingresaron dos coroneles activos y un general retirado, y los tres actuaron correctamente. Un nuevo gobierno tendrá que redimensionar la empresa, contar con muchos de quienes trabajan en ella, incorporar algunos de los conocedores de la industria que fueron despedidos ilegalmente y reconocer los derechos laborales violados. Inicialmente tendrá que mantenerse como empresa del Estado y, cuando se logre que vengan empresas con experiencia y se modifique la Ley de Hidrocarburos, se verá si puede o no subsistir. Estemos o no de acuerdo, el Estado no tiene, ni tendrá, recursos para invertir en un área que puede y debe ser del sector privado. Lo de empresas estratégicas es nacionalismo pasado de moda.

La agonía, o sea la lucha, ha sido larga, pero recuperaremos nuestra industria de los hidrocarburos.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 

 

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