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La apuesta de Uxue Barkos para ganar Navarra viene de ‘Siberia’

14643744956400EN EL GARMO NEGRO. Innerarity, de 57 años, haciendo esquí de montaña en los Pirineos. Es un montañista casi profesional. Ha subido la mitad de los cuatromiles que tienen los Alpes

Nacionalista, nieto del comandante que alentó el golpe franquista en Logroño y ex miembro del Opus, es el elegido de la presidenta navarra para el 26-J.

Un día estaba Daniel Innerarity deslizándose a toda velocidad sobre sus esquís de montaña cuando un árbol se topó en su camino. Se rompió una pierna, varias costillas y, tiempo después, supo que el golpe en la cabeza no había sido inocuo. Un derrame cerebral le dejó de pronto sin habla. Los médicos le dijeron que tendría que empezar casi desde cero. Pero se equivocaron.

El filósofo que ha susurrado a Zapatero, Josu Jon Imaz e Ibarretxe, el amigo personal del lehendakari Urkullu que habla a menudo con Errejón, sigue dos años después «viviendo de las palabras» y descansando de ellas sobre montañas como El Perdón, que se erige junto a su casa. Allí, en la gélida aldea de 173 habitantes a la que llaman Siberia aunque se pronuncie Zariquiegui, prepara la subida a su próxima cima. Quiere ser diputado en el Congreso.

-En estos tiempos de Twitter y circo televisivo… ¿qué hace un filósofo en campaña?

-Viene bien que haya alguien que venga desde fuera y aporte la visión de su mundo profesional. La política se está convirtiendo en un arte tóxico. Un poco de sutileza sería la mitad de la solución a los problemas que tenemos…

Innerarity responde despacio desde su casa. Suena políticamente correcto, aunque no a político, y parece que todo lo que dice alguna vez ya lo escribió. Viene de dar un discurso en el Congreso francés, mañana a primera hora tiene una clase en la Universidad del País Vasco y después -resopla-, un debate de radio con otros candidatos. Es el precio de haber dicho que sí a la presidenta de Navarra, Uxue Barkos, para intentar recuperar el escaño que la coalición de la antes diputada perdió el 20-D. Geroa Bai (la suma del PNV, dos grupos pequeños e independientes) dirige el Gobierno autonómico con Bildu, Podemos e IU. Pero también quiere ser determinante «en Madrid».

Lo dice quien en 2005 fue elegido por Le Nouvel Observateur como uno de los 25 grandes pensadores del mundo. «Socialdemócrata y nacionalista», quiere extender la «lección navarra» y pelear por una Moncloa de izquierdas, que ve posible con la abstención o el apoyo de nacionalistas vascos y catalanes. Innerarity se aleja del experimento catalán y tampoco su historia es un tópico. En la Navarra de las identidades enfrentadas, el número uno de la lista nacionalista pronuncia la palabra «España», orilla la independencia y dice que «las naciones cerradas» no tienen sentido.

-¿Lo tiene decirse nacionalista en la Europa del siglo XXI?

-Depende de qué entendamos por nacionalista. Yo he pasado la mitad de mi vida viviendo fuera: siete años en Francia, uno en Italia, tres en Suiza, uno en Inglaterra…, y cuando hablamos de nacionalismo retardatario yo pienso en las naciones grandes. Se ha visto con los refugiados: el freno lo ha puesto el nacionalismo de Estado, no el cívico que yo defiendo.

Llegó a él por su cuenta, no por el «humus» familiar. Al revés. Nacido el primero de nueve hermanos en el Bilbao industrial de 1959, su abuelo paterno, Juan Innerarity Cifuentes, fue un comandante de Artillería esencial en la sublevación franquista de 1936 en Logroño que llegó a reunirse en varias ocasiones con el general Mola para orquestar el golpe de Estado. «No quiero hablar de mi abuelo… Procedo de una familia de la que desde el punto de vista político discrepo profundamente», lamenta, amable, y se hace el silencio. Prefiere rescatar «una historia más bonita«: la del tatarabuelo que emigró a Estados Unidos desde un pueblo escocés llamado Inverarity -allí le cambiaron la uve por una ene-, cuyo hijo llegó a Madrid y cofundó la Institución Libre de Enseñanza.

Pocos saben también que el conocido como «filósofo del PNV» fue, en su etapa como estudiante de Filosofía en la Universidad de Navarra, numerario del Opus Dei. Dice Innerarity que es agua pasada; una decisión de juventud. Otro silencio. Aunque una vez escribió esto: «Deberíamos ver en el aplauso mecánico y poco razonado un asentimiento superficial. (…) Lo que no es controvertido suele ser trivial».

De Pamplona se fue pronto. Tras su sobresaliente cum laude por una tesis sobre Habermas, estudió en Alemania con Ulrich Beck, investigó en la Sorbona, se hizo profesor titular de la Universidad de Zaragoza… Hoy dirige el Instituto de Gobernanza Democrática Globernance, en la universidad pública vasca. Está casado y tiene dos hijos. Y una campaña en la que deberá bajar al barro. No le bastarán las citas filosóficas de sus libros, como ésta de Nietzsche: «Cuando una gran verdad triunfa en la plaza pública, piensa que una gran mentira ha combatido en su favor».

-¿Qué gran mentira se cuenta España?

-Que aprecia su diversidad interna. Seguimos en un esquema de entender la diversidad como diversidad de folklore, sin entender que se trata de una pluralidad de centros de poder, de pluralismo político. Si no damos ese paso, habrá fuerzas disgregadoras como está ocurriendo en Cataluña. Otra gran mentira es que los antinacionalistas no son nacionalistas. Es como esa gente que dice que no tiene acento, que lo tienen los otros. (Ríe).

-¿Y qué gran mentira se cuentan los vascos [él incluye aquí a los navarros]?

-La gran mentira que nos hemos contado ha sido poner la idea de nación por encima de la voluntad efectiva de la gente. Pero creo que eso ya lo hemos aprendido. El nacionalismo vasco cívico hace ya mucho que sabe que estas cosas tienen que estar en manos de las personas y no de los juicios apriorísticos o de las aspiraciones que uno tenga.

-¿Por cuánto porcentaje puede decidir Navarra, el País Vasco o Cataluña un nuevo marco legal?

-Lo óptimo es que las cosas que tienen que ver con los marcos de convivencia se decidan de forma pactada con mayorías amplias. Así la sociedad no se desgarra. El 50 más uno refleja un fracaso previo.

En Navarra, dice, no hay «ahora mismo» una mayoría que se sienta insatisfecha. Y «ningún partido», ni siquiera la izquierda abertzale,propone un «cambio de marco de pertenencia». «Una cosa es que Otegi se pasee diciendo que hay que hacer como Cataluña y otra, tener un plan».

-¿Y los «paseos» de Otegi?

-Yo lamento mucho que haya estado tanto tiempo en la cárcel. Me parece muy injusto. Eso sí, Otegi se ha convertido en algo muy viejo; es más anacrónico que muchos políticos mayores que él. Quien no haga una lectura correcta de lo que está sucediendo en la sociedad vasca se convertirá en un jarrón chino.

Dice «agur» junto a su monte, en Siberia. Los Pirineos a través de la ventana, un manual de euskera (lo sabe sólo «pasivamente«) en la mesilla de noche, otra cima en la cabeza y un nuevo libro en la mochila mientras intenta alcanzarla. «Se llamará La democracia en Europa. ¡Quizá la experiencia me sirva!».

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