La caída del voto chavista
No fue que ganaron, sino que los dejaron ganar. No es que son mayoría, es que fueron tan precavidos que crearon con anterioridad las circunstancias que les facilitaron teñir el mapa de rojo. En realidad, deben estar preocupados porque desde que Chávez puso en sus manos el capital de votantes que había alcanzado, lo han ido perdiendo de una manera indetenible. Las cifras que no quieren oír, las cuentas que no quieren que nadie saque, es que obtuvieron su peor resultado en 22 años. La dolorosa realidad para ellos es que si se suman los votos de los demás partidos, los superan casi por 10 puntos.
Es indudable que la victoria la tuvo la abstención, los miles de venezolanos que no se sienten motivados para votar porque han sido demasiados los comicios que han pasado y que no han traído cambio alguno a la tragedia que viven. Esa es una gran verdad, que por supuesto ya sabía el PSUV y con la que contó de antemano para que se tradujera en los resultados del domingo.
Los dirigentes de la oposición creyeron que con aparecer unas cuantas semanas antes en las redes sociales y poner música en todos los municipios borrarían de la memoria de los votantes el hecho de que ninguno tenía posibilidades ciertas de incidir en el cambio que realmente desean. Sobreestimaron su poder de convencimiento. La guinda de la torta fue la pelea interna. Y ya todo estaba servido en bandeja de plata.
A pesar de que ya los métodos de amedrentamiento que han aplicado por años a los empleados públicos, a pesar de prometer villas y castillas en forma de bolsas CLAP, a pesar de que tienen los recursos para buscar a la gente en su casa y llevarla a votar, sin contar con las trampas de cambio de centros electorales, desaparición de votantes de las listas y demás triquiñuelas; a pesar de todo esto e incluso de los favores que les hicieron los de oposición, los chavistas solo obtuvieron 3.722.656 sufragios.
Con razón circuló en horas de la tarde un mensaje de voz del protector del Táchira quejándose que no se estaba haciendo bien el trabajo y que la Operación Remate no estaba dando resultado. El voto chavista ha venido disminuyendo consistentemente. En la última elección en la que participó Hugo Chávez sufragaron 8.184.383; en la primera de Maduro lo hicieron 7.517.999; en las elecciones municipales de 2013 obtuvieron 5.216.522 votos y en las presidenciales de hace tres años 4.331.388. Como lo hizo notar el economista José Guerra en Twitter, luego de que el CNE anunció los resultados del 21N: “El PSUV perdió en 4 años 2.042.247 votos, 35,1%… Luce mermado y solo gana por la división y la abstención”.
Hay que reconocer que si han sido hábiles en algo es en sacar provecho del desastre opositor y por eso invierten tanto tiempo, reparten tanto dinero y hacen tanto trabajo de cabildeo para mantenerlos divididos. Pero no deben olvidar lo que es obvio, y para eso estamos, para recordárselos, dilapidaron el capital político que construyó su predecesor a fuerza de malas mañas.
Y lo que es más duro, una cosa son elecciones municipales, que históricamente tienen poca convocatoria, pero si preguntan a la gente si quieren seguir con el PSUV al mando, ¿qué creen que sucederá?
Como diría su comandante eterno, aunque no usaremos su mismo lenguaje procaz: la del 21N fue una victoria pírrica. Ganaron perdiendo. Son cada vez menos.Tiñeron el mapa de rojo, pero con un resultado que desde ya les debe quitar el sueño si piensan en el referéndum revocatorio que no pocos políticos y académicos están promoviendo.