La candidatura de Fillon hace agua por sus millonarios ingresos irregulares
Hasta el miércoles pasado, el conservador François Fillon era el favorito para conquistar el Elíseo. Una semana después, su campaña hace agua. Surgen las primeras llamadas al relevo y los primeros sondeos que auguran su eliminación en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Los turbios ingresos de su esposa, sus hijos y de sí mismo alientan su sustitución. Su defensa se basa en una increíble caza de brujas, en “un golpe de Estado institucional de la izquierda”.
“El resultado de las primarias ha quedado caduco. No se puede continuar con un candidato en dificultad extrema, pendiente del calendario judicial”. Lo dice a varios medios el diputado conservador George Fenech, el primero que ha sugerido este miércoles que su partido busque ya una alternativa al candidato gravemente herido entre la opinión pública.
Coincide con el primer sondeo, publicado en Les Echos, que predice la eliminación de Fillon en la primera vuelta de las presidenciales. «Lucharé hasta el final, seré el candidato», ha respondido el afectado en un acto público con empresarios.
En un error de comunicación ahora reconocido en su partido, el desacreditado líder de la derecha abrió la hipótesis de su relevo al prometer la pasada semana pasada que dimitiría si era imputado. Oficialmente, los dirigentes cierran filas con él, pero en privado muestran más que dudas.
Fillon ha tenido que pedirles una tregua. Ha reunido este miércoles a sus parlamentarios y, según sus portavoces, les ha dicho que mantengan la calma 15 días, el plazo, según él, para que la Fiscalía de Delitos Financieros de carpetazo a la investigación sobre los 931.000 euros que ha recibido su mujer por empleos bajo sospecha de ser ficticios.
Fillon es el hombre que ganó las primarias de Los Republicanos exhibiendo su honradez tras afear los problemas con la justicia de sus rivales Nicolas Sarkozy, imputado, y Alain Juppé, condenado por empleos ficticios. Y tras prometer prescindir de 500.000 funcionarios y endurecer la reforma laboral.
Ahora es él quien se enfrenta a la justicia. Desde hace una semana es investigado por los 831.000 cobrados por su esposa, Penelope, como asistente parlamentaria de él y de su sustituto en el escaño, Marc Joulaud. O por los otros 100.000 que recibió de la mujer de la revista de un amigo de Fillon.
Raro es el día desde entonces que no surge un nuevo caso. Desde los 84.000 euros pagados a dos de sus hijos también como asistentes parlamentarios, un extraño cobro de 21.000 euros del Senado y, ahora, los 600.000 que ha ingresado a través de la consultora 2F Conseil con sede en su casa y con él como único accionista.
Un diputado no puede legalmente crear una consultora, pero Fillon registró 2F Conseil en 2012 solo unos días antes de tomar posesión del escaño tras sus cinco años de primer ministro. Se niega a aclarar quiénes eran sus clientes y, especialmente, a confirmar o desmentir si algunos de ellos eran destacadas figuras de la oligarquía rusa.
La policía anticorrupción ha interrogado ya a media docena de personas, incluido el matrimonio Fillon, y ha hecho registros en el Parlamento o en la revista del amigo del candidato. Hasta el momento, no ha encontrado rastro concreto que demuestre que Penelope trabajó como asistente. Fillon dejó de pagarle como tal en diciembre de 2013, solo unos días de entrar en vigor la norma que obligaba a los parlamentarios a hacer públicos los nombres de sus asistentes. Hasta el momento, tampoco él ha aportado una explicación concreta y creíble de estos raros ingresos.
Teóricamente, Los Republicanos tendrían que organizar otras primarias si Fillon renunciara o le obligaran a retirarse. No hay tiempo para ello. Aspirantes que perdieron la carrera ante Fillon, como Alain Juppé o Nicolas Sarkozy, han dicho que no aceptarán ser los sustitutos. En pasillos, el partido maneja ya fórmulas alternativas -votación en Internet, elección en la cúpula…- y nombres adecuados.
“No hay plan B”, repite Gerald Darmanin, secretario general adjunto del partido. Cada día que pasa es menos creíble.