La culpa de todo la tiene Yoko Ono
Una 'tipa' rara, sin duda. Cuando menos, sospechosa. Si no existiera habría que inventarla. A ella y a sus 'alter ego'
Peter Jackson, el artífice de la trilogía de ‘El señor de los anillos’ dirigió en el año 2021 un documental kilométrico (468 minutos) sobre la grabación del álbum ‘Let it Be’ de The Beatles, cuyo título lo toma prestado de otro tema mítico de los británicos: ‘Get Back’. Su ejercicio narrativo parte del material que grabó en 1970 Michael Lindsay-Hogg sobre el citado disco. No me pregunten por qué el pasado fin de semana caí hipnotizada ante tan mastodóntico proyecto del mastodóntico Jackson cuando podía haberme dado a otras degustaciones fílmicas y musicales más contemporáneas –pongamos por caso ‘Esta ambición desmedida’ de C. Tangana–.
En tiempos de la generación Z, el nombre de The Beatles evoca a la prehistoria de la historia musical más reciente
Primero sucumbí al brevísimo repaso en imágenes sobre unos adolescentes a los que les une su pasión por la música, su paso por The Cavern, la sucesión de sus éxitos más los éxtasis fanáticos de sus seguidoras y la decisión de no tocar más en conciertos multitudinarios para convertirse en unos chicos de estudio cuyas composiciones viran hacia complejidades más experimentales. Ningún detalle que no se supiera antes pero recordarlo no viene mal cuando en tiempos de la generación Z el nombre de The Beatles evoca a la prehistoria de la historia musical más reciente. Casi me había olvidado de que estos señores eran unos genios y que todas y cada una de las letras que se suceden en este docu-largo-largometraje son himnos sagrados.
Lindsay-Hogg en esta cinta pretendía demostrar que los cuatro de Liverpool aún eran un equipo bien avenido, que el apocalipsis y la ruptura llegaría más adelante. Pero Yoko Ono ya rondaba por ahí y ¡vaya sí se la ve! En cada plano aparece la encarnación del mal con nombre de mujer, pero por sus trazas nadie lo diría. Muy joven y sentada siempre al lado de Lennon. Un ser extraño ajeno a lo que allí se cuece. Mientras ellos ensayan, componen sobre la marcha, ella lee el periódico, mira unos papeles… Si acaso, pasa su mano por la espalda de Lennon. Él como si nada y el resto como si no existiera. Así durante eternos minutos de ignorancia mutua. Una ‘performance’ de una ‘tipa’ rara, sin duda. Cuando menos, sospechosa, porque como cantaba Deff con Dos en los 90 «la culpa de todo la tiene Yoko Ono«. Y sin presunción de inocencia.