La decisión de Trump de salir de Siria abre una insólita fractura entre el presidente y su partido
Cuando el mandatario más necesita el cierre de filas, el 'establishment' republicano se rebela contra una medida que consideran contribuye a minar la credibilidad de EE UU en el mundo
Su decisión de retirar las tropas estadounidenses del noreste de Siria, abandonando a su suerte a sus aliados kurdos, ha dejado al presidente Donald Trump peligrosamente aislado. El torrente de críticas vertidas desde las filas republicanas incluye voces como la del presidente del Senado, Mitch McConnell, fiel aliado del presidente en todos sus frentes, por controvertidos que estos fueran, pero que aquí ha decidido, como muchos otros, marcar una línea roja. La insólita fractura se produce cuando la supervivencia de Trump, amenazado por el impeachment, requiere más que nunca la unidad de sus legisladores.
“Una retirada precipitada de las fuerzas estadounidenses de Siria solo beneficiaría a Rusia, Irán y el régimen de El Asad. Y aumentaría el riesgo de que el Estado Islámico y otros grupos terroristas se reagrupen”, dijo McConnell el lunes. El rechazo de este auténtico pata negra del partido, que ha asegurado comparte una mayoría suficiente en el Senado como para revertir un eventual veto presidencial, abre las puertas a que el Congreso, de manera insólita, se plante ante el presidente en una trascendental decisión de política exterior.
Las palabras de McConnell se suman a las de otros pesos pesados del establishment republicano, que consideran que la decisión de Trump hace saltar por los aires los pilares de la política exterior estadounidense y la credibilidad de Washington como aliado en el tablero internacional. La rebelión trasciende con creces a las pocas voces críticas habituales, como la del senador Mitt Romney, y constituye la mayor fractura que se ha abierto hasta la fecha entre Donald Trump y su partido.
Sucede, además, en un momento en que la supervivencia política del presidente depende de la unidad de los legisladores republicanos para frenar en el Senado la amenaza del impeachment, iniciado hace dos semanas por los demócratas. En caso de prosperar en la Cámara de Representantes, el proceso provocaría la destitución del presidente en el improbable caso de que lo votase una mayoría de dos tercios en la Cámara alta (controlada por los republicanos).
La fractura se abrió poco después de que, el domingo por la noche, la Casa Blanca anunciara que Trump, tras una conversación con el presidente turco Erdogan, había aceptado despejar el camino para una operación militar programada por Turquía y destinada a barrer a las fuerzas kurdas, apoyadas por Estados Unidos, de una región fronteriza de Siria.
Washington tiene en la actualidad alrededor de mil efectivos en Siria. Según un oficial del Gobierno, medio centenar de ellos, desplegados en la zona donde Turquía quiere realizar la incursión, serán recolocados en otros lugares “donde no se encuentren en el fuego cruzado”.
“Turquía procederá pronto con su operación planeada hace tiempo en el norte de Siria. Las Fuerzas Armadas estadounidenses no apoyarán ni estarán implicadas en la operación (…) y ya no estarán en la zona inmediata”, dijo la Casa Blanca en un comunicado. «Es hora de que nos retiremos de estas ridículas guerras sin fin, muchas de ellas tribales, y devolver a nuestros soldados a casa», añadió Trump en Twitter.
Considerados una insurgencia terrorista por Ankara, los combatientes kurdos han sido cruciales aliados de los estadounidenses en su lucha contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en el norte de Siria. Por eso la decisión de Trump, en contra de los consejos de altos mandos del Pentágono y del Departamento de Estado, que abogan por una moderada presencia en la región para seguir combatiendo al ISIS y contrarrestar la influencia de Irán y Rusia, supone un giro radical en la estrategia militar de EE UU en Siria.
“Esta traición a los kurdos también dañará severamente nuestra credibilidad como aliados en todo el mundo”, dijo el senador republicano Patrick Toomey, que añadió que “el presidente Trump debería reconsiderar esta decisión inmediatamente”.
Para el senador Lindsey Graham, otro fiel aliado de Trump, la decisión es “triste” y “peligrosa”. “El presidente puede estar cansado de luchar contra el islam radical. Ellos no están cansados de luchar contra nosotros”, dijo en Twitter. En la misma red social se pronunció Marco Rubio. “Si las informaciones sobre la retirada de Estados Unidos de Siria son precisas, la Administración Trump ha cometido un grave error que tendrá implicaciones mucho más allá de Siria”, sostuvo el senador por Florida.
Ante el aluvión de críticas, repetidas también entre los analistas de medios de comunicación forofos del presidente, Trump quiso este martes matizar que no pretende abandonar a su suerte a los kurdos. “Puede que estemos en el proceso de irnos de Siria, pero de ninguna manera hemos abandonado a los kurdos, que son gente especial y maravillosos luchadores. De la misma manera, nuestra relación con Turquía, aliado comercial y de la OTAN, ha sido muy buena. Turquía tiene ya una gran población kurda y comprende totalmente que, aunque solo teníamos 50 soldados restantes en esa sección de Siria, y han sido retirados, cualquier combate no forzado e innecesario por parte de Turquía será devastador para su economía y para su muy frágil divisa. ¡Estamos ayudando a los kurdos financieramente y con armas!”, dijo el presidente en un hilo de tuits.
La cotización de la lira turca cayó el lunes un 2% respecto al dólar, hasta su nivel más bajo en más de un mes, a raíz de la preocupación por la operación militar planeada y las amenazas de Trump. Erdogan ha confirmado que visitará Washington en la primera quincena de noviembre, para reunirse con el presidente estadounidense.